Andrés Barbero, el santo laico (II) –x-
No olvidó la Cruz Roja a los indios asentados en el Chaco que se
vieron forzados a huir del infierno de la guerra y se encontraban en total
desamparo, y colaboró con Comanchaco en su asistencia.
Por:
Académica
Beatriz Rodríguez Alcalá de González Oddone

Concluida la guerra, Andrés Barbero decide extender la ayuda a las futuras
madres, carentes de recursos, próximas a dar a luz. Con tal fin construye, en
gran parte de su propio peculio, la maternidad que la Cruz Roja inaugura el 31
de julio de 1937, con pabellones perfectamente equipados y modernas salas de
cirugía.
En el subsuelo se instalan los consultorios externos donde se atiende a todo
aquel que acude a ellos, mientras que en la segunda planta se habilitó el
claustro para las hermanas franciscanas enfermeras, que durante décadas sirvieron
abnegadamente en la institución.
Consciente Barbero de la carencia de profesionales paramédicos en el país,
fundó la Escuela Polivalente de Visitadoras Sociales, Enfermeras Hospitalarias
y Obstetras Rurales, que funciona en un ala del edificio y la que más tarde,
tras su fallecimiento, llevaría su nombre.
Hasta la fecha, se estima que han nacido en la maternidad, rodeados de toda
la profilaxis necesaria, miles de niños; se han atendido muchísimas personas en
los consultorios externos, mientras que las egresadas de la Escuela,
diseminadas por todo el país, han realizado y continúan realizando una labor
fundamental, que escapa a la evaluación.
Otro afán le espigaba el alma a Andrés Barbero: la creación de un hospital
para la detección y el tratamiento del cáncer. Para ello, se pone en contacto
con la Liga Paraguaya contra el Cáncer y transmiten su inquietud al ministro de
Salud Pública y Previsión Social, que se entusiasma con la idea y promete su
apoyo.
El 10 de enero de 1944, el Dr. Barbero es designado director ad honórem de
la lucha contra el cáncer. Poco tiempo después, el hospital es inaugurado en el
actual edificio que ocupa en la calle Sebastián Gaboto, propiedad de Barbero,
quien además financió la mayor parte de su moderno equipamiento. Se
estiman en centenares los enfermos atendidos hasta el día de hoy en la
institución, la primera en su especialidad.
Barbero tenía el propósito de ampliarla, porque las instalaciones no daban
abasto para el tratamiento de la enfermedad y albergar, además, a los pacientes
provenientes del campo, que carecían de recursos para solventar sus
hospedajes.

Pero si la muerte le impidió cumplir personalmente
este deseo, su admirable familia lo realizó en su memoria.
Tampoco olvidó Barbero a los ancianos desamparados que no tienen familias o
son abandonados por ellas. Para acogerlos y endulzar sus últimos años construyó
un confortable asilo, ubicado en un enorme predio de 18 ha, en la jurisdicción
de Santísima Trinidad.
Adyacente a él se levanta el magnífico templo dedicado a la advocación de la
Virgen de La Piedad. La bellísima imagen de la Madona que lo preside es una
réplica de la famosa escultura de Miguel Angel, traída de Italia por los
Barbero, que siempre construían un templo o una capilla en todas sus
fundaciones asistenciales. El asilo de Trinidad es atendido hoy por los
sacerdotes de la Obra Don Luis Guanella y un grupo de religiosas, quienes
además dirigen una academia de corte y confección en la que se han capacitado y
se capacitan centenares de jóvenes de la zona.
En medio de toda esta alucinante actividad, a Barbero le sobraron tiempo y
energías para propulsar las ciencias y la cultura. Fue así que el 9 de enero de
1921 convocó a los máximos exponentes de las ciencias físicas-matemáticas
naturales y sociales del país y fundó la Sociedad Científica del Paraguay, “con
el fin de fomentar el estudio, las investigaciones y la producción científica”
en las ramas enunciadas. Otra cláusula del acta fundacional exigía formar una
biblioteca y un Museo de Arqueología, Etnografía e Historia Natural y Cultural,
lo que se ha ido cumpliendo a cabalidad a lo largo de los años. También la institución debía ocuparse de la defensa del indio, para lo
cual se fundó la Sociedad Indigenista del Paraguay.
Citaremos uno solo de los ilustres miembros fundadores de la Sociedad
Científica del Paraguay, en carácter honorario: el sabio Moisés Bertoni, por el
hecho de que, tras su fallecimiento, sus herederos donaron su biblioteca y su
valiosísimo herbolario de especies del Alto Paraná, con su correspondiente
catálogo.
En cuanto a la Sociedad Indigenista, también fueron muchos sus logros, impulsados
por Barbero; entre ellos, haber conseguido que el Gobierno, en 1944, cediese a
título definitivo 355 ha en la colonia José Falcón (Chaco) para el asentamiento
de la Colonia-Escuela Fray Bartolomé de las Casas, integradas por los maká, y
declarase el 11 de octubre de cada año Día del Indio, con el fin de
sensibilizar a la ciudadanía con la problemática del desplazado
aborigen.
El 15 de agosto de 1937, Barbero también participaría activamente en otra
fundación más: el entonces Instituto Paraguayo de Investigaciones Históricas,
que desde 1966 se transformaría en Academia Paraguaya de la Historia. Años más tarde, esta Academia sería oficialmente incorporada a la
Real Academia de la Historia de España.

El fin de esta institución es investigar y dar a conocer la historia del
Paraguay, dentro y fuera del país. Para ello publica
regularmente uno o dos números de la revista Historia Paraguaya, que se vende
en el país y se envía en canje a todas las academias de historia de Occidente,
y auspicia mensualmente conferencias de sus miembros sobre temas históricos. Ha
realizado importantes jornadas de historia en nuestro país, con la asistencia
de ilustres historiadores nacionales y extranjeros.
Regularmente sus miembros participan en los congresos que se realizan en el
exterior, desarrollando temas inéditos de nuestra historia.
Esta institución también es estipendiaria de la Fundación La Piedad, que por
expresa voluntad del Dr. Barbero le da en usufructo el local que ocupa y la
beneficia con una subvención que le permite editar la revista, ir formando la
biblioteca, poseedora de valiosos volúmenes, y hacer frente a los demás gastos
que exige su desenvolvimiento.
Pero Andrés Barbero, que tanto hizo por el país, no iba a permitir que su
extraordinaria labor se malograra tras su muerte y, para evitarlo, llegó a un
acuerdo con sus hermanos sobre la urgencia de crear una fundación que
precautelara el enorme patrimonio que legaría a la
posteridad.
El 14 de febrero de 1951, a los setenta y cuatro años de edad, Andrés
Barbero, serenamente, entregaba su alma a Dios, tras crear la obra asistencial
privada más importante del país.
Sin pérdida de tiempo, cuatro meses más tarde, el 29 de
junio, sus hermanas, que aún vivían, Da. Josefa Barbero de Repetto, Da. María
Barbero de Viola y su marido, el Dr. Andrés Viola, cumplen sus instrucciones y,
en supremo acto de generosidad, crean la Fundación La Piedad, “en nombre de
Dios y por su Santa Gracia, cumpliendo la voluntad de sus padres y hermanos
fallecidos”, legando para ello, íntegramente, todos sus bienes, reservándose
para sí solo una modestísima pensión. Caso único el de estos cinco hermanos, que
nos incita a meditar, animados todos por un mismo ideal, ninguno de los cuales
dejó descendencia, lo que les permitió donar la totalidad de sus bienes en
favor de los desheredados.
La Fundación La Piedad, dirigida desde su creación
por el consejo de administración, ha estado y está constituida por prestigiosas
figuras de nuestra sociedad, a las que asesoran reputados juristas. Como
establece el artículo tres del estatuto, el objetivo de la fundación es
“cooperar al sostenimiento de las instituciones de beneficencia y cultura
iniciadas por el Dr. Andrés Barbero”.
Por mandato estatutario, el presidente honorario pro-témpore es el nuncio
apostólico de Su Santidad. Sabiamente concebido, el estatuto asegura la
permanencia inmutable en el tiempo de la fundación.
Admirable gestión la de ayer y la de hoy de sus responsables, que no solo han
conservado los cuantiosos bienes puestos a su tutela, sino que los han
aumentado considerablemente, sin descuidar un momento la atención debida a las
entidades subsidiarias.
A manera de información agregaremos que la fundación posee treinta valiosos
inmuebles, entre ellos el Hotel Chaco, ocupados unos por las instituciones
protegidas, rentados los otros, y una estancia de 20.236 ha en el Chaco, con
diez mil cabezas de ganado de óptima calidad.
Como paraguayos, admiramos y agradecemos a ese compatriota extraordinario,
que en vida tanto ayudó a los marginados y a las instituciones
culturales.
BIBLIOGRAFÍA
— Archivo particular de la Fundación La Piedad. Atención del Sr. Carlos
Bellino.
— Carlos Alberto Soler: “Andrés Barbero. Su vida y su
obra”.
— Carlos Vera Martínez: “La Cruz Roja Paraguaya”.
— Testimonios del Prof. Dr. Ramiro Rodríguez-Alcalá, quien en vida fuera
miembro del consejo directivo de la Fundación La Piedad y amigo personal del
Dr. Andrés Barbero.
-x- Cortesía del diario ABC COLOR,12 de
Febrero de 2012 (Asunción, Paraguay)
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