23.Parte
”Fulgura en mis
sueños, una Patria nueva |
(x) De la guarania “Mi Patria soñada” de
Carlos Miguel Jiménez y Agustín Barboza
DEL PARAGUAY PROFUNDO
IDIOMAS | SENTIDO Y SIGNIFICADO DE LA LENGUA GUARANÍ EN EL PARAGUAY |
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Política lingüística en el Paraguay (x) |
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Un país en el cual se hablan dos lenguas puede en los tiempos actuales necesitar una política lingüística por parte del Estado, en parte porque es necesario establecer la equidad y la justicia entre los ciudadanos que las hablan. Bartomeu Melià, s.j. | Antropólogo SENTIDO Y
SIGNIFICADO DE LA LENGUA GUARANÍ EN EL PARAGUAY. De hecho,
las dos lenguas que se consideran mayoritarias en el Paraguay se han ido
desarrollando a través de la historia sin políticas muy definidas por
parte del Estado, aunque tampoco enteramente sin ellas. En el tiempo
colonial, la Corona española mantuvo como principio el uso del castellano
como lengua de la administración política; pero, aparte de algunas
advertencias más bien raras y poco firmes, no se opuso al uso de la lengua
guaraní, que de hecho fue la única lengua del Paraguay, tanto entre los
indígenas guaraníes agrupados en pueblos —Reducciones o Doctrinas— como
entre la población criolla. Ahora bien, los que tenemos por mestizos se
definían social y políticamente como españoles. Nada extraordinario. Hasta
el momento actual en España rige el derecho de ser español sin hablar
castellano. Durante todo el período colonial y el primer siglo de
independencia, la lengua propia del Paraguay fue el guaraní. DEL
MARCO JURÍDICO LEGAL. DEL OBJETO Y OBJETIVOS DE UNA LEY DE POLÍTICA
LINGÜÍSTICA. La lengua guaraní en el Paraguay cuenta en la misma
Constitución Nacional de 1992 con un marco legal muy positivo, pero en el
cual están también las raíces de no pocas ambigüedades e imprecisiones. La
Constitución, al mismo tiempo que declara un elemento esencial de la
nacionalidad, refleja la precariedad de la investigación histórica y la
falta de una discusión previa, amplia y adecuada, de la situación
lingüística del Paraguay tanto en el campo de la opinión socio-cultural
como en el nivel académico. DE LOS
DERECHOS LINGÜÍSTICOS DE LAS PERSONAS. Los objetivos de la ley derivan de
los derechos lingüísticos universales, pero sobre todo de los derechos
lingüísticos particulares que se han ido adquiriendo a lo largo de una
historia compartida por los hombres y mujeres de este país. Incluso
el derecho a un bilingüismo equitativo y no discriminatorio se fundamenta
en una historia que no puede reducirse a la de los últimos años. No es
deseable ni justo deforestar nuestra memoria como hemos ya saqueado
nuestros montes. DEL
USO INSTITUCIONAL. La historia de la lengua guaraní, tanto en el Paraguay
colonial como en el período independiente, muestra claramente la
discriminación de la lengua propia del Paraguay. En términos generales,
confirmados por la casi totalidad de testimonios históricos y
procedimientos socio-culturales, la lengua guaraní ha estado proscrita del
uso institucional, sobre todo del administrativo oficial. El guaraní
estuvo y está en una clara situación de diglosia, según el sentido que a
este término le da la sociolingüística más corriente. Es estar en las
nubes decir que no hay conflicto de lenguas en el Paraguay. 1. Las
normas y leyes oficiales serán comunicadas en guaraní y castellano. Cuando
esta comunicación se haga por escrito, se hará en ambas lenguas. |
(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 22/23 de noviembre de 2003 (Asunción, Paraguay).
SU VIDA
SE ACERCA A LA EXIGENCIA HISPANICA DE HALLAR EN OTRO SITIO UNA PATRIA
ESPIRITUAL
Porque este joven miembro de la
generación del 98 -entre cuyos cofrades contaba con afectos y admiraciones
por lo mucho de su temprano saber-, apenas doctorado en Madrid, emprende
un viaje que no calza con el vulgar esquema de “hacer la América” (que
quiere decir “deshacerla”, deshabitarla de sus bienes): son, al contrario,
un viaje y una estancia de medio siglo en una nación elegida -el “Paraguay
de fuego” que dijo Darío(...)- para ayudar, con las herramientas de la
creación, la pedagogía y la escritura ideológica de subidos quilates, a
las definiciones, el mejor destino y la conducción intelectual de los
jóvenes de ese país, entre los que formó legión: todos esos afanes que
conducen a un hombre, por vía natural, a merecer el dictado de Maestro.
En el verano septentrional de 1906,
Viriato decide ausentarse de lo que promete ser un brillante porvenir en
España, para trasladarse a un Paraguay apenas recobrando fuerzas después
de la Gran Guerra. ¿A qué se debe este abrupto y
quijotesco cambio de rumbo? Viriato mismo solía ofrecer como motivo, la
densa atmósfera política y social que reinaba en España en esos años de
resurgimiento monárquico; años en los cuales las recientes derrotas
humillantes en Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, últimos eslabones de su
antiguo imperio colonial, colgaban en el aire como un fétido vapor,
símbolo de un régimen decrépito. En 1906, un amigo íntimo de Viriato, el
periodista Nakens, fue condenado a prisión por encubrir al joven catalán
Morral después del fallido atentado de este contra la vida del rey Alfonso
XIII; en una carta a Juan Ramón Jiménez, 40 años más tarde, Viriato
escribe: “[este episodio] me rozó, por mis vinculaciones, de familia
republicana”(5), palabras que ha de repetir en otras ocasiones, siempre
dándolo como motivo por el cual abandonó su país natal. (x) Del diario ABC COLOR (Revista Cultural), 31 de agosto de 2003 (Asunción, Paraguay). |
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El músico y compositor santaniano Enrique Coeffier —muerto durante el stronismo en circunstancias no aclaradas hasta hoy— es el creador de una melodía sencilla, pero vivaz y cautivante. Mario
Rubén Álvarez |
(X) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 6-7 de diciembre de 2003 (Asunción, Paraguay).
Rincón Poético
El Pombero A: Cipriano Ibañez ¿No lo sientes? ¿No te espanta ese silbido que ha salido del espeso matorral? No es el grillo, ni la vibora Ni el fátidico chirrido del suindá. No es el viento que silbando se detiene Del callado cementerio en el ciprés. Ni el arroyo en su salterio Cuyas notas se repiten con monótono sostén. No es la voz con que se queja á media noche Tristemente en el bocaje urutaú Ni la débil voz doliente con que el pora nos revela Sus angustias cuando deja el atáud. Ni siquiera es el rapaz que nos visita Para hablarnos como el cuervo de Poé De Leonora, de la amada que en su lecho Duerme tierna y soñadora, recordándonos talvez. Es el duende de la tierra que el Progreso Relegara á las estultas fantasías sin piedad… Es el genio de las noches paraguayas Que en el prado se desliza por en medio del chircal. Es la sombra del pasado. Es el alma del indígena infeliz. El fantasma que abandona con el véspero Su sepulcro guaraní. |
Es el indio. Es el Pombero A quien llaman guaicurú Que se viste del follaje de las selvas Y el plumaje del ñandú. En la sombra que los árboles arrojan De la luna al resplandor Y en el hueco de los troncos y en las zanjas Y en la grutas, sin un eco, se agazapa con temor. Es el cuco. No os sorprenda niños míos Que es un cuento, pero un cuento contra el mal. Es vampiro misterioso que del niño vagabundo Chupa sangre con afán. Al conjuro del murciélago despierta. Las luciérnagas le anuncian con su luz, Cuando rasgan con sus lampos De las noches funerarias el capuz. El no corta el aire al sesgo de su vuelo Como el ave de rapiña nocturnal: El se arrastra con sus silbos más temible Más ligero que el veloz ñacaniná. No hay gorgeo, no hay graznido. No hay murmullo que no sepa repetir Pues sus presas el atrae con sus remedos Sus remedos de falaz cabureí. Amalgana de hombre y fiera Mitad ave sin sus alas, y serpiente otra mitad Es el genio de las noches, en la tierra paraguaya Y el cádaver errabundo de la raza de Guarán. Ignacio A. Pane |
El paraguayo y el poder (x)
por: Saro Vera
El poder es una gravísima tentación para el paraguayo. Quizá le sea para medio mundo menos unos pocos. Mediante el poder el hombre ocupa un lugar privilegiado dentro de la sociedad. En la tribu hay solo dos caminos para adquirir notoriedad: ser cacique o líder religioso.
Es muy notable el cambio que produce en el paraguayo. Inmediatamente asume una actitud de perdona-vida y, en el mejor de los casos, la de protector. Es sensible que se lo considere el protector. Se rompería el alma para no defraudar al protegido, porque el protegido será siempre inferior a él: el hombre de poder no se advendrá ya a encontrarse de igual a igual con los súbditos. Exigirá siempre lugar de preeminencia: consideraciones especiales y honores.
Debe figurar a la cabeza de cualquier emprendimiento u organización aunque no haga absolutamente nada. Nadie debe contar con él si le relega a segundo plano o lo tiene en calidad de subalterno de otro. En este caso, hará lo imposible por boicotear el trabajo para demostrar lo imprescindible que es la cabeza del emprendimiento.
No hablemos de un jefe partidario. Este sí que asumirá todos los roles posibles en una comunidad. Será alcalde, juez y, si se le permitiera, sería también cura párroco. Los de mayor rango nunca renunciarían a constituirse en Obispo. Por lo menos, no le faltarán nunca ganas de darle su debida advertencia y directivas para el mejor desempeño de sus funciones.
Ciertamente esta actitud es una aberración aún en relación a la cultura propiamente guaraní, en la que el “avaré“ y los “Pa´i constituían el freno a las posibles arbitrariedades del cacique o del poder civil. Hasta los podían destituir. Aquí ya se escapan las hilachas del ciudadano.
El problema del paraguayo con poder es la desubicación. Es un cacique en un estado civilizado. Cuando el país debe ya caminar por la sendas marcadas por las instituciones y las leyes, él se considera aún el regente personal de las res pública o de la sociedad.
La autoridad en un estado civilizado se encuentra condicionada por las leyes e instituciones bien establecidas. Las personas quedan al servicio de estos instrumentos de gobierno. El cacique, sin embargo, tiene solamente la costumbre como fuente de inspiración para resolver los casos de la vida comunitaria. El sería la ley: condición ésta que reviste de una enorme responsabilidad al cacique. Sus deficiencias caen totalmente sobre él, mientras, en el caso de los mandatarios, se pueden dar otras explicaciones para disculparse. Por esta causa el cacique es nombrado siempre en consideración de sus dotes personales de conducción y prudencia. Teóricamente estas dos virtudes fundamentales para la tribu no serían de absoluta necesidad en un estado civilizado dado que las leyes, se supone, son sabias e infalibles y que el mandatario medianamente inteligente los aplicaría juiciosamente. En otro supuesto, que muchas veces resulta fallido, es la competencia del mandatario. Sabido es que las leyes y las más correctas instituciones dependen del hombre que las emplea. Las buenas leyes no se aplican según el espíritu que las anima, en manos de dignatarios incorrectos e incapaces.
Cobran fuerza solamente en los hombres dotado de sabiduría y buena voluntad. La ley es su instrumento.
Desde el momento que el paraguayo constituido en autoridad es un cacique, la ley no será el condicionamiento de su conducta sino el instrumento con el cual demostrará su poderío. Le ley siempre será él. Las autoridades superiores serán incuestionables. Las inferiores invocarán la famosa orden superior, la instancia incuestionable, de una u otra manera.
En un cacique es muy importante la ascendencia comunitaria en razón de sus dotes personales, en consideración de las cuales se lo ungirá cacique. La comunidad se encarga de ungirlo. Su fidelidad, pues, la debe a la comunidad así como la comunidad se le debe a él. Forman un todo único. En cambio, cuando existe cacique en un estado civilizado, no de la comunidad la que lo unge sino es el protector. Su fidelidad entonces la guardará al protector. Su status no proviene de las ascendencia sino de la protección. Es un cacique desubicado y distorsionado. La ley, por supuesto. En manos de este señor servirá en gran parte para afianzar y respaldar su propia voluntad o capricho.
Los autócratas en el Paraguay son explicables al igual que la deshonestidad pública, sea cual fuere la ideología en cuyo nombre se detenta el poder. El disenso, aunque a veces se permite, nunca ha sido efectivo. En el mejor de los casos, se lo ha permtido hasta que amainaba por cansancio, y, en el otro caso, se ha recurrido a diferentes medios para acallarlo. Por desgracia el disenso paraguayo no tiene el pudor de disimular su apetito de poder. No sé si habría un solo paraguayo que no aspira el poder. Es que los hombres de poder cuentan con todos los medios para imponer su voluntad y obtener provecho personal en nombre de la ley tomada de los pelos. No es que el paraguayo se contente con el romántico “oré ro mandá”. (Nosotros mandamos).
La intemperancia será la característica de los caciques desubicados. No reprimirá sus caprichos, no respetará la res pública, no pondrá coto a sus instintos agresivos, entre los cuales se encontrará el sexo. El hombre de poder en el Paraguay emulará a los más renombrados califas, con la diferencia de que mantendrán su frondoso harem con el erario nacional. Entre nuestros ancestros aborígenes uno de los privilegios del cacique era tener derecho de poseer mujeres y se vanaglorian por este hecho. Poner (o: poder ?. Ob.de FA-RE-MI:no queda claro en el libro…) constituye su talón de Aquiles. Los caudillos populares conocen esta debilidad y la explotan al máximo para granjearse la benevolencia de los dignatarios. El pueblo lo sabe. Dice: “el que tiene una hermana puta y un hermano militar, será un privilegiado en este país”.
Esta concepción del poder se agudizará en la medida en que escalen los hombres de extracción popular, profundamente popular. En el campo y en la periferia de las ciudades se encuentra fuerte la cultura tribal. Por otra parte, la cultura nacional se vigoriza con la participación de los hombres del campo. Asi que la solución del problema del hombre de poder no se solucionará recurriendo a un cierto elitismo sino en la educación de la conciencia civica, sueño de Don Carlos Antonio López, sepultado a siete metros bajo tierra después de la Guerra del 70.
El paraguayo, sino puede mandar, encuentra una línea de parentesco con el poderoso. Si no la encuentra, se amigará con el compadre. El Paraguay es el país de los compadres. Es que el ciudadano común necesita de este respaldo porque no le ampara ningún derecho. Solamente es objeto de obligaciones y expuesto al capricho del hombre de poder.
El paraguayo nunca tuvo voz y, mucho menos, voto efectivo. Se lo ha convertido en esclavo dorado por la ficción libertaria del contrato social de Rousseau. Lo tiene en la medida que un compadre lo ampara. Con mucha razón el paraguayo deseará el poder, gracias al cual le sonríe el derecho que abarca el mundo de los caprichos.
(x) Del libro: El Paraguayo, un hombre fuera de su mundo, del Mons. Saro Vera. Editorial: EL LECTOR (Setiembre de 1994; 3ra. Edición). Asunción, Paraguay. Más información sobre el autor, hacer click sobre lo subrayado.
Milán en el Paraguay (x)
por: Jorge Rubiani
(jrubiani@highway.com.py)Aunque la historia sobre de los Jesuitas en el Paraguay –desde 1610 hasta 1767- menciona a tres arquitectos italianos en el contigente, Bianchi, Bressanelli y Prímoli, son éstos dos últimos los que trabajaron en territorios paraguayos. El milanés José Bressanelli estuvo “…en Encarnación entre 1718 y 1725” y realizó obras en el templo de Santa Rosa. Se destacó igualmente como escultor, arte en el que, según el padre Sepp, ”…cual otro Fidias, despertó la madera durmiente y dio vida a los bloques de cedro, de modo que a sus figuras les falta solamente la facultad de hablar”. Como el anterior, Juan Bautista Prímoli oriundo de Milán; ingresó al Paraguay en 1716 y trabajó en la misión de Trinidad. En la construcción de este templo actuó, al lado de Prímoli, el hermano José Grimau, catalán. Éste, a su vez, acompañó al jesuita español Antonio Rivera en la erección de los templos de Santa Rosa, Santiago y Jesús.
Más de cien años después, llegaba a Asunción otro arquitecto –casualmente milanés- contratado por Don Carlos A. López. Se trataba de Alessandro Ravizza, quien tuvo a su cargo las obras del Oratorio, del Teatro, del Club Nacional, la reforma de la antigua Aduana y los palacios de los hermanos Venancio y Benigno Lopez. También diseñó y dirigió la construcción del monumento al Gral. José E. Díaz en la Recoleta, hecho que permite suponer su vigencia hasta después de las exequias del vencedor de Curupayty, en febrero de 1867, ya que el historiador Juan F. Pérez Acosta le da por muerto durante la Guerra “…dejando una fortuna que fue encontrada posteriormente…”. Ravizza vivió en una casa de la calle Asunción (hoy Mcal. López y Yegros).
Si desde la expulsión de los Jesuitas hasta la llegada de Don Carlos al poder no consta la actividad de otros arquitectos, se sabe de la labor de algunos ”prácticos” y “expertos” locales, como lo fueron el señor Tomás Ocampo, “sobrestante de obra” en el Teatro Nacional y “…el inteligente Negro Pachi”, que tuvo a su cargo la reparación de la torre de la Catedral, a fines del siglo XVIII. Se presume además la realización de obras de arquitectos y constructores residentes en el extranjero, por comisiones recibidas desde el Paraguay, como los planos elaborados para la Catedral de Asunción (finalmente no utilizados) “…por encargo particular de Juan Andrés Gelly, en 1844”, y realizados por el arquitecto italiano Carlos Zucchi, residente en Montevideo.
Inmediatamente después de la Guerra del ´70, se destaca la la labor de Juan Colombo. Italiano, oriundo de Milán (!!), llegó al Paraguay cuando contaba con 22 años y “…siguió a López en la Guerra; sobrevivió a la hecatombe y volvió a la Asunción”, según la crónica de Pérez Acosta. Asociado a José Pelozzi, Colombo trabajó en la terminación y decorado del Hotel Hispano-Americano, ex palacio de Benigno López; también realizó la columna conmemorativa a la Constitución del ´70, así como refacciones en el Palacio de Gobierno, ”…la Policía y cuarteles”. Pero su obra cumbre fue la elaboración de los planos y la construcción de la Iglesia de La Encarnación. Distintas épocas, condiciones diferentes, sacerdotes y laicos; pero tuvieron de común el origen, Milán, y la realización de las mejores obras de arquitectura que ha conocido el Paraguay.
(x) Del libro: POSTALES DE LA ASUNCIÓN DE ANTAÑO, de Jorge Rubiani. Editorial: Intercontinental Editora –Noviembre 2002- Asunción, Paraguay.
MEMORIA VIVA | EL AROMA QUE INVENTÓ LA NOSTALGIA |
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Navidad del Paraguay (x) |
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Mercedes Jané, en Santiago de Chile, escribió la letra de una de las canciones navideñas más emblemáticas de nuestro país. Mario
Rubén Álvarez * * * * * * * Navidad del Paraguay
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(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 20-21 de diciembre de 2003 (Asunción, Paraguay) |
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Si
pensamos en términos ideales que un programa musical debe poder abrirnos a
una experiencia nueva y a la vez permitirnos la audición de obras de la
tradición musical dentro de los cánones en que fueron concebidas, el
abordado por la Orquesta Sinfónica Municipal el 8 de noviembre, dirigida
esta vez por el maestro paraguayo Diego Sánchez Hasse, con la actuación
como solista de Juan Pablo Navarro, ha cumplido sobradamente ese ideal.
En la primera parte se
interpretó la “Obertura Trágica” de Brahms, una obra donde se encuentran
presentes la particular sonoridad brahmsiana y muchos de los elementos del
sinfonismo del compositor alemán que cumplió su promesa de nunca casarse
ni escribir una ópera, pero que sí compuso dos oberturas la “Fiesta
académica” opus 60 y la “Trágica”, opus 81, ambas interpretadas ya por la
Orquesta. La siguiente obra fue: “Variaciones sinfónicas sobre un tema
paraguayo”, del maestro Sánchez Hasse. Se trata, como lo explicó el
maestro, de siete variaciones sobre el tema de “Pájaro Campana”, de Félix
Pérez Cardozo, con la particularidad de que éste no es expuesto al
principio sino al final. Ello responde a la idea de que los nativos de
Guaira, entre ellos Pérez Cardozo y el propio maestro Sánchez Hasse, todo
lo hacen en el orden inverso. Estas bellísimas variaciones que en el
timbre orquestal evocan el arpa, abren una serie de aspectos que pudimos
en parte conversar con el maestro Sánchez Hasse, cuyo rigor y exigencia en
el trabajo orquestal son tan enormes como su sencillez y amabilidad.
Hay una corriente que
trabaja activamente en la actualidad estas cuestiones en música que se
escucha más en países europeos que en la propia Latinoamérica. No obstante,
no en todos los países parece ser así, dado el valor que en México se da a
la obra de sus compositores, de lo cual el inolvidable “Huapango”, de
Moncayo, es un ejemplo. Esta brillante obra de Sánchez Hasse que es además
un especialista en Bach, constituye una prueba de que en esta materia, hay
mucho por hacer y descubrir y que este camino parece ser dual: avanzar
rescatando cultura y elementos hacia un rumbo nuevo.
En el segundo movimiento
se utilizan en cambio sus posibilidades percusivas en pasajes con legno,
golpeando el arco contra las cuerdas, en un recurso ya utilizado por
Rossini en la obertura de “Il Signor Brusquino” y por Berlioz en el último
movimiento de la “Sinfonía Fantástica”. El “con
legno” es retomado por el resto de las cuerdas. Hay momentos,
especialmente en el cuarto movimiento, en que la voz lírica del
instrumento solista, establece dúos y tríos con otros instrumentos. Se
advirtieron las dificultades de la obra, más que nada por sus exigencias
rítmicas, ya que en determinados pasajes los ritmos del contrabajo y de la
cuerda orquestal no son los mismos, y estas diferencias métricas deben
empalmar sin fisuras, lo cual recuerda los problemas concretos de
ejecución de obras como “La historia del soldado”, de Stravinsky. En el
último movimiento hay pasajes de fragmentos “tranquilos” a un tiempo más
vivo sin solución de continuidad.
Otro tema radica en los rumbos por donde pasan las
posibilidades compositivas en la actualidad recordemos que Fermina
Casanova es docente de composición, elemento al cual debemos en gran parte
atribuir su manejo de la orquesta, ya que el melodismo podría pensarse
agotado con el romanticismo tardío. En este sentido, la posibilidad del
compositor residiría en abordar la producción desde el punto de vista
formal, a lo cual Fermina Casanova señaló que no necesariamente, ya que en
su concierto existen frases sumamente melódicas y que son en sí cantables
(es el caso del pasaje con legno del segundo movimiento). (x) Del diario ABC COLOR (Suplemento Cultural), 21 de diciembre de 2003 (Asunción, Paraguay). |