Figuras de ayer y hoy
REMBERTO
GIMÉNEZ |
por: César González Páez
Hoy recordamos a Remberto Giménez (l898-1977), cuya labor fue una de las más trascendentes en el ámbito musical. La crónica señala que fue un incansable organizador de actividades musicales y partícipe de cuanto evento cultural se desarrollaba en el Paraguay.
La figura de hoy fue un orquestador y compositor nacional. Como José Asunción Flores, se inició en la Banda de Policía de la Capital, donde tuvo como maestros como Nicolino Pellegrini y Salvador Déntice. Y cuando se trata de hablar de músicos, siempre recurrimos al utilísimo Diccionario de la Música en el Paraguay, del maestro Luis Szarán, quien nos anoticia sobre este músico que "en el campo de la composición sus obras se mantienen dentro de la línea del nacionalismo musical de corte romántico y contemplativo". Agrega asimismo que "fue uno de los mejores orquestadores, y en algunas obras como Rapsodia Paraguaya se observa un tratamiento armónico, moderno y temático, muy superior a las obras sinfónicas de otros compositores nacionales de su tiempo".
Entre sus obras se cuentan páginas como Campanento Cerro León, La Golondrina, Nostalgias del terruño, Ka´aguy Ryakua (Fragancia del bosque) y Kuarahy oike jave (Cuando entra el Sol).
También es autor de piezas breves para violín y piano. Entre las canciones de su autoría figuran Himno a la juventud, Canción de paz, Al pie de tu reja y Conscripto, entre otras.
Editó dos discos grabados por la Orquesta Sinfónica de Asunción (OSCA), con canciones populares e himnos patrióticos.
Entre sus méritos figura el haber organizado el primer concierto de una orquesta sinfónica completa, en 1928, con motivo del Centenario de Franz Schubert. Se puede trazar de él un perfil categórico de lo que debe ser un ciudadano que brinda su talento y capacidad por el país. Por suerte fue recompensado en vida, pues recibió la Orden Nacional del Mérito en el grado de Caballero; esto sucedió en 1949. Dos galardones más recibió, el de la Cruz del Defensor, por su participación en la Guerra del Chaco, y la Medalla de Honor al Mérito Educacional.
(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 27-28 de Junio de l999 (Asunción, Paraguay).
REMBERTO GIMÉNEZ,
ARTISTA Y MAESTRO(x)
por: Jorge Báez Roa
Lo llamábamos; maestro!. Y lo era; por la fuerza de su espíritu, por la amplitud de sus conocimientos, por su don para el arte de la música.
Medio siglo de la actividad musical más importante del país, desde la década del treinta, hasta su muerte acaecida hace pocos años se resume en su persona.
Giménez integra una tradición violinística surgida a fines del pasado siglo y que nos recuerdan los nombres de Alfredo Ackerman, Nicolino Pellegrini, Vicente Macarone, y que tiene en Fernando Centurión de Zayas, la culminación de esa primera etapa fundamentalmente por sus cualidades de violinista de talla internacional al obtener el Primer Gran Prix de violín en el Conservatorio de Bélgica.
Después de Centurión surgen: Remberto Giménez, Enrique Marsal, Sara Moreno de Recalde, Clodomiro Escobar, Aniceto Vera Ibarrola, Alberto Franco, entre otros. A ellos se suman maestros llegados de otras latitudes como el caso de Alfredo Kamprad. Núcleo de estas inquietudes artísticos-culturales fueron el primer Ateneo Paraguayo, la "Sociedad del Cuarteto", fundada por Crisóstomo Centurión, Bernardino Caballero, P. Fidel Maíz, Silvano Godoy. Desaparecida esta entidad es fundado el Instituto Paraguayo, entidad señera de nuestra cultura, de cuyas aulas salieron pintores como Juan A. Samudio, Pablo Alborno, Carlos Colombo.que prosiguieron estudios en Europa. También en música nos recuerda los nombres de Agustín Barrios, Fernando Centurión, Miguel Morosoli, Elvira Misch, Francisco Marín Nogueras.
Remberto Giménez bajó de su alcor nativo, Ajos - hoy Coronel Oviedo- con una flauta bajo el brazo y un cúmulo de ilusiones en el alma. Era un adolescente infaltable -según cuentan- en las tertulias familiares donde la música conformaba el más preciado arte. Abandonó luego aquella su primera afición de flautista por el violín. Hizo sus primeros estudios de este instrumento en el Instituto Paraguayo. Luego en el Conservatorio Williams de Buenos Aires del que egresó con máximas distinciones.
A poco obtiene una beca para proseguir estudios en Alemania y Francia. De regreso al Paraguay despliega una fabril actividad en que alterna su labor de intérprete, con la docencia. Funda en 1928 el "Cuarteto Asunción" con Enrique Marsal, Alfredo Krampad, Erik Piezunka. En ese mismo año y para conmemorar el centenario de Franz Schubert, crea la Orquesta Sinfónica. Empresa para la cual Giménez supo unir voluntades, trasmitir entusiasmo para llegar a su auditorio con obras de autores nacionales y composiciones del repertorio universal.
Estas tareas no lo sustraen a la docencia. Integra el plantel de profesores del Colegio Nacional donde dirige un coro. En la Escuela Militar; Colegio Nacional de Niñas y otras instituciones de enseñanza pública. En 1940 funda la Escuela Normal de Música y allí abre una cátedra de violín que será un semillero de jóvenes cultores de ese arte. Es digno de recordar entre sus gestiones la exhaustiva revisión de los antecedentes del himno paraguayo, de su letra y música. Para esta última hizo una transcripción que fue adoptada por Decreto del gobierno nacional en 1934.
Giménez unió a su arte de intérprete del violín sus cualidades de compositor. Su musa inspiradora fueron las gestas heroicas de nuestro pueblo. Así lo expresa entre otras su "Rapsodia Paraguaya". El también vivió las vicisitudes de la contienda chaqueña. Allá estuvo con un conjunto musical que nos recuerda a aquella "Banda para-í" creada por el Gral. Díaz cuando la Guerra del 70 y que alegraba los corazones en los ratos de descanso o hacía vibrar el alma henchida de emociones después de alguna triunfal batalla en medio del tronar de los cañones que saludaban la heroica gesta del soldado paraguayo.
Y junto a esta musa épica, su obra también nos ofrece la visión de nuestras campiñas, el reposado rumor de nuestros bosques y arroyos donde duermen leyendas de siglos, o historias trágicas de un pueblo en cuyos ojos nunca se apagaron la alegría de la vida. Y hay también en ellas las alegrías sencillas de la vida pueblerina, y endechas de amores juveniles."Chircote", "Conscripto", "Cuarajhy oique yavé", "Marcha del Mariscal López" son algunas de sus obras más conocidas.
Fundamentalmente, fue Giménez un violinista de alta escuela. Su cultura académica era vasta, y en memorables conciertos dio a conocer a su público las obras más notables del repertorio violinístico, que las abarcaba con solvencia y maestría.
Su obra de artista de violín, sus composiciones y su enorme labor docente configuran un importante capítulo de la cultura paraguaya. Su recuerdo de hombre de bien, de maestro y de amigo nos invita a seguir el noble ejemplo de su vida.
(x)Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 7 de Marzo de 1981 (Asunción, Paraguay).