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ACTUALIDAD
LUIS ALBERTO DEL PARANÁ
LA MUSICA NO SE DETIENE
Es curioso comprobar que aún hoy los discos de Luis Alberto del Paraná (1926-1974) figuren en las listas de los primeros veinte éxitos, compitiendo con grupos y solistas modernos, como Maná, Gloria Estefan y Alejandro Fernández. Ello se debe por supuesto a su talento, que cualquier oyente puede comprobar con el último álbum que recoge sus mejores canciones en compactos. Eso por un lado, y por otro por el tremendo cariño que siente el público paraguayo por el tempramente desaparecido músico.
Hace unos días por el canal Volver se vio un video de Paraná actuando en Casino, uno de los programas pioneros de la vecina Argentina.Allí se pudo observar su estilo dinámico, y también su simpatía y esa cordial manera de interpretar los temas con una voz muy clara como potente, con personalidad.
Como muchos artistas, don Luis Alberto del Paraná hizo su carrera en Europa, donde permaneció por más de dos décadas. Luis Szarán, en su Diccionario de la Música en el Paraguay, escribe que este intérprete grabó más de 500 canciones a lo largo de su carrera, que batió numerosos récords de venta de sus grabaciones y se presentó ante pontífices, gobernantes y monarcas. Señala que grabó más de 100 discos, que Szarán se ocupa de nombrar el título de cada uno. Esto lo escribimos para los lectores que quieran ahondar más en su discografía. El sello que comercializó sus discos fue Philips.
Durante su carrera formó varios grupos, siendo los más populares Trío Los Paraguayos y Los Paraguayos.
Apunta Szarán que su estilo era también muy criticado por interpretar las canciones paraguayas en forma de boleros o baladas, pero que obstante logró conquistar un gran mercado.
Recibió varios premios, entre ellos el Globo de Oro del Mundo Musical, por la grabación de 500 canciones en 51 discos long play y por la venta de más de 20 millones de copias y 250 mil casetes.Ganó ocho discos de oro y se presentó en 76 países.
Este es otro de los fenómenos paraguayos que se distinguieron en exigentes escenarios interncionales.Su verdadero era Luis Osmer Meza, pero para usted Luis Alberto del Paraná, una figura inolvidable.
César González P.
(x) Del diario "Ultima Hora" (El Correo Semanal); 22/23 de Agosto de 1998, Asunción, Paraguay
................................................................LOS PARAGUAYOS: De izq.a der.
:...................................................... Angel "Pato" García,Fausto Franco, Adrían Barreto, Alfredo Marcucci y Luis Alberto del Paraná.
Arte y Espectáculos
Adrián Barreto, alma de artista, destino de golondrina. (X)
por: Marilyn Vera
Recién llegado de una Suiza congelada a 22 grados bajo cero, se encontró de pronto sumergido en el "horno" del verano paraguayo y aún sin recuperarse del "impacto" del cambio de clima y "sudando la gota gorda" (a pesar del aire acondicionado), conversó con nosotros manifestándose feliz de estar nuevamente en esta tierra, su tierra, que lleva prendida en el corazón adonde quiera que va y a la que le canta desde hace 30 años recorriendo el mundo, con destino de golondrina.
Adrián Barreto, hoy tiene un nombre que suena por sí mismo en el mundo del espectáculo de la vieja Europa, pero que sus compatriotas aún recordamos como la primera voz del conjunto de Luis Alberto del Paraná y Los Paraguayos.
Se confiesa un auténtico campesino que salió de su Pehuajó mí natal directamente hacia el viejo mundo, tras una breve estancia en Asunción.
"Cumplí 17 años en Beirut -dice -actuando junto a Amado del Paraguay y Dionisio Villamayor y desde entonces ando girando el mundo".
Un año después pasó a integrar el conjunto "Los Paraguayos" en el que permaneció hasta el deceso de Luis Alberto del Paraná.
"Cuando Luis murió -recuerda - todos los que estábamos integrando el grupo original salimos porque su desaparición fue un golpe que no pudimos superar".
Se lanzó entonces como solista y desde ese momento viene trabajando con su nombre como sello de su conjunto.
La época dorada de "Los Paraguayos"
Define la época de "Los paraguayos" como "una época dorada" que no se volvió a repetir, "desde entonces cambió todo - dice- Luis Alberto fue un pionero y llegó en un momento en que la gente en Europa tenía muy poco conocimiento de la música latinoamericana y por lo tanto era un mercado virgen. Podemos decir que "Los Paraguayos" fuimos representantes de toda Latinoamérica ya que cantábamos canciones de todos los países".
Ningún otro músico paraguayo o artista de nuestro país, tuvo acceso a escenarios tan importantes como el Olympia de París, el Royal Albert Hall de Londres o el Estadio Monumental de Tokyo donde acudió tanta gente que se produjo un tumulto solo igualado al que lograron "Los Beatles" en su mejor momento.
Al respecto y mirando desde la perspectiva que da el tiempo Barreto dice: "ahora, a 25 años de la muerte de Luis Alberto me doy cuenta de la dimensión que tuvimos con ese grupo. Hasta ahora nadie olvida a Paraná y cuando nos ven en un escenario con un arpa automáticamente dicen: los paraguayos.
A la sombra de un grande
Es tremendamente difícil para los artistas que vinieron después, salir de la sombra de una personalidad tan grande como la de Paraná y muchos han adicionado "los paraguayos" al nombre de su conjunto. Yo particularmente -afirma- nunca quise utilizar este nombre para seguir trabajando porque creo que es una gloria que Luis logró a todo pulmón con mucho sacrificio, con muchísima inteligencia, mucha disciplina y me parece criticable que hoy día un artista se quiera servir de todo eso para abrirse camino. Hay inclusive grupo de bolivianos y argentinos que se hacen para por paraguayos para utilizar de alguna manera la gloria alcanzada por Paraná".
"Llevo sí con mucho orgullo -prosigue- el hecho de haber integrado este conjunto por muchos años lo que sigo considerando un honor".
Indagamos tratando de conocer las causas por las cuales ningún otro grupo accedió al sitial que logró Paraná y Barreto nos responde: "se tiene que tener aparte de un gran profesionalismo, mucha disciplina y un gran espíritu de sacrificio. Nuestros músicos jóvenes van ahora hacia la aventura y no quieren sacrificarse para formar algo sólido, aparece un trabajito y dejan a sus compañeros, ya no existe la seriedad con que nosotros nos manejábamos.
Nosotros nos fuimos muy jóvenes, Fausto Franco, Dionisio Villamayor y yo no teníamos 20 años pero teníamos un gran espíritu de superación y a pesar de las noches de actuación, nos levantábamos a las siete de la mañana para estudiar idiomas, música, composición, etc. Muchas veces nos preguntan cómo lo hacíamos, con que tiempo, pues... el tiempo se hace si uno quiere superarse. No nos conformábamos en decir: ya tenemos éxito, buscábamos siempre la superación que solo llega a través del sacrificio".
Los jóvenes y el folklore
Con respecto a nuestra música afirma: "lamentablemente aquí no veo el entusiasmo que existe en otros países latinoamericanos de los jóvenes hacia su folklore, no veo renovarse el repertorio. Quedan las canciones que definitivamente conforman la joya de nuestro folklore, pero no hay una continuidad en compositores jóvenes con nuevas propuestas. No creo que la música paraguaya haya que desvirtuarla, pero podríamos incorporarle otros instrumentos sin sacarla de sus raíces para renovar el interés de las nuevas generaciones. Nuestra juventud está totalmente desarraigada de su folklore y es una pena".
Afirma que también la industria del espectáculo cambió y no precisamente a favor del talento: "hace 25 años -afirma- las compañías disqueras salían a la caza de talentos verdaderos. Hoy día venden un producto fabricado en laboratorios, toman un niño lindo, le pulen la imagen, contratan compositores, arregladores, etc. y lo lanzan como productos de consumo. ¿Cuántos cantautores verdaderos existen en el habla hispana? - se pregunta- podemos contarlos con los dedos: Serrat, Milanés, Sabina y hasta por allí nomás. Y me refiero a gente que realmente llega por la grandiosidad de su talento creativo. Después todos son productos fabricados por profesionales, por lo que hoy día ya no somos artistas, somos mercadería"
Su silenciosa protesta
Hace más de 25 años que no actúa en nuestro país y no pocos le tratan de ingrato por esa razón, pero él lo explica: "es mi silenciosa protesta a la poca importancia que se nos da, porque aquí aún no se valora a los artistas que deben hacerlo todo con extremo sacrificio, buscan auspiciantes, no encuentran, hacen a pulmón su recital y no va nadie; por eso no actúo aquí. Además cuando vengo no cuento con tanto tiempo y prefiero pasarlo con mi familia.
Si voy a venir a cantar aquí quisiera traer mi grupo al menos en sus elementos básicos, siete personas como mínimo. A esos siete músicos debo alojarlos en un buen hotel y preparar por lo menos media docena de recitales grandes, pero eso es difícil porque somos paraguayos.
Nuestra gente no valora a los artistas
La gente aquí no cree en nosotros-afirma con tristeza- venimos a pedir una suma de dinero y nos responden "por esa suma traemos a un grupo internacional", sin que nosotros podemos ser más internacionales que esos mexicanos que muchas veces traen y que nunca salieron de México".
La desidia oficial
Viajó por tantas veces y por tantos países que ya perdió la cuenta, pero en todos encontró un denominador común: no se conoce el Paraguay y si se lo conoce es por la música. "Los músicos son los verdaderos embajadores paraguayos por el mundo -manifiesta- ya que nuestras misiones en el extranjero no hacen absolutamente nada para hacer conocer a nuestro país, y que me disculpen los señores diplomáticos que están en servicio, pero es la absoluta verdad. Con decirte que inclusive tenemos problemas para renovar nuestros pasaportes.
Nuestros representantes diplomáticos no solo no nos ayudan para nada, sino que inclusive se esconden de sus propios compatriotas. Nos ha ocurrido cientos de veces que cuando nos hacemos anunciar nunca están, como si fuéramos a para pedirles plata y es una pena, porque hay tanto que ofrecer para atraer a los extranjeros; hay un turismo virgen, sin desarrollar, un turismo ecológico que hoy día en el mundo tanto se aprecia, pero lamentablemente a nivel oficial no se hace nada".
Su nostalgia
Yo creo que ningún paraguayo piensa quedarse definitivamente afuera -manifiesta- yo personalmente siempre sueño con retornar, pero si tendría que vivir de la música no veo la posibilidad".
Y a pesar acusar aún el impacto de salir de la nieve para entrar en el "horno" de nuestro verano que le hace "sudar la gota gorda", manifiesta su felicidad por estar en su tierra. Aquí se renueva en el afecto de su madre y en el encuentro con las cosas simples de la vida campesina: pisar la tierra descalzo, ir de pesca con sus compueblanos y llenarse el alma del verde de la naturaleza antes de volver a emprender el vuelo hacia su destino: el de ser una eterna golondrina que va migrando de país en país, de continente en continente, pero cantando siempre a su patria, con el corazón lleno de nostalgia.
(X) Del diario NOTICIAS, 12 de Marzo de 1999 (Asunción-Paraguay)
Memoria Viva
Parana y su Trío los Paraguayos con B.Garcete Saldivar pescando en las aguas del Báltico frente a la ciudad de Snekersten (Dinamarca)
mayo 1958
Los Paraguayos en Finlandia: de izq. a der. Carmen Santana (esposa de Paraná), Luis Alberto del Paraná, Alfredo Marcucci, Julio Jara; y dos miembros de la televisión finlandesa. (Cámara: B. Garcete Saldívar; el 5 de Junio de 1963
"MI RETORNO"
Una voz desde otra garganta (x)
por: Mario Rubén Álvarez
A veces el poeta se transforma en otro. Como puede mejorar su imaginación a la medida de sus deseos, se ubica en la posible experiencia de su semejante y, desde allí, a partir de algunos datos concretos, construye su obra. Esto es lo que sucedió con Pedro Sosa Melgarejo, cuyo nombre artístico es Carlos Sosa (nacido el 29 de abril de 1926 en el barrio Trinidad de la capital, y fallecido el 10 de junio de 1990 en Asunción) al escribir y componer "Mi retorno".
La madre de Luis Alberto del Paraná (Luis Osmer Meza, venido al mundo en Altos el 21 de junio de 1926 y muerto en Inglaterra el 15 de setiembre de 1974) que se llamaba doña Jacinta Meza, había fallecido en ausencia de su hijo, músico y viajero infatigable. El poeta, al enterarse de lo ocurrido y conociendo la historia de Paraná, describe, en primera persona, su retorno.
Los primeros versos ubican el espacio de la memoria feliz de la infancia. De a poco, emerge el recuerdo de la madre, a la que ya nunca podrá besar en sus regresos. Ancla, después, en la vida de andariego y expresa el anhelo de morir en su tierra "cantando guaranias".
A comienzos de 1966, cuando Paraná viene a Asunción, Carlos Sosa y su esposa doña Máxima Lugo según la hija de ambos, Marlene Sosa Lugo- van a visitar a Paraná, hospedado en el Hotel Guaraní. Carlos le entrega la letra y la música diciéndole que las inscriba en su nombre, que con esa intención él hizo la obra. Era un regalo de su parte como gesto admiración y de reconocimiento.
-No chamígo, mba´éicha piko che añemomba´éta aipo ne mba´ere. De ninguna manera- le responde Luis Alberto.Lo que te voy a pedir es que registres la obra y yo, con toda seguridad la voy a cantar.
El 29 de agosto de 1966 Carlos Sosa registra su inspiración en Autores Paraguayos Asociados, APA. Paraná, introduciendo algunos cambios en la letra dice, por ejemplo: he vuelto mamá, en vez de: ajúma mamá; muy grandes y lujosas, en vez de Nueva York y Tokio, sin modificar la música, la canta según lo prometido. Desde entonces, la composición identifica plenamente a Luis Alberto del Paraná. Aunque no salió de sus manos y de su espíritu, la sensibilidad del poeta logró captar una parte esencial de la existencia del que fue embajador de la música paraguaya desde la década del 50 hasta su fallecimiento- en el mundo.
Lo relatado revela también la categoría de su espíritu pudiendo perfectamente apoderarse de la obra que se le ofrecía en bandeja, con toda generosidad, él prefiere dejar las cosas en su lugar: que el autor no desaparezca y él sea sólo el intérprete de su poesía y de su música.
.........MI RETORNO -x- He vuelto a mi patria
buscando con ansias He vuelto a mi patria
porque ya no pude Sólo me consuelan hoy
nuestras costumbres Recorrí ciudades: Nueva
York y Tokio, Letra y Música: Carlos Sosa |
Esta es la versión original modificada, al cantar por Luis Alberto del Paraná.
(xx) Del diario "ÚLTIMA HORA" (El Correo Semanal), 20-21 de Febrero de l999 (Asunción,Paraguay).
Copia del Certificado de Nacimiento de Luis Alberto del Paraná (entonces Luis
Osmer Mesa)
El embrujo de la música paraguaya.
por: Agustín Barboza
Apenas terminanos de grabar la segunda placa para la "Philips", Oscar (Birks) nos llevó a cumplir un contrato firmado en Lieja y actuamos como artistas exclusivos en el Teatro de la Ópera durante tres días. Nuestro concierto resultó todo un acontecimiento artístico y mientras estuvimos en la ciudad logramos que las localidades se agotaran antes de comenzar cada función.
Al volver de Lieja hicimos varios recitales en el Teatro de Bruselas, combinando con presentaciones en el night-club "Bouef sur le toit" con un éxito relevante que puso el nombre de "Los Paraguayos" entre los artistas extranjeros más destacados.
Culminado este brillante ciclo en el que alternamos en casinos, "boites", night-clubs, conciertos, galas y recitales, Oscar y Waldemar (1) obtuvieron un convenio para que actuásemos en el teatro de la Universidad Libre de Bruselas.
Ofrecimos un recital basado exclusivamente en la música paraguaya. A medida que avanzaba nuestra actuación, el público compuesto por numerosos estudiantes y profesores, se iba enfervorizando cada vez más, hasta que en un momento varios de ellos con un entusiasmo desbordado subieron al escenario y se abalanzaron sobre Luis Alberto (del Paraná), y entre apretujones y abrazos, le rompieron la guitarra.
Cualquier puede pensar que si a un artista le ocurriese semejante percance reaccionaría airado, encarándose con medio mundo, pero Luis Alberto ni se inmutó. Aprovechando el instante de zozobra que se apoderó de sus impectuosos admiradores elevó uno de sus brazos exhibiendo la guitarra rota, y en una reacción genial tomó una pluma y en la tapa armónica del instrumento escribió una dedicatoria, obsequiándosela a la Universidad.
El Rector, conmovido por tan caballeroso gesto, anunció que la guitarra rota de Luis Alberto, compañera de tantas luchas y también conocedora de éxitos, iba a enriquecer desde ese día el patrimonio del museo de la Universidad.
Luego del resonante éxito que habíamos obtenido en el Ancien Belgique de Bruselas, fuimos invitados por los directores de la casa central de la "Philips" para visitar Holanda. Se enteraron de que miembros de la familia real holandesa habían comentado muy favorablemente nuestro trabajo y que la reina Juliana había incluido nuestra placa en su discoteca. Un funcionario de la compañia confirmó el hecho y obtuvo el consentimiento de la reina para asistir a un recital que haríamos en su homenaje en el local de la Universidad de Leiden. Luego de dicha cita, debíamos trasladarnos a Baarn, ciudad donde "Philips" tenía su fábrica de impresión y empaque de discos.
Como el viaje debía realizarse de inmediato, invitamos a Waldemar para que nos acompañara. Como él tenía algunos compromisos de trabajo para la hora de nuestra partida, nos prometió estar sin falta para el inicio del recital.
Aunque la distancia entre Amberes y Leiden era de unos cien kilómetros, decidimos salir a media mañana para llegar con buena anticipación y arreglar de antemano todos los detalles de nuestra presentación. Alcanzamos la frontera holandesa y los compañeros me encomendaron que me encargase de presentar nuestros documentos en la aduana.
El funcionario los revisó de la primera a la última página y bastante airado me señaló que nuestros pasaportes no estaban visados. La situación era terrible y a la vez irónica, porque con Waldemar nos veíamos todos los días y él no nos indicó la necesidad de ese requisito.
El encargado de la aduana, un holandés rubicundo e inflexible, no quería entrar en razones para dejarnos seguir, a pesar de haberle explicado en francés más que elemental la importancia de nuestra misión.
Al volver al auto y comentar la dificultad, Digno (García) habló de regresar a Amberes, que no quedaba lejos de la frontera, para que Waldemar nos solucionase el problema. Luis Alberto en cambio se mostró tan inflexible como el aduanero en volver y se reafirmaba una y otra vez en que desandar el camino traía mala suerte.
Luis Alberto, incomodado por el contratiempo, abandonó el auto con la guitarra apretada entre los brazos y mientras la afinaba nos pidió que hiciésemos lo propio. Apoyados en el paral que hacía de tope a la barrera nos pusimos a cantar.
El guardia se acercó incrédulo hacia nosotros, al igual que los numerosos automovilistas, cuyos vehículos habían formado una larga fila detrás del nuestro.
Después de la quinta canción, el de la aduana fue hasta la casilla que le servía de refugio y a su vuelta notamos que traía consigo una copia de nuestro primer disco. Nos miró fijamente y al comprobar que éramos los integrantes del trío "Los Paraguayos", nos abrazó emocionado, y nos pidió que le firmáramos la carátula del álbum. Luego fue a traer un formulario, lo llenó de sellos y con una amable reverencia nos dio paso.
Reanudamos el viaje en medio de los aplausos de la concurrencia que se había formado espontáneamente a nuestro rededor, y Luis Alberto, no totalmente convencido aún del feliz desenlace que tuvo el percance, nos dijo con un dejo burlón:
-Ko´ã gríngopeko jaipy´akapa va´erã polka púpe. (A estos gringos debemos atorarlos con el sonido de la polka).
Arribamos a Leiden cerca del mediodía y nos dirigimos directamente a la sección local de la "Philips". Allí fuimos recibidos muy cordialmente por sus principales dirigentes, quienes sin demora nos llevaron a un hotel a almorzar.
Una vez puesto a punto todo lo relacionado con el recital, nos retiramos a descansar, considerando que la improvisaba actuación que tuvimos que realizar en la frontera bien valía por un buen ensayo.
A la hora convenida se presentó al hotel Waldemar, a bordo de un lujoso automóvil negro. Nos dijo que lo había traído a propósito para transportanos, porque el aspecto de nuestro heroico "Studebaker" dejaba mucho que desear. Waldemar nos llevó a la Universidad y fuimos recibidos por el Rector y el Director General de la "Philips".
El edificio, antiguo y solemne, estaba adornado en el frente, el vestíbulo y en sus largas galerías con banderas, grandes moños y escarapelas de color rojo, blanco y azul. Luis Alberto se sintió muy conmovido por el amable gesto que tuvieron los organizadores el embanderar el local con los colores del pabellón patrio.
Waldemar esbozó una breve sonrisa y le aclaró que las banderas eran holandesas y que la profusa ornamentación obedecía a que era un acto oficial por la venida de la reina. Luis Alberto ni se inmutó por la noticia, detuvo el paso brevemente, tomó cierta distancia de Waldemar y le dijo muy convencido de que él no era culpable de que los holandeses no tuvieron mejor gusto que copiar los colores de la bandera paraguaya.
Llegamos a las puertas del salón de actos acompañados por el Rector y el Director de la "Philips" y comprobamos que estaba lleno de lado a lado. Cuando ingresamos el público se puso de pie y nos dio una cordial bienvenida. Al cesar los aplausos, el Rector nos llevó a la primera fila donde estaban sentadas varias mujeres y nos presentó a la mismísima reina Juliana.
Si bien nosotros habíamos llegado con entera puntualidad, el intérprete nos informó de que la reina había venido un poco antes y que había dicho que no era el caso de hacer esperar a los artistas.
Era evidente que su nobleza residía más en su humildad que en su rango, pues la reina Juliana, joven aún y muy distinguida, además de obsequiarnos con esa inmerecida atención, estaba departiendo con la gente sin ningún protocolo ni aparatosas guardias, como si fuera un encuentro habitual entre amigos.
Estaba vestida con un sencillo traje de calle y tocada con un discreto sombrero que apenas la diferenciaba del resto de las damas de su comitiva.
El director de la "Philips" dijo algunas palabras de presentación en holandés e inmediatamente iniciamos nuestra actuación. Nos retiramos a unos tres metros del lugar donde estaba sentada la reina y comenzamos a cantar con mucho entusiasmo y sentimiento.
Era verdad que Juliana estaba cautivada por la belleza de la música paraguaya, porque escuchaba nuestras canciones con indisimulado deleite y aplaudía con sincero y ostensible entusiasmo.
En ese ambiente tan cálido y amistoso, facilitado
por la actitud modesta y comedida de la reina, nuestro trabajo se desarrolló
con mucha facilidad y culminó con la debida solvencia que en nada desmereció
la expectativa que había creado nuestra presencia en Leiden.
Al final, el director de la "Philips" nos trajo un obsequio para la reina Juliana. Digno y yo decidimos que Luis Alberto fuera el encargado de entregárselo. Nos acercamos a ella sin desprendernos de nuestros instrumentos, tal vez evocando inconscientemente lo ocurrido con Luis Alberto en la Universidad Libre de Bruselas. El hizo una leve inclinación de cabeza y le dijo una frase en francés que para nosotros fue una revelación:
-Madame, Ca c´est pour vous.
La reina Juliana abrió el presente, extrajo nuestros discos y los exhibió en medio de la ovación del público. Nos pidió que los autografiásemos y luego que cumplimos ese menester nos dio la mano en señal de afecto y felicitación. Elogió muy vivamente nuestra labor y hasta tuvo la deferencia de apreciar y admirar la textura de nuestros ponchos de sesenta listas y nuestras camisas de ao po´i.
Waldemar, emocionado hasta más no poder, se acercó a saludar a la reina y en cuanto ella se retiró, nos abrazó y nos dijo con mucha convicción:
-Muchachos, ustedes son los verdaderos embajadores del Paraguay.
(x) Del libro "RUEGO Y CAMINO", por Agustín Barboza. Este libro se puede adquirir en: Fundación Agustín Barboza. Calle: Simón Bolivar No. 337, Asunción, Paraguay. Tlf./Fax: 00595-21-441-126.
(1) Rolando Waldemar Morínigo era entonces (1954) Cónsul General del Paraguay en Amberes, Bélgica. Más información sobre Morínigo leer el libro: "Luis A.del Paraná. Perfil de un Triunfador" (l999. 3ra.Edición),de B. Garcete Saldívar.
Con varias fotografías el Semanario "ÑANDÉ" (Asunción, Paraguay), publicó
el siguiente artículo en su edición
No. 23, del 15 de marzo de 1960. Dice así:
Luego de la ceremonia Civil del Matrimonio de L.A. del Paraná,
con Carmen Santana, Cantante y Bailarina Española (Amberes, Belgica; Febrero
1966)
En la foto aparecen los integrantes de su conjunto Los Paraguayos: Reynaldo
Meza, Alfredo Marcucci, José de los Santos González y Julio Jara, con sus
respectivas esposas (menos R. Meza.)
También aparecen el embajador Paraguayo antes los países del Benelux, Tomás
R. Salomoni y Sra.
El doctor Anastacio Mendoza Sánchez, que visitara recientemente Europa, nos trae un simpático saludo de Luis Alberto del Paraná y sus compañeros de triunfos y de bohemia. Los encontró en Portugal, donde cumplían compromisos en Lisboa y Estoril con singular éxito en las principales salas y clubs nocturnos a los que concurre el público más selecto del Viejo Mundo, al que nuestros artistas han sabido hacer gratas nuestras canciones.
Como un nuevo testimonio de la simpatía de Luis Alberto hacia "ÑANDÉ", nos ha enviado con el viajero las fotos que publicamos en esta página y la contratapa. En esta vemos al consagrado artista alzando una copa de sabroso vino lusitano a la salud de nuestros lectores.
Una de las fotos sorprende al doctor Mendoza Sánchez hablando al numeroso auditorio de los artistas en oportunidad del debut de éstos en el Teatro Imperio de Lisboa, donde a requerimiento de la concurrencia explica el alcance patriótico de la cruzada artística de los trovadores paraguayos, cuyo armonioso mensaje ha permitido un mejor conocimiento de nuestro país en todo el mundo.
La foto corresponde al acto del descubrimiento de una placa recordatoria de la actuación de Paraná en el famoso teatro portugués, descubierta en dicha oportunidad en el hall del mismo.
El doctor Mendoza Sánchez nos trae además una noticia que será
acogida con regocijo por todos los lectores: la de la próxima visita de Luis
Alberto y sus compañeros. Es muy probable que lo haga para noviembre, teniendo
programados varios festivales en Asunción, que serán verdaderas fiestas de gala
de nuestra música popular.
(X) De la Revista Ñandé nro. 23, 15 de marzo
de 1960 (Asunción, Paraguay)
Los Paraguayos en el Aeropuerto de San José de Costa Rica. De Izq. A Der.: Humberto Barúa, José Rofolfo Ocampos (Más tarde Cónsul General del Paraguay en Rotterdam, Holanda.), Digno García (sin el arpa!) y Luis Meza -22 años de edad-, más tarde Luis Alberto Del Paraná. Fecha 19 de Julio de 1948.
Carta de Luis Alberto del Paraná a la revista FA-RE-MI desde Estambul - Turquía.
Fijarse en la fecha enigmática: 15 de setiembre de 1959 (en la misma fecha y
mes de murió el recordado artista - 1974 - )
Menuda historia la de un Studebaker, automóvil que por un largo lapso, desde mayo de 1954 hasta el mes de agosto de 1968, fue protagonista del trío Los Paraguayos en general; y al final, la mía en particular.
Para visualizar mejor los hechos tengo que recurrir inevitablemente al libro de don Agustín Barboza, “ Ruego y camino” (mayo/1996-1-). En el libro, Barboza rememora la llegada del ”trío” a Europa, desembarcando en Génova, en la mañana del 1 de mayo de 1954. Va contando las peripecias que van sorteando, para encontrarse días más tarde con Oscar F. Birks, quien fuera el primer empresario del conjunto. En la página 235, con el subtítulo de:”El viejo ’Studebaker’, un leal compañero”, cuenta lo siguiente:
El Studebaker siempre presente en el
trajinar de LOS PARAGUAYOS
”Para evitar los sucesivos trasbordos y poder transportar con más cuidado nuestros instrumentos, convinimos entre los miembros del “trío”, comprar un automóvil norteamericano de segunda mano, marca ”Studebaker” Fue registrado a nombre de Luis Alberto que era el único que manejaba y lo hacía muy bien. Con él al volante nos dirigimos a Milán…” Aqui describe don Agustín la Italia de la posguerra, ya camino al país moderno que conocemos. Días más tarde entran por los Alpes, a Suiza. Continúa Barboza:
“Llegamos al puesto de guardia de la frontera y cuando le anunciamos que nuestro destino era Berna y que teníamos la intención de llegar cuanto antes, ellos nos desalentaron de viajar por la noche debido a los peligros inherentes a tan accidentado terreno. Nos aconsejaron que pernoctásemos en una hostería distante a diez kilómetros”. Luego de pernoctar, se adentran en territorio suizo (recordemos que viajan cuatro personas, más los equipajes…), y aprovechando una gasolinera, se detuvieron a cargar combustible. El encargado, al ver que eran extranjeros, les explicó en un italiano bastante comprensible, que luego de la cuesta , venía inmediatamente una pendiente y que habiendo nevado la noche anterior, la pista estaba muy resbaladiza, y dio algunas indicaciones.
Escribe don Agustín (pág.237): “Iniciamos el ascenso sin mayores novedades. Como íbamos con mucha carga, Luis Alberto imprimió a la máquina la máxima velocidad posible, y de improviso apareció la anunciada pendiente. Luis Alberto sorprendido por la inesperada circunstancia, y tal vez traicionado por sus reflejos aplicó la frenada y desde ese momento, como atraído por una extraña fuerza, el auto comenzó a serpentear raudamente de un costado a otro del camino. Tratando de conjurar la inminente catástrofe, Luis Alberto apeló al freno de mano y con esa acción solo consiguió empeorar la situación. El coche, desobediente a toda maniobra, seguía su loca carrera hacia el valle. En una curva patinamos aparatosamente y por fortuna fuimos a dar entre las matas de unos árboles que hicieron de un tope plástico. Una de las ruedas delanteras quedó suspendida en el aire, al borde del precipicio. Aunque no hacía frío nos sentimos realmente helados. Allí recobramos el habla y alguien dijo que en lo posible se evite hasta la respiración por temor a que el vehículo se precipitase al vacío. El primero de descender fue Luis Alberto, luego Digno, después Oscar, y al final lo hice yo, abandonando la parte más comprometida de la cabina”.
La descripción de don Agustín es imperdible. Al auto no le pasó prácticamente nada salvo el freno de mano, que un mécanico que encontraron en una aldea, pudo arreglarlo. Y el resto, ya es conocido, con el “viejo” Studebaker recorrieron varios países europeos, y ya años más tarde, luego de la separación del “trío”, fue a parar en un garaje en Amberes (Bélgica), cerca del Hotel Old Tom, “cuartel general” de los Paraguayos por varios años en Europa.Ya entonces Luis Alberto tenía un Cadillac (color crema;. este vehículo más tarde trajo al Paraguay, para usarlo y luego, esa era su idea, venderlo, pero no hubo caso, y dejó a su hermano Oscar. Para ese entonces, Paraná, ya había tenido varios vehículos, Ford, Impala, etc.).
En una de mis periódicas visitas al grupo en Amberes, en 1967, y estando ya radicado en Dinamarca. Luis Alberto me ofreció el Studebaker (había viajado en tren), advirtíéndome que consumía “nafta en igual proporción que aceite…”!; pero que todo el resto estaba “impecable”. El Sr. Huber Smith, dueño del hotel, me consiguió algo asi como una libreta especial para conducir, ya que para ese entonces, el auto ya estaba a su nombre, etc. Fue asi que que vine llegando a Copenhague, con el descapotable Studebaker ( a dos colores; blanco y rojo), que era motivo de suspiros de las muchachas...- Tenía razón Luis Alberto: consumía bastante aceite, y a donde iba, y más frente a mi apartamento, dejaba siempre algo de manchas…-
En esto, llegamos al mes de agosto de 1968, cuando supe que el campeón paraguayo de fútbol de ese año, Guaraní, con Raimundo Aguilera, el “Arquero de América” en la portería, iba a jugar por primera vez en Europa, y lo iba a hacer en Alemania (del Oeste, entonces). Me hice de tiempo, y fui con mi Studebaker, acompañado de una danesa (faltaría más…). Vímos el partido en Aachen (ciudad cercana a la frontera con Bélgica), el día sábado 10 de agosto (que terminó 0-0; cumpliendo una brillante gestión el equipo paraguayo. Envie una corta crónica que publicó “La Tribuna”, el domingo 11, pues yo era su corresponsal). Recuerdo que al término del primer tiempo, mi amiga a toda costa quería a saludar a los jugadores paraguayos en el vestuario –como estábamos en el verano europeo, había ido con mini-falda-, y fuimos, pero los controladores alemanes no le permitieron entrar a ella…porque los muchachos estaban en paños menores…-
De vuelta, en una de las brillantes carreteras alemanas, de repente del “viejo” Studebaker, dijo ”Hasta aquí he llegado...” y, amontema!. Me descuide. No le puse aceite suficiente (iba a hacerlo en una próxima gasolinera.). Puse al costado de la carretera, y con la pena sentimental de un bohemio impenitente, quitamos nuestro franciscano equipaje; y los papeles. Subimos en un colectivo, y fuimos a una estación de ferrocarril, llegando a Copenhague en tren, feliz de la vida por la fugaz excursión pero tristes por nuestro “viejo” y leal amigo, el Studebaker, que si hubiese podido hablar, cuantas historias nos habría contado!
Meses después, recibí del amigo Huber, la copia de un recibo de multa de la policía germana, por “haber dejado tirado un automotor en una carretera”. Pague la multa, claro…-.
Diseño de la Página (site design): Ernesto Galeano, Sergio
Cubilla, bajo una idea de: BGS.
IMPORTANTE: Las fotografías que se reproducen en ésta página
fueron facilitadas, en vida, por el propio Luis Alberto del Paraná (algunas
con dedicatorias) a la Revista FA-RE-MI; y la foto del Dr. Juan Max Boettner,
por su Vda., al editor del libro (bgs.) Otras fotos fueron facilitadas por la
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