Ndaikuaái ojehúva chéve che ko´ente sapy´a Che ygue ygue rei etereíma ndavy´ái Ama´ ë y paraguaÿre che resa anga ko ikä Ajuségui rohecha Asunción del Paraguay Ymaitéma ku guyráicha aikove iñapytïmby Iñañáva tekove che pepo anga oikyti Noguahéiva che rendápe petéi ára tory Che pejuvaëra po´a che reru rohechami. Aga péina Ñandejara iporámante he´i Ha petéi guyrami cherendápema ojokuái Che rupívo ipépo ári chereru rohechami Amano mboyve jaíre Asunción del Paraguay. Nendivéma che ko´evo che pytu arumi jey Che peju yvytu ambue noguaheivami amoite Omymýi che korasó oikovéma che ruguy Oje´omive ichugui tukumbo rakykuere. Aheja che rembiayhu jepeve ramo ambyasy Añandúva che jopi teko rasy chemonguerái Aheja avei che symíme tapere ha pore´ý Ajuségui nderechávo Asunción del Paraguay. |
Che rasy techaga´úgui iñypytú che rekove Ha amoite javorai guýpe Nahi´ãi chéve amano Ha aru che korasóme ojehýiva ku pere Ha kyvó mante ikatúne yvotýpe aipohano. Rehendúva apurahéiró rehendúva che ñe´é Rehendúva che pyambúrõ Che rova nderehechái Koina upévare aru mbykymi ajapovaekue Purahéi nde guara Asunción del Paraguay. Tomimbi mbyja ko´é tahyapu laurel rakã Toveve pindó rogue león mi tosapukái Ñande sy topucavy tomboveve iñakãhoja Imemby tohovasa Asunción del Paraguay. Ahetúma ku jazmín ahetú avei resedá Ahetúma ku cedrón che py´a rupi rupi Hyakuãvu Paraguay ku yvága ja´eha Iporá nda ijojahái Juan de Ayolas tapyimi. Letra: Emiliano R. Fernández Música: Santiago Cortesi |
I Ñesú jhape ne rokeme Ayú ro felicitá Aruvo ndeve guará Ne santo ara guajheme Co ivispera pyjharépe Tupaó pe o repicá De incomparable alegría O anunciá ne nacimiento Tu llegada en este templo Como el sol de un bello día. II Se oye el coro del cielo De melodiosos clarines Los ángeles y serafines Opurajhéi sin recelo Ojhechá pypé en este suelo No nacei otro nde yavé Jha upéro nde resapé Junto los cuatro elementos Y feliz ne nacimiento Upégui angaitépeve. III Los astros del firmamento Pe yvaga o muataindy Todas las plantas ypoty Jhenyjhé de mil contento Refleja el lúcido centro El sol con sus resplandores De plateados fulgores O despertá en el Oriente Jha nde lucero naciente Reina de todas las flores. |
IV Allá en el confín lejano O resoná esta alegría De susurros y poesías O mombay el mundo cristiano Y en el jardín soberano Tupasy nde rovasá Upegui reyú jhaguá Fragante y majetuosa Como mañanera rosa Ape nde poty yerá. V El mundo en movimiento O ñe cambiá de carrera Oñesumbá hasta las fieras Jha o loá ne nacimiento Y entre los pliegues del viento Alabanza ña jhendú Ndeveguarante oguerú De la inmensidad lejana Jha nde estrella temprana Yvaga pygui reyú. Letra: Emiliano R. Fernández Música: Julio D. Sánchez Éxito: Vargas-Saldívar (x) Respetamos la versión original, en la grafía. |
Un curioso aforismo de Emiliano:
"En el gusto se encierra el Arte. Si el autorizado contraviniere esta advertencia,
será multado".
.."NOCHES
DEL PARAGUAY"
Un pleito entre Emiliano y Aguayo (xx)
por: Mario Rubén Álvarez
El primero demandó al segundo por plagio por esta composición,
una exaltación de la tierra. Y haciendo uso de su talento poético
le dedicó unos versos nada amistosos.
-Oiméje Samuel Aguayo, Buenos Aires-pe, ograba imba´erõ ku nde Noches del Paraguay- le contaron a Emiliano R. Fernández en 1928. El poeta, al principio, creyó que sólo se trataba de un chisme, de una broma de mal gusto ocaso. No imaginó, para nada,que le estaban diciendo la verdad.
En Puerto Casado, en abril de 1927, él había escrito el poema, cautivado por las noches de su patria. Era una exaltación de ese pedazo de día en que se ausentan las luces de la tierra y sólo el infinito ofrece su esplendor, presidido por una Luna encinta de amarillo. Y Belisario Medina – nacido en Paraguarí, según consigna Luis Szarán en su Diccionario de la música paraguaya, violinista y compositor, hermano de César Medina- le había puesto la música.
La composición había empezado a forjar su propia vida cuando, en el inicio de las grabaciones de música paraguaya en Buenos Aires –según cuenta Laureano Fernández, hijo de Emiliano, en el libro Emiliánore I. Vida y obra, entrevistado por Alberto de Luque y Antonio Carmona en sus páginas iniciales-, le llega al poeta de Yvysunú, Guarambaré, la noticia. Pregunta aquí, averigua allá. Y confirma la información.Tras reforzar con pruebas sus argumentos – siempre según el testimonio mencionado-, Emiliano demanda a Aguayo por plagio. Y, haciendo uso de su talento poético, le dedica unos versos por cierto nada amistosos. "Parece que le cobró algo por el plagio", cuenta con cautela el que se constituyó en celoso guardián de las obras de su padre.
La historia, sin embargo, no acabó allí. Samuel Aguayo le encargó al poeta sanlorenzano Pedro J. Carlés, que se encontraba en Montevideo, Uruguay, que le escribiese otra letra. Firmó con su seudónimo, Héctor Ruiz Charrúa. La poesía, que es más nostalgia que exaltación de la belleza de la noche, quedó lista en marzo de 1929. Y Aguayo le puso la música. Esta es la versión que se conoce
NOCHES DEL PARAGUAY (I) Todo es encanto La blanca Luna Luceros azules, Oh rico templo En el verano Al acercarse Todo es encanto, Yo soy el ave Letra: Emiliano R. Fernández |
NOCHES DEL PARAGUAY (II)-x- Viejos recuerdos traen memorias De ti distante me dice bohemio Huérfano incierto sigo
la ruta Pienso en mi rancho, mi madre
amada, Mi Luna hermosa no me refleja
Las noches eran claras de Luna Hoy con mis versos y con mis
cantos Letra: Augusto J. Carlés -x- Esta es la versión completa. |
(x) Del diario "ÚLTIMA HORA" (El Correo Semanal), 6-7 de Febrero de l999 (Asunción, Paraguay)
Mujer Paraguaya, Musa Inspiradora
CATALINA, LA REINA DE EMILIANO (x)
Dicen que Emiliano R. Fernández cantó
a más de 40 mujeres en sus versos. Algunas
con las que tuvo relaciones de diversa laya,
y otras a las que -incluso por pedido- incluyó
en sus estrofas. De todas ellas, Catalina Gadea
habría sido la inspiradora de una de sus canciones
más famosas conocida como "Che la Reina", cuyo
título original es "Ajháma che china", escrita
en
1928. De esas historias de poeta, bohemio y seductor
rescatamos hoy esta nota, a propósito de la fecha de
onomástico, el 8 de agosto........................................................................................por:
Marlene Sosa Lugo
"Ajumi co ipajháité che la reina nde rendápe
apurajhéi mbaracápe, si ajhátama catueté..".
Quién alguna vez no tarareó esta canción y/o recitó alguna de sus estrofas. Es quizá la canción más conocida de Emiliano R. Fernández, poeta paraguayo más representativo de la canción popular. En la búsqueda de su inspiradora encontramos referencias varias que sirven a la hora del rescate.
Por ejemplo, de acuerdo a lo relatado por doña Alicia Medina de Trujillo, directora de la imprenta de don Félix Trujillo donde se imprimía el cancionero paraguayo"Ocára poty cue mí", la canción fue escrita en 1928, y publicada en el número 27 de ese mismo año, dedicada a Catalina Gadea, quien fue la musa inspiradora del momento en que Emiliano iba a cumplir con su deber ciudadano. La referida canción, más conocida como "Che la Reina" que por su título original, tiene una estrofa casi desconocida que fue descartada porque a criterio de muchos azuzaba la violencia, en los tiempos en que la sombra de la guerra –que finalmente llegó- se cernía sobre nuestro país y Bolivia.
"Amalaya atopá
al famoso Tejerina
inambicué ndéve che china
aguerúvaerä.
Ha upé terejhéchá
la bravura paraguaya
López ra´yré co´ägapevé opyta"
Así rezaba la estrofa que finalmente fue silenciada. Tejerina es el apellido del sargento boliviano que mató al teniente Rojas Silva en el Fortín Sorpresa el 27 de marzo de 1927, incidente que dió pié a la guerra del Chaco.
Emiliano, otras canciones a Catalina: como "A mi bella Catalina" y " A Catalina", registradas también en la revista "Ocára poty cue mí".
La foto
La búsqueda de la foto fue más intensa. De los que conocíamos el legado fotográfico quedan pocos. Más conocida entre las mujeres a las que cantó Emiliano fue Belencita Lugo, morena de negras y largas trenzas, fallecida años atrás. Una foto dedicada a su amada Belencita, donde el vate aparece parado y de traje blanco, data del 20 de marzo de 1930. Es posterior a Catalina…
Angel Antonio Gini Jara fue el referente para el material, pues es uno de los más estudiosos de vida y obra de Emiliano. Hasta su casa fuimos, y nos encontramos con un valioso archivo que organiza celosamente, desde hace varios años. Entre papeles y fotografías, rescatamos la que podría ser de Catalina Gadea, la novia de la cual Emiliano se despide para ir al campo de batalla. Una mujer de la época, de rasgos muy paraguayos, posa sencillamente vestida al lado de un atril.Diversas figuras se crean en mi mente…o parece verla, al pie de una reja, escuchando el adiós de su amado..o esperando ansiosa la carta del soldado que fue a defender su suelo. No hay certificación alguna, pero quizá sea ella…La mujer, la musa, la inspiradora de tan sentida poesía.
Emiliano tuvo otros amores –el más importante quiza sea Belencita Lugo con quien finalmente se casó –pero "su reina" es la que buscábamos para esta nota que rescata de la nostalgia una historia de amor. Mañana es el cumpleaños de Emiliano. Cumple 104 años y descansará por fín en su Yvysunú natal, al pie del monumento que lleva su nombre en Guarambaré.
El domingo es el gran Encuentro con Emiliano, jornada que da inicio al anual Festival del Takuare´ë. Allí estarán poetas, intérpretes, músicos y danzarines populares. Allí se escucharán sus canciones y, de seguro, las estrofas de "Che la Reina" serán coreadas por los presentes…-
(x) De NOTICIAS EL DIARIO,7 de Agosto de 1998 (Asunción, Paraguay).
La inspiradora de la canción tiene 89 años
CATALINA, LA REINA DE EMILIANO, VIVE (x)
por: Marlene Sosa Lugo
El teléfono suena, como tantas veces,en la redacción. Una voz del otro lado me dice: "Soy Graciela, la nieta de de Catalina, la que inspiró "Che la Reina", de Emiliano...Ella vive, tiene 89 años y reconoció la foto...". De ahí llegar a su casa me tomó poco tiempo. Sin saber que ella jamás quiso dar entrevista alguna, llegué a su natal Villa Morra para escuchar su historia, mezcla de un poco de enamoramiento y mucho de bohemia...-
Todo surgió a raíz del artículo que el viernes pasado ilustró la tapa y las páginas centrales del suplemento de Arte y Espectáculos de NOTICIAS. En la nota se hablaba de la canción más conocida del poeta popular Emiliano R. Fernández "Ajháma che china", más conocida como "Che la Reina", y su musa inspiradora: Catalina Gadea. El tema musical, que no deja de tocarse en ninguna polkeada, fue publicado por primera vez en la revista "Ocára poty cue mi" en 1928, cuando Emiliano se despedía para ir a defender el suelo patrio en los comienzos de la Guerra del Chaco, luego del incidente que costara la vida del Teniente Rojas Silva.
Y se hacía un poco de historia en cuanto a esa canción, que es una de las más grabadas del acervo nativo. Se publicada también una foto, quiza la única que había de la tal Catalina, a quien el poeta dedicó tan sentidos versos Hasta allí la referencia, casi anecdótica con motivo del cumpleaños de Emiliano y del encuentro con su público, en ocasión del traslado de sus restos a Yvy Sunú, Guarambaré. Sabido es que el vate había dedicado versos a muchas otras mujeres, y se conoce también la historia de su única esposa, Belencita Lugo, pero se hacía hincapié en el tema más conocido de su vasta producción.
De eso no se habla
Lo que no sabíamos, ni quien escribe ni sus biógrafos más conocidos a quienes consulté sobre el tema, es que Catalina vivía. Pero tanta incógnita tenía su explicación: doña Catalina jamás quiso conceder ninguna entrevista sobre el tema. Era conversación casi prohibida en su casa, y cuando la canción sonaba en la radio, ella optaba por ponerla sin sonido hasta que los compases terminaran para pasar a otra melodía. Llámese pudor, respeto, ética, lo cierto es que de eso no se hablaba en el hogar conformado hoy por hijos, nietos y bisnietos, y donde hasta hace pocos años vivía don Vitalino, el esposo de doña Catalina.
Ella le había contado la historia a su única hija, hace muchísimos años, y esta a su vez – en voz baja- se la repitió a sus hijos, y estos a los nietos, y así la historia no se perdió en el tiempo. Pero mientras vivió su marido, la musa prefirió guardar silencio, y dijo no a entrevistas que se le habían solicitado décadas atrás.
En Villa Morra
Al escuchar la versión de su nieta me acerqué hasta la casa de una de las más antiguas pobladoras de Villa Morra para intentar la nota y obtener las fotos para ilustrarla. Me recibieron hija y nietos, en un ambiente de jolgorio porque la entrevista había generado la reunión de casi todos los de la familia.
La abuela de 89 años (que declara 88…por coqueta, dicen sus familiares) llegó desde el fondo de la casa hasta la sala elegantemente vestida y dispuesta, para sorpresa de todos. De pelo totalmente blanco, y unos ojos en cuya profundidad destellaba el color del cielo, se presentó Catalina Gadea, haciendo la salvedad de que ahora tampoco quería referirse al tema, porque ya no valía la pena…
Sin embargo, diálogo va, diálogo viene y – guaraní mediante, aunque habla perfecto castellano, pues es hija de españoles- la conversación se fue tornando amena hasta que…recordamos a Emiliano.
Totalmente lúcida dijo que conoció a Emiliano y a varios de sus amigos, pues su tío Benito también era músico, y la barra se reunía en la casa de un vecino, donde la música no faltaba nunca. Y fue así que él la vió, cercado de por medio, y le escribió una poesía que garabateó una tarde cuya precisión, lastimosamente, no pudimos. Las referencias tenía un hilo conductor. "El me galanteó. Yo tenía 17 años y toda la vida por delante. Finalmente, hasta me propuso matrimonio, pero como le gustaba el trago yo no quise comprometerme con él. Supe que me hizo una poesía, pero en ese momento no le dí importancia alguna…".
Solamente recuerdos
Los recuerdos se mezclan. Noches de bohemia, amistades sinceras, y la mente de la abuelita va incluso más atrás para comentarnos la trágica historia de Gastón Gadín –el parricida de Villa Morra – que ella siguió desde la muralla de su casa cuando apenas comenzaba la ecuela primaria.
Muchas cosas encajan en su historia, y escucharla nos hace conocer más al vate guaraní. Sus amigos, el espíritu aventurero, lo enamoradizo que era, y hasta su pasión por la bebida en veladas interminables. Luego, la guerra, la paz, comenzar de nuevo sin dejar su querida Villa Morra, la carnicería de su madre en el Mercado Guasú, sus primeros encuentros con el que después sería su esposo, la hija, los nietos, bisnietos…Y así, la vida de esta mujer paraguaya va pasando ante nuestros oídos y se registra en la grabadora.
No dejo de mirarla, a la par que la escucho. Tiene recelo de hablar, reconoce que no quiso hacerlo en vida de su marido, aunque este escuchaba los temas de Emiliano casi cotidianamente en los tiempos en que la radio era objeto de culto en las casas asuncenas. Con el paso de los minutos se suelta más y dice que cuando supo que el poeta le dedicó esos versos no le gustó para nada, pues ella ya estaba casada…Cuando sus nietos le hacen chanzas sobre el tema los hace callar...porque ella prefirió el silencio. La fama es puro cuento, parece ser su filosofía de vida.
Una entrevista pagada
Me cuenta que Evanhy, Miguel Angel Rodríguez, José Magno Soler, entre otros, quisieron hacerla conocer. Pero ella nunca quiso hablar. Esa tarde de lunes rompía el silencio. Era como abrir un karamegua de recuerdos con olor a tiempos idos, con color sepia…
Me pregunta cuánto tiene que pagar por la entrevista. Le digo que yo debería pagarle por las tantas veces que escuché "Che la Reina" y me emocioné por esa Catalina de la que el poeta se despide "Rojas Silva rekávo..". A esa mujer a la que pide que guarde su amor, que lo espere…-
Una linda historia de amor que se hizo canción…La canción más conocida de Emiliano R. Fernández.
(x) De NOTICIAS EL DIARIO, 12 de Agosto de 1998 (Asunción, Paraguay)
Memoria Viva
"CHE
LA REINA":
Canto de amor y de guerra (x)
La composición, con letra
de Emiliano R. Fernández
y música de Félix Pérez Cardozo, se apoderó del
alma
popular. Fue una despedida. Pero también un canto al
coraje y al patriotismo.
por: Mario Rubén Álvarez
En 1928, tras el asesinato del teniente Rojas Silva y sus compañeros, en el Fortín Sorpresa, la guerra con Bolivia se hacía cada vez más inevitable. El sentimiento colectivo clamaba venganza cumplida. Y, en ese clima que presagiaba ya el tronar de los cañones en el Chaco, Emiliano F. Fernández escribió los versos de Che la Reina, que inicialmente se llamó Aháma che china.
El poeta, andando y desandando caminos, anclaba en Villa Aurelia, en la casa del amigo Manuel González. Allí sonaba la guitarra con aires de fiesta y no faltaba la guaripola. A un paso vivía Catalina Gadea, una joven hermosa, de 19 años, de pelo castaño y ojos azules. Parecía una actriz. Emiliano la vio y quedó cautivado de su mirada.
Hoy, Catalina vive en Villa Morra. El próximo 30 de abril cumplirá 90 años. Aunque le cueste hablar sobre su romance con el vate guarambareño, suelta, de a poco, prendas. Largo había sido su silencio sobre lo ocurrido hasta que le concedió, por primera vez, una entrevista a Marlene Sosa Lugo.
-Sí, chéve che renoimíva´ekue "Che la Reina". Ha oscribi ndajéko chéve, pero che ndaikuaái voi-
cuenta, después de muchas vueltas, porque, evidentemente, le cuesta abordar un tema tan personal e íntimo. Lo que había pasado es que Emiliano, después de establecer un canal de comunicación firme con la moza, que ya tenía una niña – nacida en Puerto Pinasco, donde ella había ido a trabajar- le escribió la poesía. Fue en la casa de su amigo Manuel González donde, con frecuencia, porque era también músico, aparecía el tío de Catalina, Benito Blanco.
Emiliano se despidió después de ella, como si ya partiera para la guerra. Eso, sin embargo, ocurriría sólo cuatro años después. "Chéngo ni pintado ndahechavéiva chupe", confiesa la casi nonagenaria, cuyo rostro deja adivinar todavía el antiguo esplendor de la belleza.
Acerca de A Catalina y A mi bella Catalina, asegura no saber nada Tampoco acerca de que esperara al poeta en Prevención – lugar de concentración de los soldados, para embarcarse o desembarcar , en Asunción- , o que recibiese la promesa de tener entre sus manos la oreja del sargento Tejerina, acusado de matar a Rojas Silva.
La composición –con música de Félix Pérez Cardozo- se apoderó del alma popular. Voló a alturas insospechadas. Fue una despedida, pero también un canto al coraje y el amor a la patria. Y fue profética: anunció la llegada al Parapití.
Su aceptación fue tan grande que, por aquellos años difíciles, con ella, Eladio Martínez, en el Teatro Municipal, ganó una competencia, derrotando al favorito Sebastián Arriola, que se había presentado nada menos que con Paraguaype, con letra de Manuel Ortiz Guerrero.
CHE LA REINA (xx) Ajumiko ipahaite Che la Reina nerendápe Péina ko´ágã ahendu
che renóirõ la corneta Ahayhúgui che retã Che la
Reina rohejáta Che fusil je oime ipotï che rechaséma
je hína Ikatúnte aju jevy ndahái
katuete amanóvo Aimérõ en Parapití
amonguahëne nde apysápe Amalaya atopa el famoso Tejerina Letra: Emiliano R. Fernández (xx) Su título original fue Aháma che chína. |
(x) Del diario "ULTIMA HORA" (El Correo Semanal); 16/17 de Enero de 1999 (Asunción, Paraguay).
TRAS
LAS HUELLAS DE
EMILIANO R. FERNÁNDEZ
En el Alto Paraguay (x)
por: Mario Rubén Álvarez
Eugenio Hermosa Selliti –administrador
general de las estancias de la empresa Carlos Casado-, durante 41 años,
pacientemente, rastreó las pisadas de quien acaso como ningún otro supo
interpretar los sentimientos de una colectividad en sus diversos momentos. Sus
hallagos y constataciones están en
”Emiliano R. Fernández, el poeta del Alto Paraguay”, un libro que
todavía espera un editor. Adelantando parte del contenido de ese texto, que
tiene el aval de una cuidadosa documentación, el autor habla del artista que
produjo una parte de sus obras en los quebrachales del norte chaqueño.
Con frecuencia, las obras de Emiliano R. Fernández están firmadas en el Alto Paraguay. Así Para tu felicidad nació en el Kilómetro 61, Puerto Casado, el 31 de diciembre de 1926; La moda en el Kilómetro 11, Puerto Casado, en 1926; Ne pore´yme, en la Estancia Guaho, también de Puerto Casado, en 1928. Otros versos registran los nombres de Puerto Pinasco, Florida y otros lugares de la zona.
Si bien los datos registrados al pie de la poesía del poeta nacido en Yvy Sunu el 8 de agosto de 1894 y fallecido en Asunción el l5 de setiembre de 1949 permiten una aproximación a sus huellas andariegas, es evidente que no bastan para tener una idea acabada de lo que significó su presencia en el norte del país.
Eugenio Hermosa Selliti, agrónomo, oriundo de Caapucú, empleado de la taninera Carlos Casado desde 1954, hoy administrador general de las estancias de esa empresa, es un hombre clave para hallar respuestas a muchas preguntas sobre la vida dle que en Ocara Potycuemi firmaba también con el seudónimo de Guyrá Campana. En un libro que se llama Emiliano R. Fernández, el poeta del Alto Paraguay –que, ya terminado, clama por un editor-, el minucioso rastraedor de las pisadas del autor de Pyhare amangype –escrito en Puerto Pinasco y dedicado a Cándido Samaniego Abente, por entonces administrador de obrajes de Carlos Casado – y Che lucero ñemimby.
Donde se inicia la presencia de Emiliano en el norte del Paraguay ? La historia tiene su origen en la intolerancia política que siguió a la revolución de 1904. La familia Fernández Rivarola tuvo que emigrar, por ser colorada.Los liberales triunfantes motivaron su largo viaje. Años más tarde, siendo conscripto en Concepción, escribiría lo que se presume son sus primeras obras poéticas.
”A Emiliano se le decía ”poeta norteño” porque, en realidad, poéticamente había nacido en esa zona. En el Alto Paraguay su percepción de la realidad y su oficio de poeta maduran extraordinariamente. Él, desde luego, tenía cualidades para percibir la belleza y expresarla en palabras, pero al contacto con esa realidad del trabajo duro es que él se convierte en un poeta que sabe expresar sus sentimientos, que eran también los de sus compañeros de los obrajes. De Puerto Yvapovö pasa a Puerto Concepción, Puerto Max y Colonia San Lázaro. Pasa al otro lado del río Paraguay y ya está en el Chaco: Puerto Pinasco, Casado, Sastre, Guaraní y Puerto María son sus destinos”, comenta don Eugenio.
En 1923 estuvo en la zona de Puerto Casado. Los dominios de la empresa taninera, por entonces, eran mucho más extensos que los de hoy, que siguen siendo considerables. El poeta era para todo. No había trabajo que le resultara extraño. Cuadrillero, cortador de tejas de palma, cargador de vagones, carrero o carpintero, siempre andaba con un arrugado cuaderno a mano. En el año mencionado, aún estampaba al pie de sus poemas Emiliano Fernández. Así también estaba registrado en las anotaciones de la patronal.
Desde 1926, sin embargo, aparece ya el nombre definitivo del artista: Emiliano R. Fernández, según la constatación de Hermosa Selliti. Ya dueño de su voz poética, con la fama no sólo en tierras del quebracho, el vate utiliza su creatividad para identificarse con la ”R” del apellido de su madre, agregándole el de su padre, Silvestre Fernández, que también trabajaba en los obrajes: ”Sonaba a poesía, por eso se llamó así”, explica don Eugenio.
No faltan quienes dicen que el poeta era hábil solo en guitarra, las palabras y el trago. Lo quieren descalificar en su condición de trabajador, de hombre que tiene en su cuerpo el rastro del sacrificio para ganarse el pan. ”Emiliano era un trabajador nato. Como hachero, producía más de lo normal, por eso los libros contables registran las gratificaciones que recibió” testimonia el empleado de Carlos Casado, quien tiene acceso a los documentos que menciona.
Don Eugenio pide un momento. Con cuidado sumo, abre un amarillento papel. Es el ”Archivo Maestro”. Tiene un metro con 20 centímetros por 80 centímetros. Las letras son de una caligrafía de maestra de antes. Allí, en el folio 576, de 1926, está el nombre de Emiliano. ”Su promedio de producción era de 1.200 pesos al mes. Eso significa que con esa plata, para tener una idea, él podía comprar una vaca y media”, acota, para mostrar que tiene una gratificación de 194 pesos por haber sobrepasado el tope impuesto por la admnistración.
”Despedido por farrista”, dice, sin embargo, en una parte de la memoria escrita de los obrajeros. ”Eso fue porque tuvo un problema con alguien. La farra era parte de la vida de los quebrachales. Ese episodio, sin embargo, no significó ruptura con el patrón de entonces, José Casado. Éste, cuando Eligio Ayala, desde Asunción, lo llamó, le compró un traje para que se presentara dignamente en el Palacio de Gobierno”.
(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 30 de setiembre
de 1995 (Asunción, Paraguay)
PYHARE
AMANGUÝPE
Amenazorö pyhare De tanto pe akyhyje Guahotype apete Bandada tajykatï |
Osapukáima león Vecino pe ahendu Oñemondýi mborevi Riachapo jakare Pícadare mombyry |
|
CHE
MBARAKAMÍNTE Che
mbarakami che sýicha avei amokunu´üva Kuña
ipy´aróva areko rãngue che pykuaharãva Kuña
sarigue oikóma vaekue ko´ape ha pépe Nacherasëichéne
cheañonte aikoro tape pukuvére Tesangyrirémo
che rasëhague che resa ojypáma Che
mbarakamínte chemoirümiha verso kachachãme |
Emiliano
R. Fernández
Memoria Viva
por: Mario Rubén Álvarez
(Poeta y periodista)
Andrés Cuenca Saldívar le puso música a una letra que su padre le trajo. No sabía de quién era hasta que, tras una carrera de caballos, se le presenta el autor, nada menos que Emiliano R. Fernández.
-Ajuhu che ra´y ko letra pe aikoha rupi ha agueru ndéve (Encontré esta letra andando y te traje- le anunció Bonifacio Cuenca a su hijo Andrés, en Alfonso Tranquera, Departamento de la Cordillera).
Andrés, feliz de la vida, según cuenta su sobrino Vidal Cabañas Saldívar (Jhonny Walker), se apartó en un rincón de su casa. Extasiado leyó la poesía y, mecanicamente, le fue poniendo melodía en su interior. No tendría más de 15 años entonces y ya era músico hecho y derecho, además de compositor. Ingratitud se llamaba la obra escrita en una hoja de cuaderno.
Don Bonifacio tenía una chata en la que, desde Yhaguy, transportaba por el río Paraguay –llegando hasta Itapirú, ya muy al sur- esencia de petit grain, raja y carbón. En uno de sus puertos, alguien le copió la letra que le había traído a su hijo con la secreta intención de que le gustara y le pusiera música.
En Benjamín Aceval acaba de terminar la carrera de caballos. El afamado guaino Andrés Cuenca Saldívar se había olvidado ya de la presión recibida, de la corrida oreja a oreja del tramo final y de la victoria obtenida. Está en una cantina de los alrededores de la cancha, entregado a su otra pasión: la música.
Cuando termina de cantar, un hombre flaco y desgarbado, vestido de militar, lo retiene:
-Mávapa nde, mitã ( Quién eres, mi hijo)- interroga el hombre.
-Che hína Cuenca –replica el muchacho, sin sorpresa.
-Mba´e valle (De que lugar).
-Che hína Alfonso Tranqueraygua (Soy de Alfonso Tranquera).
-Mba´éicha rupi repurahéi ”A una ingrata” (Cómo es que cantas esa canción) –pregunta con voz que el muchacho percibe es de amenaza.
Allí, Andrés Cuenca Saldívar le cuenta cómo vino a parar la letra a sus manos.
-Máva mba´echa pe poesía nde ere (De quién crees que es la poesía).
-Ndaikuaaietevoi (No tengo la menor idea).
-Reikuaa haguã, che ra´y, péa che letra hína. Ascriviva´ekue Marciana de la Vega-pe heta oñopügui che korãsö ha iñambuégui chehegui imborayhu. Che ha´e la Emiliano R. Fernández hína (Para que sepas, mi hijo, esa letra es mía. La escribí a Marciana de la Vega por los sufrimientos que ocasionó a mi corazón al no corresponderme más. Yo soy Emiliano R. Fernández).
Andrés queda mudo, estupefacto. Había escuchado hablar de esa poeta, pero jamás pensó que la letra a la que puso música sería de él.
-Ndaipori problema mi hijo. Che gusta la rejapóva (No hay problema. Me gusta la melodía) le tranquilizó. Y sacó de su bolsillo Ko´ápe che avy´ave y Kokueréro purahéi (que luego se llamó Barcino koli) para entregarle.
-Ãvã avei rejapóta ñandéve porque nde vale (También a éstos les va a poner música porque eres capaz).
Se pasaron las manos y se despidieron. Cada uno volvió a lo suyo. Emiliano, a los caminos y la poesía. Andres Cuenca Saldívar, a la música y a los caballos.
Ingratitud
En este triste momento
vengo al pie de tu reja
oye mi amada la queja
de mi fatal sentimiento
un puñal de sufrimiento
che korasöme otrapasáva
che sentido ocautiváva
la impaciencia de tu amor
a más día añandu peor
en esta vida quebrantada.
Guyra ndopuraheivéi
che acompaña la tristeza
ohechápype la firmeza
tu amor nocorrespondéi
chéve guarã ndaha´éi
aquel pimpollo de flor
más que pena y dolor
injusta che condena
ha upépe amanova´erã
en la cárcel de tu amor.
Sin remedio tu desprecio
arojahe´óne mante
consuelo ajuhu peve
a mi corazón deshecho
asufríva dentro del pecho
este pesar sin segundo
ndajuhúi en este mundo
ko ndéicha ahayhuva´erã
nde repermiti che ahasa
este tormento profundo.
Pero algún día ku ikatu
nesentídope ijatypa
reguapyne reropensa
mba´épa ko mborayhu
tal vez mo upépe ou
a un ingrata memoria
esta triste trayectoria
nekorãsö rerosentí
aquella perdida gloria.
Adiós prenda idolatrada
Repytáva regosa
Delicia ha amor pörã
Con el ser ndeadoráva
che sólo ndéve ahejáta
este recuerdo sagrado
ajeívo de tu lado
nemandu´ami haguã
de este fiel nde rayhuha
que sin tiempo fue despreciado.
Eñatende con piedad
hermosa prenda querida
en esta estrofa sentida
que llora tu falsedad
tu efímera amistad
tu ingratitud destructora
noche, día, minuto y hora
che apensáva nde rehe
sin que nde recorresponde
ingrata mal pagadora.
Letra: Emiliano R. Fernández
Música: Andrés Cuenca Saldívar
(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 5-6 de agosto de 2000 (Asunción, Paraguay)
por: Marlene Sosa Lugo
En el barrio Loma Clavel, actual emplazamiento de la capilla Stella Maris, un hombre es herido de muerte el 3 de noviembre de 1948. Emiliano Rivarola Fernández recibía entonces la puñalada que finalmente lo lleva de este mundo casi un año después en el Hospital Militar. Su pluma, sin embargo, legó a su pueblo los versos más bellos para cantar a la madre, a la novia, a la patria, a la fe. Pasiones, desamores, traiciones, vivencias, paisajes, todo cabe en la obra de Emiliano que el pueblo canta, hoy más que nunca. En este l5 de setiembre, la crónica de su muerte todavía emociona…-
Sus ancianos padres lo cuidaron mucho tiempo en el barrio Bejerano, luego de la mortal herida. El poeta tenía entonces 54 años de edad, y era conocido como Emiliano R. Fernández, habiendo optado por destacar su apellido materno. Cuando su salud se agravó fue enviado nuevamente al Hospital Militar. Allí siguió escribiendo versos como ”Rohayhúgui rei”, (23 de enero de l949), juguete poético en el que refleja la admiración sin límites por la destinataria de su obra, cuyo nombre no consigna. En su dedicatoria expresa: ”Purahéi chu´i che kamba jukype ipaha pyre”. Luego siempre en su lecho de enfermo escribe su penúltima obra titulada ”Arasy memby tee” cuya dedicatoria reza: ”Facunda Velázquez oñongatu va´erã ikuatia apytépe”. Se trataba de la enfermera, oriunda de Yaguarón, que prodiga cuidados extremos al poeta.
El 25 de enero de 1949, el poeta escribe por última vez y lo hace a su compañera de todos los caminos. La llama ”Mi pluma”.
Es mi pluma una doncella, mi vanguardia, mi heroína,
que en la brega nunca merma su audacia, su valor,
y es ella, esa lanza, la que pica aguda y fina,
centinela de mi vida, guardiana de mi dolor…
Meses después, el l5 de setiembre, a las l6 horas, el poeta muere en el Hospital Militar de Asunción. Sus restos fueron velados en el barrio Pinozá, en las calles Morquio y Luis Alberto de Herrera, en el domicilio de Máxima Jara, a quien dedicara versos desde 1930. A esta dirección, actualmente ignorada, concurrió el entonces presidente del Paraguay, doctor Federico Chávez, y los componentes de su Gabinete. Fue una gloria de las letras y también de las batallas paraguayas. El sepelio se realizó el 16 de setiembre en el Cementerio de la Recoleta, en el panteón de la familia Jara, con honores militares de Teniente Primero del Ejercito Nacional y ante la congoja de cientos de personas, entre ellos sus colegas poetas, excombatientes del Chaco, y admiradores de sus canciones.
Pero el poeta del pueblo no se despedía. Vencía en ese momento a la muerte y al tiempo.
Regresó, años después, al lugar que lo había visto nacer: Yvysunú (Guarambaré) acompañado de una multitud impresionante. Descansa en el predio que hoy pertenece al Festival del Takuare´ë y donde se levanta un monumento que perpetúa su memoria físicamente. Allí, cada agosto, en ocasión de la fecha de su onomástico, hay un ”Encuentro con Emiliano”, lleno de música y de expresiones nativas, demostrando que sigue vivo en el sentimiento de su pueblo.
(x) De: DIARIO NOTICIAS, l5 de setiembre de 2000 (Asunción, Paraguay)
Maria
Belén Lugo (el de la trenza), la amada "Belencita",
con quién se casó Emiliano R. Fernández.
Ella falleció a los 80 años de edad.