39. Parte “Y por aquel tiempo la Asunción empezó a erigir ciudades a los cuatro vientos…como el pelícano de la fábula se desgarró las entrañas para alimentar a sus hijos” Manuel Domínguez
DEL PARAGUAY PROFUNDOArnaldo Valdovinos y La Incógnita del Paraguay (x)
La luz de las estrellas extinguidas hace mucho tiempo aún llega hasta nosotros. Lo mismo ocurre con los grandes hombres que murieron siglos atrás, pero que aún hacen llegar hasta nosotros las radiaciones de su personalidad. Khalil Gibrán Hablar
de la estela dejada por Arnaldo Valdovinos (Villeta, 1908 – Buenos Aires, 1991)
es al decir de Séneca, hablar de aquellos hombres que parten al destierro para
quienes es suficiente poder llevar con ellos sus propias virtudes. Sin embargo,
hablamos aquí de un hombre que amó profundamente a su patria pese a hallarse
por décadas fuera de ella y no haber podido retornar definitivamente nunca más
a la misma. Así que propios y extraños, familiares y conocidos de él, lo
recordamos como un auténtico patriota, hombre libre, de corazón sensible,
sincero a los latidos de su tierra y a las circunstancias únicas que hacen a la
nación paraguaya. Los familiares, en particular, todavía recordamos aquella
triste anécdota, cuando en una oportunidad, en su breve estadía de días, en el
año 1990, al fin, luego de más de cuarenta años de exilio, fuertemente y con
lágrimas en los ojos, se aferraba a las rejas oxidadas por el tiempo, de la que
fuera alguna vez la antigua casa familiar en la ciudad de Villeta, acusando así
los últimos –pero letales para el espíritu que añora su tierra– rigores del
exilio. El inexorable paso del tiempo y el precio de sus propias convicciones
motivaron siempre la negativa del Dictador a su retorno al país. En
innumerables ocasiones, tanto por medios radiales como escritos, recriminó la
conducta y los actos de Gobierno paraguayo de ese entonces, ejerciendo una
activa labor desde el exilio a favor del Partido Febrerista.
-Fragmento- Nuestra edad de oro (x)por: Helio Vera -Escritor- Nuestra Edad de Oro es ubicada en el siglo XIX; en eso coincide buena parte de los escritores de la generación del 900. Es obvio que quienes vivían en la Edad de Oro no tenían conciencia de ello. No sabían que deambulaban sobre un terreno sacro. El mapa fue confeccionado después por Juan O´Leary, Moreno, Pane y otros eminentes intelectuales paraguayos. No faltaron extranjeros, como el suizo Moisés Bertoni, que llegaron a esta Arcadia para vivificarse con sus benéficos aires. Desde Europa, anarquistas como Eliseo Reclus o diletantes como Thomas Carlyle elevaron epinicios que ayudaron a fortalecer este discurso, ya sea tomando como centro de interés la desoladora Guerra Grande. La terrible experiencia de la guerra no pudo menos que producir situaciones límites para la condición humana. Sacrificios inexplicables a la luz de la razón, hechos sorprendentes lindantes con la estructura de la tragedia clásica abonaron el terreno sobre el que trabajó la generación del 900. La canción épica recoge esta experiencia irrepetible y provee claves que no deben pasar desaparcibiddas. Recordemos, por ejemplo, “Cerro Corá” de Félix Fernández, una de las más hermosas canciones del patrimonio musical paraguayo. Allí se dice con todas las letras: “Mariscal rire, Mariscal yey; /mamópe oime nderasa hara…nembochyryry, nerejentregái, /ndéko Paraguay mombe´upyrã..ñamano rire ja pu´ã jevy/ ñahendu hagua Mariscal ñe´é”. En otras palabras: “después del Mariscal otra vez el Mariscal, dónde habrá quien pueda superarte...te sacrificaron pero no te entregaste, eres la leyenda del Paraguay...después de muertos volveremos a erguirnos, cuando escuchemos otra vez la voz del Mariscal”. La generación del 900 abrió la marcha al retorno a la Edad de Oro, con un dejo nostálgico que inundó su rica labor, al grito de “a pasado de glorias, presente de infortunios”. Incluso la izquierda intelectual rinde su tributo a este discurso. Anselmo Jover Peralta coteja sus ideas con las de Manuel Domínguez con estas reveladoras palabras: “Recuerdo que el Dr. Manuel Domínguez me pidió, en cierta ocasión , durante la Guerra del Chaco, que le explicara eso de una revolución que era al mismo una restauración. Len contesté que era la misma cosa, en el fondo, que lo él quería decir cuando decía que era necesario restablcer los factores económicos tradicionales discolocados. Verdad grande como una catedral” (4) Surgirá en el lector la curiosidad de saber si la generación del 900 fue sólo una respuesta al fuerte acento liberal que nos invadió después de la Guerra Grande o si traducía sentimientos más íntimos, arraigados en el inconsciente. Con la irresponsabilidad de quien carece de pruebas, apostaría por la segunda tesis. La concepción arcaica del Eterno Retorno y la búsqueda de la Edad de Oro están consustanciadas con el espíritu colectivo de las abstracciones que ingresaron en el Paraguay en las mochilas de los soldados de la Triple Alianza. No en balde los gobiernos que se sucedieron inmediatamente después de la derrota fueron formados por individuos influenciados por credos foráneos o que reconocían una fuerte influencia extranjera. Como en los ciclos lunares, cada época de sombras sera substituida después por una época de luz deslumbrante. Cada paradigma del mal será derrotado a su turno, inevitablemente, por el héroe solar. La luna recuperará su brillo redondo y el tiempo se habrá regenerado. (4) Jover Peralta, Anselmo. El Paraguay revolucionario, primera parte. Editorial Tupã. Buenos Aires-Asunción, 1946, p.72. (x) Del libro: “EN BUSCA DEL HUESO PERDIDO (Tratado de paraguayología), de Helio Vera. (3a.Edición; 1990) EDICIONES RP. Asunción, Paraguay.
La canción nacional (x) por: Luis Verón El primer himno nacional patriótico paraguayo data de la época de la dictadura francista. Se llamó Tetã purahéi; estaba escrito en guaraní y su autor fue el poeta y guitarrista caraguatayense Anastasio Rolón, aunque hay versiones que atribuyen la autoría de la música al maestro Antonio María Quintana. En la misma época, Norberto Ortellado, delegado de Santiago (Misiones), compuso otro himno llamado A la libertad del Paraguay, que fue rechazado por el dictador Francia por tener la letra escrita en castellano. Otras canciones patrióticas que se pergeñaron más o menos en la misma época fueron la Canción Patriótica Paraguaya y la Canción de la Independencia. El Tetã purahéi de Rolón tenía ocho estrofas y un ”purahéi joa” o coro. El texto del poema fue obsequiado por el autor a don Carlos Antonio López, cuando lo conoció en su estancia de Olivares. López lo tradujo al castellano luego de asumir la presidencia de la República. La música de esta composición se perdió en la Guerra Grande, al igual que las partituras de la música del himno de Francisco Acuña de Figueroa. La creación del actual Himno Nacional fue solicitada por el presidente López al poeta argentino Vicente López, autor del himno ncional argentino. El poeta solicitó el pago de 1.000 pesos fuertes, petición que no fue aceptada por el gobierno paraguayo. Enterado de ello, el poeta uruguayo Francisco Acuña de Figueroa, autor del himno nacional del Uruguay (escrito en 1828), creó el himno paraguayo, cuyo texo fue entregado el 15 de agosto de 1846. En el Museo de Bellas Artes se encuentra el manuscrito original de las letras del Himno Nacional Paraguayo por el poeta uruguayo Francisco Acuña de Figueroa. Consta de dos hojas de 17 por 21 cm, autografiadas en ambas caras. El documento está guardado en un estuche de 25 por 32 cm, forrado por fuera con tafilete rojo y por dentro con muaré del mismo color que la cubierta. El título de cubierta y los cantos están impresos en tinte dorado. Con respecto de la música del Himno Nacional hay muchos interrogantes. ¿Quién fue el autor de la música? ¿Dupuis o Debali? ¿Quién hizo los arreglos? Cavedagni, Guerrero, Pellegrini, Nascimento? Para esclarecer todos los cuestionamientos, en 1923 se hizo una encuesta nacional auspiciada por el Instituto Paraguayo y realizada por el Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública entre los pocos sobrevivientes de la Guerra de la Triple Alianza, lo que dio por resultado que no pudo establecerse al autor de la música, pero que era correcta la restauración de la misma por el maestro Remberto Giménez, sobre la base de las restauraciones anteriores de Luis Cavedagni, de Cantalicio Guerrero y los arreglos de Nicolino Pellegrini. La restauración musical del maestro Giménez se oficializó por decreto del Poder Ejecutivo en 1934. (x) Gentileza del diario ABC COLOR (Revista), 13 de enero de 2008 (Asunción, Paraguay) Paraguay, mañana-Fragmento- Los exiliados (x) por: Bartomeu Meliá ”La economía extractiva impome la disolución de los grupos tribales más densos y su dispersión por los bosques mediante el empleo de los hombres como obreros…La economía pastoril actúa ante el indio movida por la necesidad de limpiar los campos de sus ocupantes humanos para entregarlos al ganado…” (Ribeiro 1971: 337-38). El indígena dispersado, desalojado y definitivamente expulsado de sus tierras no podrá sobrevivir como individuo social y a veces ni siquiera físicamente. Desde ese momento el indio comenzó su largo camino de proletarización, de marginación degradante y de muerte. Como expresé al principio, la causa de esta situación y de este proceso no es la debilidad racial o cultural del pueblo autóctono, sino la relación colonial en la que se encuentra acorralado. Que el pueblo paraguayo esté viviendo actualmente de una manera grave la dispersión y un proceso político y económico que lo expulse literalmente del país, no lo podrá negar quien considere las abultadas cifras de la emigración. Las razones de esa emigración son ciertamente complejas. A mi modo de ver, más que la razón política, es el tipo de economía que cierta burguesía nacional y el capital extranjero han elegido para el Paraguay, el factor que causa el despoblamiento del Paraguay. Para estas economías el ocupante humano es un estorbo; son economías que desarraigan al hombre y después lo expelen como residuo marginal, que tendrá que ir a buscar bajo otros cielos los elementos para simplemente sobrevivir. Para estas economías, la extractiva y la ganadera, el elemento humano carece casi en absoluto de significación productiva. En una tierra sin hombres, el paraguayo es un hombre sin tierra. No puede continuar viviendo en la tierra que lo vio nacer y ya no tiene la seguridad de que sus hijos seguirán siendo paraguayos (Benítez González 1964:60). Al camino del éxodo, se suma la baja natalidad y el intento por introducir campañas antinatalistas, cuyo efecto global tiene el carácter de un verdadero genocidio. Hay quien afirma alegremente que el paraguayo, fuera de su país, sigue siendo paraguayo y hasta adquiere una cierta conciencia de su autonomía cultural y política que espera la vuelta al suelo patrio para afirmarse y hasta provocar el cambio. Sin embargo, un estudio sobre migrantes paraguayos en Misiones de Argentina obliga a conclusiones que “contrastan con los estereotipos habitualmente sostenidos en el país, en el sentido de que existe una cierta inmutibilidad y privilegiada persistencia de pautas y valores paraguayos”. En realidad lo que se nota es “un paulatino deterioro en este arraigo a las pautas originales y una marcada apertura a los esquemas socioculturales argentinos (Fogel 1973: 193). No podia ser de otro modo. El paraguayo sale del país en condiciones culturales y económicas que le orientan hacia la adaptación y la asimilación con una sociedad que para él presenta más prestigio y de la cual dependerá económicamente durante muchos años consecutivos. Como el indígena, el paraguayo fuera de su ecología cultural no podrá hacer eclosionar las formas y los valores de su autonomía; a lo más mantendrá pasivamente y fijamente una herencia de tradiciones nostálgicas. El camino del exilio es un camino sin retorno, porque nunca más se encuentra a la patria en el mismo lugar donde se la dejó. Y el exiliado acaba por exiliarse de sí mismo. (x) De su libro: “Una nación, dos culturas”. RP ediciones.CEPAG. (mayo 1988; Asunción, Paraguay)
El legendario Jaguarete en peligro de extinción en Paraguay WIKIPEDIA: “Nombres y etimología [editar]En sus zonas nativas recibe diferentes denominaciones en español como jaguar, yaguareté, yaguar, nahuel, otorongo, onza, ocelote (los aztecas lo llamaban tlatlauhquiocélotl), tigre o tigre americano, pero la primera es la más común. El origen del nombre más usual proviene de la palabra guaraní yaguá-eté que significa «parece perro»; en efecto, antes de 1492 los guaraníes utilizaban la palabra yaguá para referirse al mayor superpredador americano, es decir al yaguar, pero ante la presencia de los feroces perros de combate traídos por los europeos el término guaraní yaguá pasó a significar perro en tanto que fiera o animal feroz por antonomasia (actualmente se aplica este término en guaraní a cualquier perro) quedando redenominados los especímenes de Panthera onca como yaguá-eté («parece perro»), de allí surge la denominación yaguareté usada especialmente en Argentina y Paraguay, y de modo abreviado: yaguar o jaguar. ACOTACION DE FA-RE-MI: Al tiempo de agradecer a www.wikipedia este valioso aporte, sólo queremos agregar una apreciación contributiva: Al señalarse que yagua-eté equivale, correctamente, a “parece a perro”; lo común hoy en Paraguay, es que se entienda ese término como jagua-rete que equivaldría a: ese animal parecido a cuerpo de perro, porque rete equivale en guaraní a cuerpo. Esta es nuestra apreciación, salvo mejor parecer...-
Arte y espectáculos Una guarayo de voz privilegiada triunfa en escenarios europeos (x)
Cantante lírica. Yvoty, la indígena guarayo, ofreció un concierto para la Asociación Staufen-Paraguay, en Wettelbrun. por: Mario Casartelli (Desde Alemania) Sus ojos negros irradian paz, mansedumbre, pero también un haz de alegría y tristeza que le fluyen desde el fondo. No podría ser de otro modo: ante su historia es imposible sustraerse a la emoción. Quién podría imaginar a una indígena paraguaya en escenarios europeos como cantante lírica? Quién la ubicaría en medio de grandes músicos con violines, violonchelos, chelos, flautas, contrabajos, atriles y partituras que portan obras de grandes creadores de la humanidad? Yvoty Ianniello es cantante lírica, vive en Stuttgart y comenzó a investigar con mayor profundidad sus raíces paraguayas desde hace siete años, cuando conoció a Silvester, su marido , un músico alemán. Pore eso, la invitación para participar de un concierto que brindaba un compatriota suyo en tierras alemanas la llevó a emprender un viaje desde Stuttgart hasta la ciudad de Staufen. Era, para ella, una oportunidad para acercarse al país que la vio nacer. En Wettelbrunn, Staufen, Yvoty comenzó a evocar su propia historia. ”No supe de mis orígenes sino a los 16 años, cuando recibí una carta de un amiga que me relató pormenores ignorados de mi infancia. Mis padres alemanes viven en Stuttgart y nos visitamos normalmente, como cualquier familia alemana. Pero nunca abordamos el tema, porque es un punto de tensión entre nosotros”, admite. -¿Cómo llegaste a Alemania? -Cuando yo tenía apenas seis meses, mi madre indígena agonizaba de tuberculosis en un hospital de Filadelfia (Chaco paraguayo). Pero, antes de morir, me dejó en manos de los médicos para que me cuidasen. Una enfermera buscó y encontró una familia menonita con quien dejarme. Pero con esa familia sólo estuve tres meses, porque los médicos le advirtieron que yo no crecería en forma normal, y difícilmente sobreviviría, puesto que, según ellos, el descuido y la mala alimentación hicieron estragos irreversibles en mi cuerpo. Me devolvieron a la familia Guarapo. -¿Que paso después? - Al año, unos profesores menonitas de apellido Ulrike, fueron a visitar la comunidad. En medio de la miseria reinante, observaron que con mi cuerpo raquítico me arrastraba y dormía en el suelo y con hambre. Entonces, preguntaron a quién yo pertenecía, por qué estaba tan sola y sin siquiera los mínimos cuidados. Les dijeron que si querían podían llavarme, porque así quizás podría salvarme. Entonces, los Ulrike solicitaron al cacique permiso para llevarme. Este asintió y así fui adoptada. Y con el tiempo vinimos a Stuttgart. -Es evidente que la vida prevaleció sobre la muerte. -Considero que fue un milagro.Y, aunque arrastro algunos problemas de tiroides, logré sobrevivir, gracias a la familia que me rescató. Pero no estoy de acuerdo en que hayan querido ocultarme cosas de mi pasado. Intentaron convertirme en una menonita, pero, por lo visto, mis raíces son también fuertes, y me siento cada vez más llamada por ellas. -¿Cuándo y cómo despertaste a la música? -A los seis años cuando vinimos a Alemania, comencé a estudiar piano en un conservatorio. A los 23 recibí lecciones de vocalización. Luego me inicié como cantante profesional a los 25. -Cómo se conocieron con Silvester Ianniello? -Haciendo ópera lírica en el Teatro Aída, en Alemania. -¿Qué piensas del Paraguay? -Una de las razones por las cuales acepté la invitación de la Asociación Staufen-Paraguay, para da un concierto en Wettelbrunn, fue, justamente, la relación que tiene esta institución con el Paraguay. Sé que muchos chicos logran estudiar gracias a las mediaciones de esta entidad. Y como beneficiar a Paraguay está en mis deseos, entonces acudo a este tipo de conciertos. -¿Cuáles son tus expectativas sobre el Paraguay? -Viviría en Paraguay, pero de la profesión de cantante. Si no fuese posible, me gustaría aunque sea realizar un par de conciertos allí. Quiero saber más sobre los Guarayos. Alguna vez, cuando yo tenía ocho años, gente de la comunidad envió una carta a mi familia alemana pidiendo una foto mía. Les enviamos, aunque después perdimos contactos. Pero es evidente que ellos también me buscan.
(x) Cortesía del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 12 de enero de 2008 (Asunción, Paraguay).
AMOR, ANTIGUEDAD, PICARDIA O BOHEMIA (IX Y FINAL) Las letras para una serenata paraguaya (x)
El repertorio para una “serenata” está supeditado a las condiciones imperantes entre el oferente y la receptora, y viceversa. Hoy, la dedicatoria no resulta tan hermética como en el pasado, dispone de variables susceptibles a la coyuntura reinante entre ambos y el medio ambiente social en el cual se desenvuelven. Incluso, con facilidad se transita la deformación de esta tradicional modalidad hasta llegar al colmo de poner en práctica una supuesta “serenata diurna”, cuyo rótulo y práctica son más parecidos a las rondas, galas, peñas, musiqueadas, veladas, bailantas y otras amenidades. Dibujo acuarelado del argentino Héctor Castilla Araujo sobre “La serenata paraguaya”. Radicado en Asunción, el motivo vernáculo lo inspiró en 1969. Sus trazos pictóricos nos legaron la esencia de una enraizada costumbre que paulatinamente fue decayendo. Hoy está prácticamente en desuso, camino hacia la extinción.
(alcandia@abc.com.py) (x) Gentileza del diario ABC COLOR, 29 de octubre de 2007 (Asunción, Paraguay) ACOTACION DE FA-RE-MI: En nuestra Página, también puede encontrarse letras de canciones con motivos serenateros, como por ejemplo, Serenata Ocara, Serenata chu´i, Lucerito alba, Despierta mi Angelina, Ko´eti jave, etc. Desde el Índice General, hacer click en: Indice sonoro y poético. En la 5.Parte de ”Letras de canciones paraguayas…”, se puede, también, leer los versos de Serenata Carmencita-pe, y Serenata jazmín guype (que todavía no están incluídos en el Índice Poético).
Trayecto de mi camapaña (x) Emiliano R. Fernández, luego de la revolución de 1922-23, cita minuciosamente los lugares por donde pasó por: Mario Rubén Álvarez -Poeta y periodista- La trompeta y el redoblar de los tambores –instrumentos musicales de guerra por excelencia- atraían a Emiliano R. Fernández como el néctar de las flores a las abejas. Fue por eso que ya orillando los 30 años –había nacido en 1894- fue uno de los primeros en presentarse a las filas gubernistas cuando en 1922 estalló la revolución entre los “saco mbyky” (partidarios de Eduardo Schaerer) y los “saco puku” (adherentes de Manuel Gondra y José P. Guggiari); facciones liberales que median su distancia con el pueblo por la extensión de sus vestimentas. Desde que subió al poder –defenestrando al Partido Colorado-, en 1904, el Partido Liberal se debatía en dos alas en permanente insurrección. Salvo el gobierno de Eduardo Schaerer –después de un periodo de turbulencias de nunca acabar-, entre 1912 y 1916, los demás presidentes no pudieron concluir sus periodos. Las asonadas estaban a la orden del día. La revolución de 1922-1923 estalló cuando el presidente provisional –le había sustítuido a Manuel Gondra en su segunda presidencia, tan efímera como la primera, por lo que el ñe´ënga decía “Taguapy sapy´ami he´i Gondra”-, Eusebio Ayala, el 22 de mayo de 1922 “vetó de acuerdo con sus atribucciones una ley emanada del Parlamento convocando a la constitución de un Colegio Electoral..a fin de designar presidente y vicepresidente de la República”, según Tomás de los Santos (1). El historiador Alfredo Seiferheld, en el prólogo del primer tomo del libro de este autor, sostiene que aquel ”veto provoca la reacción militar de la zona de Paraguarí al mando del coronel Adolfo Chirife, al que se pliega de inmediato la fracción schaerista del Partido Liberal (que abandona Asunción para unirse a la revolución), así como la zona militar de Concepción al mando del teniente coronel Francisco Brizuela, la de Villarica a cargo del coronel Pedro Mendoza y un destacamento militar de Encarnación”. Menciona luego: “El 29 de mayo de 1922, Eusebio Ayala retira apresuradamente el veto, pero ya es tarde. Las fuerzas armadas se concentran en Campo Grande y entran en contacto con los gubernistas, dirigidas por el coronel Manlio Schenoni”. Ese es el origen del conflicto y la composición de las fuerzas. Emiliano se presentó a filas leales al Gobierno y se puso a las órdenes de quien ya fuera su jefe en la Primera Zona emplazada en Concepción, el mayor José Félix Estigarribia. Con él emprendió por tren, la marcha para librar la decisiva de batalla de Ka´i Puente, lugar que hoy se conoce como Coronel Bogado, al sur, en el Departamento de Itapúa. Trayecto de la campaña –que algunos nombran también como Trayecto de mi campaña o Trayectoria de mi campaña- es un típico compuesto no solo porque en la primera estrofa usa una terminología propia de este género –“señores pido atención/un momento ajerure”-, sino porque va relatando cronólogicamente los lugares por donde el Primer Destacamento del que formaba parte pasó. Emiliano tuvo que haber escrito la poesía a fines de 1922, ya de regreso a Asunción, luego de la Victoria de Ka´i Puente Del viaje de ida, menciona minuciosamente las estaciones. El retorno, a pie, sin embargo, se difumina en Paraguarí. Hasta allí nombra punto por punto los lugares que pisaron. Después, se pierde el rastro, abruptamente. La música –que tuvo que haber sido un rasguido doble, muy propio del estilo de Emiliano- es del propio autor de la letra. (1) De los Santos, Tomás. La revolución de 1922, II tomo. Asunción, El Lector, 1985. Pág. 6 y siguiente. Trayecto de mi campaña
(x) Gentileza del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), sábado 23 de febrero de 2008 (Asunción, Paraguay)
La Nación de Buenos Aires y su editorial
por: Jorge Rubiani El jueves 6 de diciembre pasado, el diario La Nación de Buenos Aires comentaba acerca del homenaje que rindiera la presidenta electa Cristina Fernández al Mcal. Francisco Solano López. Hecho que se materializó en un acto en el que una unidad del ejército argentino se imponía llevar el nombre del mandatario paraguayo. En la larga consideración que pretende justificar la molestia del prestigioso medio, están los adjetivos de siempre. No hay
más que las -ya hoy- absurdas descalificaciones a López y los todavía
persistentes reclamos sobre su moral y capacidad. No hay argumentos ni una
genuina intención de comprender o aproximarse a las reales causas de la Guerra de la Triple Alianza, contienda de cuyas secuelas el Paraguay sigue padeciendo, y de
las que Brasil y Argentina lograron beneficios mayores que el incremento de sus
territorios a expensas del vencido. (x) Cortesía del autor y del diario ABC COLOR, Asunción, Paraguay, Domingo 09 de Diciembre de 2007.
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