32.Parte
“Entre las flores que engalanan mi jardín
sós la más linda paraguaya che cambá.
Yo te idolatro mujercita guaraní
y en mi suspiro voy diciendo roipotá.”(x)
(x) De la canción “Paraguaya linda” de José Pierpauli (L) y
Mauricio Cardozo Ocampo (M)
DEL PARAGUAY PROFUNDO
Casa de la Independencia (Asunción, Paraguay)
-Fragmento-
Tan vigente como hace 20 años atrás...
EVITAR EL MANIQUEÍSMO (x)
por: Augusto Roa Bastos
Debemos considerar que, en sociedades desequilibradas como las nuestras, la concentración del poder y sus cristalización en regímenes despóticos son tendencias que se imponen una y otra vez, inconteniblemente. Y esto casi siempre con el apoyo de sectores internos oligárquicos e incluso populares, ganados por la demagogía de los que se imponen como “hombres fuertes”, o por las presiones externas que el estado de crónica dependencia a los centros imperiales genera y facilita.
El atraso y la miseria de nuestras masas explotadas y humilladas o la avidez del medro fácil que la corrupción promete a los estamentos oligárquicos viejos o nuevos son incentivos irresistibles en la fascinación del poder y en la entronización del hombre fuerte “providencial” en el convulsionado marco de las expectativas facciosas sobre la disgregración de las fuerzas positivas de la sociedad.
El hambre, la miseria material y moral, o la insaciable ambición de lucro y de prebendas consideran proféticas las promesas más absurdas y farisaicas. El infortunio de las masas y el instinto palaciego de los opulentos son igualmente masoquitas. El sufrimiento de las unas y la abjección de los otros parece ser el precio aceptable de esas propuestas quiméricas.
Por otra parte, el recurrente fracaso de sistemas que se pretenden democráticos, pero que son también el resultado de las luchas por intereses y privilegios de grupos que se proponen como “alternativa de poder” al dictador de turno, no hacen más que favorecer y estimular, en todo lógica –si en situaciones caóticas como éstas puede hablarse de lógica sin caer en el absurdo-, la persistencia y, en ocasiones, la perpetuidad de tales regímenes despóticos aun bajo formas miméticas y hasta paródicas de la democracia.
Confusión natural –otro elemento eficazmente disuasivo- en un país como el nuestro que no se ha conocido jamás el juego normal de las instituciones y de la alternancia en el sistema de una efectiva democracia pluralista. Habría que agregar: un país como el nuestro que tampoco ha conocido nunca el triunfo de las luchas armadas por ideales auténticamente revolucionarios –que no fueran meras revueltas o guerras civiles partisanas- desde la Revolución de los Comuneros, en la colonia, hasta el presente, en plena neocolonia.
Nadie puede alegar, pues, inocencia o ignorancia transfiriendo responsabilidades. Pero también nadie puede escudarse en la sola fuerza del poder autocrático para imponer los intereses de clanes o de advenedizos que el azar elige y transforma en padres de la patria.
(x) De su “CARTA ABIERTA AL PUEBLO PARAGUAYO”, de fecha 1 de febrero de 1986, desde Toulouse, Francia.
(Soldado paraguayo durante la guerra del Chaco)
ARTIGAS EN PARAGUAY (x)
por: Jorge Rubiani
(Arquitecto e Historiador)
-jrubiani@highway.com.py-
Si bien José Gervasio Artigas y Domingo Fautismo Sarmiento fueron lo más connotados extranjeros en hacer del Paraguay su lugar de asilo, no fueron los únicos. Hasta hace poco, todavía era frecuente que bolivianos, y argentinos –según como se desenvolvieron los “debates politicos” en sus respectivos países- tomaran a Asunción como refugio. No solo Juan Perón, Lechín Oquendo o Andrés Sellich, sino muchos otros connacionales de éstos –de los mismos sectores, u opositores a ellos- eligieron “el clima” de nuestro país para sobrevivir la intolerancia de sus compatriotas o gozar al amparo de la impunidad.
Artigas fue, sin dudas, el pionero. Desde Tranqueras de San Miguel y traicionado por su lugarteniente Francisco “Pancho” Ramírez, había solicitado asilo al Dictador Francia. Con sus asistentes Ansina y Joaquín Martínez y cerca de una centena de soldados, negros en su mayoría, “el Protector de los pueblos libres” llegó a la fronteras de Itapúa, en “la tarde del 5 setiembre de 1820 (…) Venían casi desnudos, desprovistos de recursos”. Francia envió “…un oficial con 20 húsares para conducirlos hasta Asunción”. Ya en la capital, Artigas fue alojado en el Convento de la Merced, hoy Escuela Normal, Independencia Nacional y Gral. Díaz, “…donde habitualmente hospedaban a los visitantes ilustres”.
A pesar de su insistencia de entrevistarse con su anfitrión, el caudillo oriental nunca fue recibido por Francia quien, en cambio y mientras Artigas permaneció en la ciudad, le impuso la visita de su secretario Martínez, además de indicar al Prior del Convento que recomendara a su huésped la realización de ejercicios espirituales. En enero del año siguiente, Artigas fue trasladado a la Villa de San Isidro de Curuguaty. Aparte de recibir una casa como vivienda y una generosa pensión para sobrevivir con holgura, Francia dio también instrucciones al Comandante de la Villa, Manuel Antonio Villalba para “…extremar la hospitalidad con el ilustre asilado”.
Aunque adversario, el Dr. Francia dio a Artigas protección, seguridad, clemencia, generosidad y una lección que éste jamás olvidaría: que las obligaciones de estadista no iban a condescender en la aceptación de un trato personal que la anterior hostilidad de Artigas y sus partidarios hacia su gobierno, habían hecho imposible. No obstante, los uruguayos retribuyeron aquel gesto con una recordación permanente.
Una amistad que ni la Guerra de la Triple Alianza pudo desdibujar, ya que a partir de su finalización fueron frecuentes las visitas de las delegaciones oficiales uruguayas, ya para devolvernos los trofeos y condonarnos la deuda de Guerra, como en 1885; o, para compartir nuestras modestas pero emotivas fiestas de reordación. En una de ellas, el 15 de mayo de 1913, nuestro gran poeta Eloy Fariña Núñez conmovió a los ”charrúas” visitantes, con estos versos:
“…Sed bienvenidos, nobles uruguayos/hijos de la gentil Montevideo/A la tierra solar donde durmiera/el gran Artigas su glorioso sueño/y donde no seréis jamás extraños/desde que disteis el viril ejemplo/de perdonar la deuda de la Guerra/y de restituirnos los trofeos..”.
Más de ochenta años después, los poetas uruguayos a su vez todavía recuerdan aquellos dolorosos tiempos. Como Carlos Molina cuando se reprocha “!…vuelve Solano López/soberbio, erguido, trágico!/contra la Triple Alianza/que irredimible escarnio!”.
(X) Del libro ”POSTALES DE LA ASUNCIÓN DE ANTAÑO” –Volumen I y II. 3.edición; de Jorge Rubiani
(Arquitecto e Historiador). Edición 2002 (3ra. Edición); Asunción, Paraguay.
I.S.B.N. 99925-59-76-4
Palo borracho (En el Chaco paraguayo)
-Chorisia speciosa-
El guaraní, lengua en vías de extinción (x)
por Mario Rubén Álvarez
(Poeta y Periodista)
-alva@uhora.com.py-
A no pocos inquieta la noticia de que la diputada correntina Araceli Méndez presentara un proyecto para instar al presidente Néstor Kirchner a solicitar a la Unesco que el guarani sea considerado patrimonio oral e inmaterial de la humanidad.
Ese gesto se sumó a la unánime aprobación en la Cámara de Representantes de Uruguay para apoyar que el guaraní sea declarado idioma oficial del Mercosur, junto al castellano y el portugués. Lo que causa revuelo a nivel local es que afuera le estén dando más importancia al guaraní que aquí adentro, con el agravante de que naciones donde la lengua nativa ya solo forma parte de la galería del recuerdo sean las que toman la delantera.
Más que preocuparnos si el guarani es patrimonio universal o lengua del Mercosur, lo que verdaderamente tiene que alarmarnos es que va a su segura desaparición en el Paraguay. Está en franca vía de extinción. Omanóta ñandehegui. Ha ñande voi jajuka jahávo.
La supervivencia del guaraní es –si se quiere recurrir a lo mágico, a lo que somos tan afectos porque nos exime de explicaciones– un milagro. Desde la llegada de los españoles, por obra y gracia de las madres nativas, se mantuvo en pie. Nadie la enseñó formalmente. Vivió como las hierbas del campo, con la mayor naturalidad del mundo en el espíritu y en la boca de los hablantes. Oiko ijehegui rei, recreándose a sí mismo a lo largo de casi 500 años.
Paradójicamente, hoy que es lengua tan oficial como el español, por la Constitución de 1992, su vida corre peligro. Cada vez menos jóvenes lo entienden y hablan. En la frontera con el Brasil es casi inaudible. Y lo que es peor: está creciendo una generación que lo ignora y hasta desprecia.
La intención de los constituyentes diestros en el kure kutu de la lengua –que convencieron a sus pares– era establecer las bases legales para un país verdaderamente bilingüe. Aquella victoria capital, hasta ahora, no se tradujo en una política de Estado en marcha. Es más: anestesió las sensibilidades y, más que beneficio, fue perjuicio. Prueba de ello es que, 14 años después, los artículos 77 –que se refiere a la enseñanza en lengua materna– y 140 –declarando lengua oficial al guaraní junto al castellano– todavía no fueron reglamentados.
Con el afán de cubrir ese vacío, se han elaborado proyectos de leyes que hasta hoy no han pasado de ser tales. Dos de ellos pertenecen a la Comisión Nacional de Bilingüismo y al llamado "Grupo de los 50" liderado por Tadeo Zarratea. Convocados por el Ministerio de Educación y Cultura, hasta ayer, los representantes de los dos sectores estaban en diálogo para consensuar un proyecto. Hasta ayer digo, porque el eslabón que los unía está roto y cada sector peleará por su cuenta en el Congreso.
Una Ley de Lenguas no será la gran solución, pero contribuirá enormemente a institucionalizar el guaraní y luchar para que se mantenga con vida. Permitirá, por ejemplo, crear una viva e imprescindible Academia de la Lengua Guaraní.
Los largos años de desidia de los gobiernos posdictatoriales y de la sociedad civil vinculada al tema deben ser reparados cuanto antes. Si no, en corto tiempo, hablaremos como los argentinos y los uruguayos del guaraní solo desde la clave de una inútil nostalgia.
(x) Del diario ÚLTIMA HORA (27 de octubre de 2007), Asunción, Paraguay
Expresión popular
CURUZU ARA (3 de Mayo) –x-
por: Mauricio Cardozo Ocampo
En la década de 1890, dice Floriano Rosales (“Mariscal”)- ”Llevé una serenata a la señorita Etelvina Mesquita, en el pueblo de Villeta, con esta música, que se llamaba ”Curuzú ara”-; posteriormente la conocimos con el nombre de ”3 de Mayo” de Julián Alarcón.
Le letra que insertamos, de autor anónimo, se cantaba con la melodía de ”Curuzú ara”, y en esta forma queda documentada esta expresión popular.
Morenita encantadora,
morenita resá yvoty
si es a otro a quien adora
maerápa chembo tavy.
Aniangake morenita
che rejhé re ye gustá
y celosoro nde novio
ndo valeí re kebrantá.
Aicuaáma morenita
re mendava nda ye ndé
amanóntene soltero
rojhayjhúramo yepé.
La prenda que tiene dueño
ya no tiene libertad,
desde chico me enseñaron
respetar la propiedad.
(x) Del libro: ”Mis bodas de oro con el folklore paraguayo- Memorias de un Pychäi” de Mauricio Cardozo Ocampo (Asunción, 1980- 1.Edición: 1972) Prólogo: Humberto Pérez Cáceres. Edición del autor.
Sobre el gran guitarrista y compositor paraguayo, Agustín Pío Barrios:
”Como guitarrista/compositor, Barrios es, de lejos, el mejor, prescindiendo el oído.
Su música está mejor formado, es más poético, es mucho más en todo!
Y es más en todas las cosas que no tienen tiempo.
Pienso que es un compositor más significativo que Sor o Giuliani, y mucho más significativo
compositor, para guitarra, que Villa-Lobos”
John Williams, 1993 (Guitarrista australiano)
"...as a guitarist/composer, Barrios is the best of the lot, regardless of ear. His music is better formed, it's more poetic, it's more everything! And it's more of those things in a timeless way. So I think he's a more significant composer than Sor or Giuliani, and a more significant composer ---for the guitar--- than Villa-Lobos"
-Fragmento- (x)
ELIGIO AYALA
Algunos diarios tributaron en estos días respetuosos y justicieros recuerdos al doctor Eligio Ayala, en el cincuentenario de su muerte, en una encrucijada pasional, cuimba´emente.
Tenemos buena memoria del episodio que sacudió al país, ocurrido cuando vivíamos en Villarrica, donde muy pocos de nuestros compañeros del Colegio Nacional dieron entonces fe a nuestra jactanciosa afirmación de haber conocido al ilustre político y dialogado con él.
En efecto, unos años antes se nos había dado tal oportunidad en una circunstancia que para nosotros tiene un sesgo anecdótico. Ocurrió de este modo: Oficiábamos entonces como secretario, mandadero y telefonista del ingeniero León Fragnaud, con oficina y depósito en la calle Montevideo, junto al arroyo Jaén, por las tardes. Durante las vacaciones, también durante las mañanas y fue promediando una de éstas, que requirió nuestra presencia en el Ministerio de Hacienda, que funcionaba en la planta baja del Palacio de Gobierno, en el ala de la calle Ayolas.
Era ya el cuarto o quinto día que Fragnaud hacía antesala a la espera de que “el breve”, como lo denominaba Orosimbo Ibarra, lo recibiera en su despacho y le conformara el pago de varios pozos artesianos practicados en la Escuela Militar, la Escuela Normal y no recordamos qué otras dependencias oficiales. Estos pozos ya hacía buen tiempo que funcionaban, y el ministro parecía ignorarlo. Llegado a la bien llamada “amansadora”, don León nos transfirió el voluminoso expediente con los contratos suscritos, aún durante la presidencia del pijotero administrador de los magros fondos públicos, y las constancias de su escrupuloso cumplimiento. Solamente faltaba la firma del doctor Ayala para el cobro de unos cinco mil pesos oro sellado, que era la imaginaria moneda con que se negociaba con el gobierno, como ahora se hace con dólares.
Permanecimos en el lugar, pacientemente sentados, hasta pasado el mediodía, en que la sala comenzó a despejarse de postulantes. Y llegó el momento en que solamente quedábamos el ordenanza y el impertérrito secretario de Fragnaud. Entonces se hizo oir la voz severa del ministro, que preguntaba a su secretario, un señor Torres:
-Queda alguno allí ?-
-Un muchacho, señor ministro.
-!Hágalo pasar!
Y fue así, por lo que imaginamos una caprichosa ocurrencia de aquel enigmático administrador, que nos vimos enfrentados a él. Mientras hojeaba el expediente, nos atrevimos a expresarle que nuestro patrón atravesaba una grave situación económica por la morosidad oficial, que sus abastacedores y operarios no cobraban y que, por dicha razón, tampoco le era permitido realizar nuevos trabajos.
-Y usted tampoco cobra ?
-Qué pregunta, señor ministro…le respondimos en el más humillado, resignado y lastimero de los tonos, a lo que nos permitimos atribuir su imprevista determinación de echar su ansiada firma, entregarnos la carpeta y señalarnos la puerta con un alentador:
-Mañana cobrará.
Salinos del despacho modulando un saludo de gratitud y, ya en la galería, iniciamos una veloz carrera hasta la oficina para dar cuenta al atribulado patrón de aquella conquista. No estaba allí y seguimos, siempre corriendo, a su casa.
Dos días después del cobro y del pago de los “caís” más premiosos, el ingeniero Fragnaud nos llevó a la sastrería Corina, donde canceló una cuenta bastante atrasada y pagó el importe de dos trajes para su persuasivo secretario, con los que ingresamos a la selecta cofradía de los cajetillos.
JEAN PIERRE
Días atrás, viniendo al centro, temprano como acostumbro, apeé en la esquina de la estación para regocijarme con la estruendosa floración de los lapachos de la Plaza Uruguaya, los que invariablemente se anticipan impacientes, en más de un mes, a la primavera. En dicha esquina, la de Paraguarí, donde en tiempos en que el ferrocarril era más servicial, se hallaba el Bar Cañizá, encontré a un viejo conocido y consecuente lector de esta columna, quien me sugirió ocuparme de esos amigos que a veces recuerdo pasajeramente y que no merecen ser olvidados.
-Creo que podrías escribir sobre quienes nos dejaron algunos recuerdos anecdóticos más dignos de rescatarse, tal vez, que muchos artículos periodísticos intrascendentes que frecuentemente resucitan en libros.
Oído esto, en aquel preciso lugar, me vino a la memoria Manucho Campaya, que jamás buscó ni interesó a editor alguno para sus bellas crónicas, las de ”Manuel Campos de Haya”, como acostumbraba firmarlas. Es que fue allí mismo en que por el 40 y pico nos encontramos una mañana, y me invitó a unos tragos en el Cañizá, donde en la víspera había hecho el curioso hallazgo de una botella de pernod francés. La bebimos en varias jornadas, conforme al ritual de la época, en que la dorada juventud asuncena, a la que Manucho perteneció, la consumía en el Belvedere, tal lo evocó Ortiz Guerrero, en el Lozama Juventud y en lo de la inolvidable Madame Bertha.
De esta famosa Celestina me habló Manucho en esa oportunidad. El tenía varios años más que yo y pudo conocerla en su mocedad, porque a mi turno, Madame Bertha ya había retornado a su Francia natal, transmitiendo el cetro de la voluptuosidad a otras proxenetas de las que ya se ha ocupado en deliciosas crónicas el amigo Rivarola Matto.
-Su establecimiento de la calle Hermandarias era, podríamos decir, distinguido. Ella exigía que se lo llamara ”pensión de artistes”, siendo éstas de las más variadas nacionalidades, y demandaba de los parroquianos una caballeresca conducta. Pero, el mejor recuerdo que de aquel lugar guardo, es el de Jean Pierre. Ah, Jean Pierre..
Y aquí venía su inolvidable explicación.
-Era el portero, camarero y edecán de Madame Bertha, y cumplía con singular dignidad su mezquina función. Francés, de Marsella, parecía nacido para ese menester, Jean Pierre servía el ajenjo como en los cabarets de la Place Blanche, vertiendo ceremoniosamente el agua fría sobre el licor incoloro, tornándolo lechoso- recordaba Manucho mientras repetía la operación- Se ocupaba también de labores más subalternas aún.
Procuro reproducir con la mayor fidelidad las palabras del amigo:
-Bien sabes, Kostia, en este país las cosas buenas son efímeras; más aún en aquellos tiempos de aguda crisis mundial en que hasta la prostitución resultó ser mal negocio. Un mal día, Madame Bertha desapareció, y tras ella Jean Pierre que, según algunos, se fue a Rosario de Santa Fe a ofrecer su genuina experiencia a la legendaria Madame Saphó. Años después, yo fui a Europa donde permanecí hasta la víspera de la última conflagración. A mi regreso, transitando una mañana por la calle Palma, advertí que un anciano mendigo intentaba detenerme con amistoso ademán. ”!!Monsieuer Campayá!!” me dijo reconociéndome, en tanto a mí me costaba un largo esfuerzo lograrlo. ”!Jean Pierre…Jean Pierre!”, le respondí conmovido, allegándole unos billetes. Y, tan pronto se llevó éstos al bolsillo, se le encendieron los ojos de júbilo y me hizo esta confidencia: ”Monsiuer Campayá…Sepa Ud. que tal, como me ve aquí, viejo, pobre y harapiento, yo no soy un derrotado por la vida. Todavía Ud. me volverá a ver alguna vez dueño, escúcheme bien, dueño, de un quilombit!!”.
Recuerdo este episodio hasta hoy por haberlo repetido a muchos amigos infortunados y requeridos de una lección de altruismo como ésta, que también me ha confortado más de una vez.
(x) Del libro: “Comentarios Ligeros y Desprolijos”. de Isaac Kostianovsky (1985) Editorial Histórica. Calle: Caballero 742, Asunción, Paraguay.
-arrow-
Prólogo del libro: “ISAAC KOSTIANOVSKY: De origen ucraniano, Kostia nació el 3 de noviembre de 1911 y llegó de pequeño a la Argentina, junto a su padres. En 1922, año de la revolución en el Paraguay, recaló en estas tierras, donde viviría en forma intermitente casi 60 años.
Se dedicó de joven al teatro y al periodismo estudiantil, viviendo entre 1929 y 1932 en Villarrica. Según Carlos R. Centurión, Kostia “comenzó a escribir en periódicos estudiantiles que él mismo fundaba y dirigía. Llamábanse aquellos “El Pito”, “El Combate”, “Claridad”, “Fibra”, etc. Escribía versos epigramáticos y en prosa riente, amena y clara. Después contaron con su pluma diarios y revistas de la Asunción y Formosa (RA)”.
Casado en 1940 con Sofía Polnoroff, Kostia vivió también años de exilio, pero regresaba al Paraguay cuando podía. Trabajó más tarde en “El Día” y la revista “Ñande”, para fundar, en 1973, junto al coronel Pablo Rojas, el vespertino “Última Hora”, del que fuera director en sus años iniciales. Las editoriales y la sección “El eco de las noticias” reflejaron toda su experiencia y talento.
Kostia falleció en Asunción el 16 de diciembre de 1981, a los 70 años; con él desapareció una escuela de periodismo, cuyas puertas permanecieron abiertas durante medio siglo”
EDITORIAL HISORICA (1985); Asunción, Paraguay.
ACOTACIÓN DE FA-RE-MI:
Al final de la guerra del Chaco (1932/35), todo era euforia en la capital paraguaya, donde regresaban los victoriosos soldados paraguayos luego de la durísima contienda en las quemantes tierras chaqueñas. Distinciones y condecoraciones eran, casi, el pan de todos los días…, tanto que a Kostia esto le molestó y publicó en su incendiario “Creolina”, más o menos lo siguiente:”Se avisa a los que no recibieron distinciones, que todavía hay un rollo de cinta tricolor para ellos…”. Esto le causó una fuerte reprimenda oficial (inclusive, según algunos memoriosos, fue citado a la comisaría!..). Así era el inolvidable Kostia. No podía callar cualquier injusticia, y en aras de la libertad conoció, varias veces, el exilio.
Era un periodista brillante, incisivo, tan penetrante, que nadie podía ignorar su acerada y encendida pluma.
Nos decía el Dr.Hipólito Sánchez Quell (diplomático, escritor, historiador..), cuando estuvo frente a la embajada paraguaya en París: “Si a Kostia en una cuarteta le faltara una palabra que debía terminar en ta…, no dudaría hasta mentar a su propia madre para quedar bien su inspiración”.
Tuvimos el honor de comenzar nuestros pinitos periodísticos bajo su sabia dirección en la entonces
popular revista “Ñandé”, de Giralt Barceló, donde Kostia era el que dirigía, magistralmente, la orientación de dicho semanario. En el sonado caso (1960) del diplomático paraguayo Rolando Waldemar Morínigo, la revista inició una campaña para su indulto pues estaba encarcelado, por un montón de años, en una cárcel de Lovaina (Bélgica), por un supuesto crimen pasional. Al vislumbrarse el indulto (gracias, en parte, a Luis Alberto del Paraná..), me pidió que viajara a Bélgica para cubrir el caso. Él corregía mis mal hilvanadas cuartillas que le hacía llega desde Europa. Y se logró el indulto!
En una oportunidad, en una de mis periódicas escapadas anuales al Paraguay, fui a visitarle en el flamante diario “Última Hora”, fundado con su amigo, el coronel Pablo Rojas. Le dije que aprovechando el verano escandinavo había ido a ver el sol de medianoche, etc. Al día siguiente publicó un suelto, cortito, encabezando el título, así: “Grata visita. El primer paraguayo que llegó al Cabo Norte!”.
Genialidades de un periodista singular. Caballero a carta cabal; amigo de los amigos, pero más amigo de la justicia; de la rectitud y la ética (y perdón, si estas palabras significan lo mismo…) bgs.
Difundiendo la calidad de la música paraguaya…
Estambul reúne a tres conjuntos paraguayos (x)
por Agustín Barboza
Terminamos triunfalmente nuestra labor en Atenas y el 16 de enero de 1960 nos trasladamos por avión a Estambul, donde fuimos recibidos por nuestro amigo. Nos alojó en un hotel céntrico de primer nivel y en el salón de recepciones del mismo se llevó el festejo del aniversario del periódico.
Tal fue nuestro éxito que se nos ofreció para oficiar de empresario y así obtuvo para nosotros un contrato mucho más ventajoso que la primera vez para actuar de nuevo en el ”Kervan Sarai”.
A la semana de nuestro debut en el “Kervan Sarai” fue llegando a Estambul Charles Aznavour, quien pasó a integrar el “show” del Casino, compartiendo con nosotros la cartelera de espectáculos y un gran suceso durante dos semanas.
Aznavour, que era también el compositor de la mayoría de los temas que cantaba, mostró mucho interés por la música paraguaya, especialmente la guarania.
Unos días después de que Charles Aznavour volviera a Europa, arribó a Estambul el prestigioso conjunto “Los Indios”, dirigido por mi gran amigo Juan Alfonso Ramírez para actuar en otro establecimiento de la ciudad. Una semana después, hizo lo propio Luis Alberto del Paraná y su “Trío Los Paraguayos” con el mismo fin.
En menos de un mes, Estambul alojaba a tres conjuntos paraguayos, como una palpable demostración de que la música paraguaya tenía gran predicamento no solo en la ciudad, sino en toda Turquía.
Nuestras actuaciones generaron grandes expectativas tanto en la prensa como en el público y cada una de nuestras presentaciones contaba con el apoyo decidido de numerosos admiradores, que iban de un lado a otro para escucharnos, hasta que alguien se le ocurrió la magnífica idea de que nos reuniésemos y ofreciésemos un recital con la participación de los tres grupos.
Alquilamos un teatro y en horario vespertino nos presentamos ante un público fervoroso, que había agotado las localidades.
Luis Alberto del Paraná y “Trío Los Paraguayos” abrieron el espectáculo y presentaron un repertorio de mucha calidad; nosotros, que ya teníamos nuestros seguidores en Estambul, nos desempeñamos a la altura de las circunstancias y el conjunto “Los Indios”, encabezado por Juan Alfonso Ramírez, cerró la actuación con un brillante desempeño.
Esta conjunción de valores artísticos tan pocas veces visto por lugares tan lejanos, fue la feliz ocasión para la legítima consagración de grandes amigos dedicados a la difícil tarea de defender la calidad de la música paraguaya.
(x) x) Del libro ”RUEGO Y CAMINO”, por Agustín Barboza. Este libro se puede adquirir en: Fundación Agustín Barboza. Calle: Simón Bolivar No. 337, Asunción, Paraguay. Tlf./Fax: 00595-21-441-126.
Los que recuerdan a Anselmita aseguran que fue la mujer más bella de todos los tiempos. Pero no solo se distinguió por su figura. La adornaba otros atributos, como la humildad, porque jamás se envaneció, aun cuando la gente la considerase como inigualable
María Anselma Heyn Denis nació en Asunción en 1896. Era hija de Hugo Heyn, alemán, y de Anselma Denis. Fue última entre doces hermanos. Las primeras letras las aprendió con una profesora española llamada Purita Puñon de Sandoval. Finalizó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Sagrado Corazón de París, Francia. Muy pronto comenzó a destacarse en Europa por su cultura y belleza. Hablaba perfectamente el francés, español y el guaraní, y en varias oportunidades defendió a su país ante la ignorancia de sus interlocutores europeos. Le molestaba que alguien confundiese o ignorase la geografía del Paraguay.
Cuando Anselmita tenía 19 años, el presidente del Unión Club, Arsenio López Decoud, organizó un concurso de belleza y solicitó a los padres la presencia de Anselma. La elección se realizó en el Teatro Nacional, hoy Teatro Municipal. Anselmita fue elegida Reina del Paraguay, en medio de una ovación popular.
Nuestra primera reina de belleza era muy culta y valiente, de ojos pardos, alta, el pelo castaño claro, con un cutis privilegiado y muy pocos afeites. Tenía un carácter alegre y afable. Siempre deseaba agradar a quienes trataba. Le gustaba todo lo típico, especialmente la comida. “Ella subía y bajaba de peso a voluntad”, comenta su hijo Hugo Ricardo.
Tenía muchas y muy buenas amigas. Lucía coqueta y le gustaba estar bien puesta dentro y fuera de la casa. Sus vestidos solían ser elegantes pero discretos, porque no le agradaba llamar la atención. Era reticente a las fotografías y pocas veces los familiares lograron que posara para alguna. Comenta su hijo que ella siempre decía que la belleza eran un don y lo realmente importante era lo que se tenía en la cabeza, o sea, el carácter.
Su juventud tan prolongado produjo extrañeza. Sus amigas, un poco indiscreta, le preguntaron una vez donde se había hecho la “cirugía”, porque se la veía siempre joven. Ella les respondió que jamás se había hecho esta operación. Ya madura, apenas se le notaban las arrugas.
(x) Del diario NOTICIAS (Revista) (29 marzo de 1992, Asunción, Paraguay)
Anselmita, en el recuerdo… (x)
por: Bernardo Garcete Saldívar
La hermosura de Anselmita Heyn era un grito abierto al cielo al que nadie podía podía dejar pasar sin un suspiro. Sin embargo, según mi madre, doña Rey, su hermana mayor Deidamia Heyn, era más linda que ella! Cierta vez Anselmita fue al centro de la ciudad de compras, y volvió hecho furiosa. Se quejaba porque todo el mundo la miraba : “ Qué es lo que ven en mi ? No me dejan en paz!” , protestaba, y mi madre le decía que era mejor que sea alabada que rechazada. No convencía a la reina futura de belleza, que aceptó el título, más tarde, solo para complacer a algunos amigos y familiares, y no hacía prácticamente nada por mejor su apariencia natural. Era ágil, desenvuelta y llena de gracia, elegante, no rehusando cualquier confrontación verbal. Ya que estamos con esta distinguida dama, traigo a colación dos anécdotas, la primera me parece que todavía muy pocos conocen, y la segunda, ya conocida, pero que viene al caso volver a contarla.
Estamos por el año 1923-24. Mi madre una vez estaba barriendo la vereda en una de las residencias de los Heyn que todavia está en la esquina de la plaza “Batallón 40”, en el barrio Ciudad Nueva, a dos cuadras de la avda. Mcal. López (entonces, tenía otro nombre, si mal no recuerdo, Rca. de Colombia). En eso viene caminando por la misma vereda, solo, el mismísimo Presidente de la República del Paraguay, Dr. Eligio Ayala! Al pasar cerca de mi madre, le susurra, muy quedo pero claro: “Saludo-mí la rubia-pe...” (un especial saludo a la rubia...), a la que responde “gracias”. Ni bien termina de barrer, va corriendo junto a la dueña de casa, y le participa la novedad (el Dr. Ayala vivía en la calle que hoy lleva su nombre, pasando Estados Unidos; no sé si ya entonces esa era su casa- no muy lejos entonces de la residencia de los Heyn). Como mi madre no sabía a ciencia cierta que dicho correcto caballero era la máxima autoridad del país, la describió a Anselmita vaí-vaí (más o menos...), pues en más una oportunidad escuchó decir que era un una persona importante. Al ubicarlo, dijo: “Na, pe tekové-pliki. Yachejhechá chugüi!” (no ? ese individuo frágil, sin importancia...dejemónos de él!). El Dr. Ayala era un hombre más bien bajo, y de escasa contextura física, que según el Dr. Miguel Angel Pangrazio “era un hombre corajudo, pero andaba con una pistola en la cintura”. Esa fue la salida espontánea de la bella ciudadana ante tan importante persona, que dicho de paso, fue uno de los gobernantes más esclarecidos que tuvo nuestro país.
Mucho tiempo después, ya lejos de aquel furtivo saludo fallido, Anselmita estuvo en un acontecimiento social, y se encontró con Papotín Recalde, poeta y periodista de pluma ágil y acerado; de verba fácil. Al verla, pués ya se conocían, éste hizo el consabido y obsequioso saludo como se debe un caballero, a la que la dama, al agradecerle, le preguntó, amablemente: “Dígame Recalde; Ud. no se cansa de ser galante ?”, a lo que contestó al instante y sin inmutarse: “ Y Ud., Anselmita, no se cansa de ser tan hermosa ?” . Eran otros tiempos.
Tan linda era que hasta nuestro poeta mayor, del más alto vuelo, Manuel Ortiz Guerrero, le dedicó una poesía. Pero he aquí que la hermosa Anselmita tropezó con una situación inesperada. Como reconocimiento a esa fina atención lírica, y creyendo hacer un bien, le envió un billete de banco al vate guaireño. Este lo rechazó cortés pero firmemente, e incluso lo devolvió con un poema adjunto quedando en la historia como testimonio de actitud ética, hoy perdida irremediablemente. Hoy todo es vendible, la reputación, el honor, el prestigio, la honestidad. Los que más se prestan son los políticos, jueces, parlamentarios, periodistas, la mayoría de los funcionarios públicos, bancarios, etc., que se venden no por un billete de 50 pesos (como fué el billete enviado por aquella distinguida dama), sino por un plato de lentejas!
El poema adjunto enviado por Ortiz Guerrero, termina así:
“Devuélvole el billete a Ud. precioso
con mi firma insolvente por endoso;
sométalo a la ley de conversión,
que, a pesar de juzgárseme indigente,
yo llevo un Potosí de oro viviente
que pesa como un mundo: el corazón.”
Seguro que la buena Anselmita, que no era mala, lo habrá recibido compungida, dolida. No estaba en su espirítu herir a nadie, y menos a nuestro laureado poeta. Su manera abierta, impulsiva, lo habrá llevado a ese gesto. Habrá aprendido la lección
(x) Del libro “FA-RE-MI, TEÝÍ y otras vivencias”, de Bernardo Garcete Saldívar (Setiembre de 2001; Asunción, Paraguay)
En Paraguay…
-Fragmento-
LA POESÍA
por: Saro Vera
Es de conocimiento universal que la literatura de todas las lenguas ha comenzado por la poesía. Seguramente por la exigencia de la cultura oral, ya que la cadencia con la rima ayuda a la memorización. Sin embargo, la literatura del guaraní paraguayo comenzó con la prosa. Al revés. Se explica en razón de que la literatura guaraní de los primeros tiempos ha estado en manos de los españoles cuya literatura había alcanzado la famosa edad de oro. El español no vivía la época de los romances sobre las hazañas del Mio Cid o de los trovadores ambulantes. Era, pues, lógico que la nueva lengua, puesta en sus manos, la utilizara dentro de la etapa literaria en que se encontraban. Resulta casi increíble que se hayan atrevido a traducir la obra, por momentos, abstrusa del P. Nieremberg.
Era de esperar que este momento original desapareciera, y desapareció. En realidad desapareció todo esfuerzo literario en guaraní hasta la edición de la revista Kavichu´i impuesta por la necesidad del momento histórico.
Recordemos que el idioma guaraní ha sido prácticamente proscripto por el mismo Carlos Antonio López. Pero en la Guerra Grande, se lo aceptó por necesidad. Reconocieron que el castellano no era el idioma del paraguayo como no lo es ahora.
Tras el interregno de varios años después de la guerra del 70`, el guaraní paraguayo se somete a la ley universal de las lenguas.
Surge la literatura poética que domina hasta el momento. No se ha ensayado aún una literatura en prosa de manera suficientemente amplia. Hallamos los ensayos de traducciones especialmente de la Biblia, realizadas preponderantemente por extranjeros con muy escasa mentalidad guaraní. Ciertamente que no es despreciable el esfuerzo, aunque falta mayor mentalidad y cadencia propia del idioma. Estos efectos desaparecerán cuando los paraguayos se atrevan a escribir en su propia lengua.
No desconocemos que escribir en prosa es mucho más difícil. Porque es más difícil mantener el ritmo de la poesía o la versificación. Su ritmo suele ser el ritmo utilizado en las conversaciones.
Al igual que la música, la poesía le resulta fácil al paraguayo. El contemplativo carga de colores vaporosos las realidades, las inyecta una sobrecarga de sentimientos y las dota de nuevas dimensiones. No sé si los flemáticos serán poéticos. Seguramente se internarían en el mundo de una poesía filosófica. Pero nunca producirá la poesía del gusto y comprensión del pueblo.
Contamos con muy buenos poetas entre los cuales habían que destacar Darío Gómez Serrato, Félix Fernández, Teodoro S. Mongélos…Muchas de sus obras poéticas no desmeritan ninguna antología en cualquier parte del mundo.
Notable es que estos grandes poetas quizá de mayor fuste que Emiliano R. Fernández, no haya ocupado un lugar preponderamente en la apreciación del pueblo. Se les aprecia en círculos más cultivados. Emiliano constituye alguien fuera de serie dentro de la literatura poética popular. Es innegable su inspiración aunque nunca quizá se ocupó en limar sus obras. Las lanzaba al consumo público asi como salía de su pluma en la primera redacción. Esa es la impresión que ofrece ante algunas inexplicables vulgaridades mezcladas con sublimes inspiraciones. Emiliano además tuvo la fortuna de inspirar hermosas páginas musicales del gusto popular. Quizá no sea un hecho casual que los buenos músicos se inspiren en él para escribir páginas probablemente inmortales del folklore paraguayo.
La popularidad de Emiliano, ante todo, se debe a que responde a la característica de los trovadores, poetas épicos o semiépicos que en sus poesías usan la narrativa y las expresiones comprensibles o familiares para el pueblo.
Dentro de un todo inspirado las expresiones aparentemente medio burdas adquieren una dimensión de sublimidad. Emiliano narra los acontecimientos heroicos con fuertes figuras y giros de tipo popular. Igualmente describe en el amor haciendo resaltar las actitudes, ansias, desvelos, esperanzas…- En fin, este poeta se identifica con su pueblo asumiendo todas sus expresiones. Siempre es un poeta comprensible y familiar. Las composiciones de Emiliano casi responderían al ”Compuesto”, un género poético en que simplemente se narran las perspicacias de un acontecimiento, por lo general, trágico en que los personajes hablan, dialogan, sienten, que comienza siempre con el ”atención pido señores, atención ayeruré”.
A este género pertenece la poética religiosa de los cantos de los estacioneros, en los que se narra el acontecimiento religioso, por ejemplo, de la crucifixión con los todos los pormenores agregándoles diálogos que ni se insinúan en los Evangelios. Este estilo poético se adecua al modo específico del idioma guaraní una lengua descriptiva, con un lenguaje popular. De ahí que la sublimación del lenguaje poético de Darío Gómez Serrato, por ejemplo, no cale mucho sino en círculos intelectuales. Hace una poética superior, suprapopular, con todo que nunca se le podrá endilgar una falta de mentalidad guaraní. Su lenguaje ha superado al lenguaje común: sus temas a veces salen de la órbita de los intereses primarios del pueblo, y antes que nada, sus expresiones ya carecen de la fuerza de las expresiones populares.
La poética de la ”polka yahe´o” es una composición versificada de escasa inspiración: material tosco. El problema anotado con relación a la música de este tipo finca en que la poesía no pasa por el tamiz de una inspiración superior.Entonces las endechas de amor se convierten en plagueos; los suspiros en lágrimas, y las decepciones, en lamentaciones sin consuelo. Naturalmente para los simples versificadores faltos de inspiración es mucho más fácil hablar de las decepciones y en infidelidades de la mujer. Si observamos que muchas poesías de Emiliano y otros buenos poetas guaraníes, al quitarle la fuerza de la inspiración, se convertirán en unas burdas poesías de ”polka yahe´o”.
(x) Del libro “EL PARAGUAYO, un hombre fuera de su mundo”, por Saro Vera (Editorial EL LECTOR, 1994), Asunción, Paraguay.
|
Durante las misiones jesuíticas…
LAS DANZAS (x)
por: Dr. Juan Max Boettner
No podemos separarlas de la música. En las misiones guaraníticas había un verdadero culto de la danza. Seguiremos citando a los autores.
El Padre Peramás que nació en 1732, escribe (16): “Las danzas tenían lugar solamente en las grandes festividades del año, en la plaza, en presencia de todo el pueblo. Sólo intervenían en ella jóvenes y niños, varones y niñas por separado. Los bailes eran graves y jeroglíficos, es decir simbólicos”.
Al describir algunas danzas escribe: “San Miguel con el dragón por ejemplo, los españoles y los moros…Durante el combate guardaban movimientos rítimicos del cuerpo. También exhibían a veces bailes de conjunto, con combinaciones musicales: dos por ejemplo, preludiaban con la lira respondiéndoles otros dos con la cítara: seguían otros dos con láudes; dos con violines, dos con flautas, etc….sin cesar mientras tanto de saltar con gran ritmo y agilidad”.
Para festejar la ascensión de Carlos III: “Los cantores se encargaban de la música sagrada que ejecutaron maravillosamente durante los oficios que se celebraron…Los bailarines hicieron gala de su arte en la plaza…Fueron tan variadas las danzas que constantemente se exhibían nuevos números”.
“En el día del Santo Patrono, que cada pueblo celebraba con gran solemnidad, solía represantarse alguna obra seria…Para estas representaciones en las que intervenían niños debidamente preparados, sin admitir niñas, para los bailes que tenían lugar regularmente cada año, la comunidad proporcionaba los trajes, de acuerdo a distintas escenas”.
El Padre Xarque (43): “…porque un niño de ocho años hará ochenta mudanzas sin perder el compas de la vigüela o harpa con tanto aire como el español más ligero”.
El Padre Lafitau (61): “Las danzas…no eran bailes vulgares, sino que todos eran danzas de los que llaman de “cuenta”, esto es, figurados simbólicos”.
El Padre Pfotenhauer (24): “Los padres veían en la danza grandes peligros, y detestaban sobre todo danzas mixtas, pero como tampoco estaban en condiciones de suprimir las danzas, las colocaron al servicio de la religión...Todos los relatos están llenos de elogios para la brillantez de los trajes de los bailarines, que imitaban a los españoles, pero que los superaban sin discusión y eran guardados en la casa del jesuíta”.
Bernardo Ibáñez de Echavarri (160): cita una prohibición del padre provincial: “lo mismo parece un abuso introducir para los danzantes (danseurs) traje de seda, pues es un lujo frente a tanta miseria”.
Sigue Echavarri: “A estos muchachos danzantes los adornan con vestidos a propósito; con coronas y guirnaldas que hacen vistosas danzas; hay algunas que se componen de 24 danzantes”.
El Brigadier Diego de Alvear(168), nacido en Andalucía en 1749, describe una fiesta: ”…bailes de pantonima que egecutan los mismos cunumis (sic) o muchachos con destreza y compas, ya solos, ya entre dos, cuatro o muchos. En ellos simbolizan a veces un combate reñido de moros y cristianos. Otras veo una danza de negros, vestidos y tiznados como tales, hacienda aquellos ademanes y gestos que acostumbran con sus “Malimbos” y tamboriles.. Y otros finalmente bailan contradanzas bien ideadas..”.
(x) Del libro Música y Músicos del Paraguay, del Dr. Juan Max Boettner. Editado por primera vez por Autores Paraguayos Asociados (APA) -1956-; y reeditado por la Revista Paraguaya FA-RE-MI, en l997( 3ra.edición). Más información sobre el autor haga click sobre lo subrayado.