19. Parte

”En nuestro cielo solar de encanto
Cuánta belleza por doquier hay
Naturaleza prorrumpe un canto
Y entona loas al Paraguay
Antonio Ortiz Mayans (x)

(x) De la canción “Bajo del cielo del Paraguay”, cuya
letra le pertenece; y en la parte musical, a Luis Alberto del Paraná


DEL PARAGUAY PROFUNDO

 

Narciso R. Colmán (x)

por: Dr. Rafael Masi Pallarés

Narciso R. Colmán, conocido popularmente como Rosicrán, nació en Valle´i, partido de Ybytimi, en 1876. Fueron sus padres Vicente Colmán e Isabel Cuéllar. Cursó sus estudios en el Liceo de Niños de la Capital, y luego en la Escuela Normal, de la que tuvo que retirarse para dedicarse a la profesión de telegrafista del Ferrocarril Central. En dicha empresa ocupó tempranamente el cargo de Jefe de la Estación de Ybytimi (Marta S. Ferrara).82

De allí, en 1897 se trasladó a Buenos Aires, donde siguió ocupando un puesto en Ferrocarriles Argentinos. Después de cuatro años volvió al país y trabajó en la Judicatura.

”Fue el primer poeta nacional que utilizó su fecunda inspiración en el idioma nativo, recogiendo y divulgando dichos y refranes populares, raíz y esencia del folklore”. 83

Durante la gran epopeya se había utilizado la lengua nativa también como instrumento de un periodismo popular que supo recoger, aún en versos, el lado jocoso de las circunstancias para solaz de los combatientes y del pueblo todo. Gracias a la laboriosidad de Narciso R. Colmán conservamos parte de ese riquísimo material folklórico.

Más adelante, en la contienda chaqueña el guaraní volvió a enriquecerse con nuevos giros y expresiones nacidas dentro de los mismos combatientes, y además pasó a desempañar otro aspecto interesante. El guaraní fue utilizado en las comunicaciones cifradas. Tal es así que por una disposición del Comando del Chaco se lo empleó oficial y obligatoriamente para comunicaciones telegráficas y telefónicas. 84

El teléfono a galena –sin corriente eléctrica- era accionado con una manivela que haciéndola girar comunicaba de aparato a aparato a través de un cordón único bautizado en forma vernácula como ysypo ñe´ëva (liana habladora). Con este singular equipo se comunicaban los partes y santo y seña en guaraní. Por otro lado, las frases se escribían en cifrado. Por ejemplo, una parte decía: “Heta ojeroky rire lo mitã, péina oho petei tei ma hicuai. Che ra´y kuéra peina oitypei joama oga renonde” (“terminada la fiesta los invitados van yendo de a poco. Los míos ya están barriendo la casa”, que interpretado sería: “después de mucho bailar –los enemigos- se fueron retirando uno por uno. Mis muchachos ahora están recogiendo alrededor de la casa (el cuartel) lo que dejaron los enemigos (las armas)”.

Todas estas nuevas construcciones en guaraní pasaron a enriquecer gran parte de nuestro acervo folklórico. Rosicrán fue anotando meticulosamente, una por una, estas expresiones para luego vertirlas en el papel, al igual que el botánico va guardando “con paciencia y saliva” las especies florales entre hojas de diarios.

Escribió varias obras como Ñande ypykuéra, Puka raity, Tupa ñe´e poravo pyre (versión guaraní de la Biblia), Mil refranes en guaraní y otras más.

A Colmán se le atribuye ser el fundador del Ocara Poty Cué-mi (Mi vieja flor silvestre), revista mensual totalmente en guaraní, donde figuraban poemas, comunicaciones de interés, letras musicales, algunas prosas, cuentos, anécdotas sobre creencias, etc.

Esta revista era el tamaño 1/8, bastante semejante –pero con menos páginas- a Selecciones. La tapa y contratapa de Ocara Poty eran caracteríscamente de un color rojo obispo. Su aparición habría sobrepasado el decenio, y sus números se publicaron, por lo menos, hasta el inicio de la década del 40. La revista era editada en los talleres tipográficos de los hermanos Trujillo (Manduvira entre Montevideo y Ayolas). Aunque raleadamente, siguen apareciendo algunas ediciones.

La obra maestra de Rosicrán es Ñe´ë roryra, en la cual se encuentran recopilados más de 5.000 términos. Allí se transcriben cuidadosamente clasificados, los ñe´ënga (”decires”, compuestos de dos premisas unidas por el copulativo ”he´i”); las sentencias o refranes (oje´eva); las analogías o comparaciones (ha ete) y las expresiones idiomáticas (péichami). Los términos están en orden alfabético y en algunos casos figura la traslación  al español. Esta recopilación resulta fabulosa y de una enorme riqueza, y supone años y años de trabajo. La edición de esta obra presenta un formato de bolsillo.

En el prólogo de la obra, con su honestidad de escritor, se adelanta a explicar que gran parte del contenido la había recogido de un personaje legendario, el Sargento Ñandua.

Hurgando papeles se pudo comprobar que este personaje fue de “piel y hueso”, y oriundo de Yaguarón. Lo de sargento le venía de haber actuado en la Guerra Grande, donde llegó a caer prisionero de las tropas brasileñas. Se supone además que el Sargento Ñandua habría sido si no analfabeto, por lo menos con poca capacidad de escribir, y solo el milagro de la transmisión oral, propia del guaraní, permitió que se pudiera conservar tal tesoro.

Rosicrán fue el primero de los poetas de la postguerra en quien renació vigoroso el amor por el idioma y la cultura autóctonos. Él se empeñó en que nuestra lengua no se esfumara. Con cierta firmeza podríamos decir que fue el mayor bardo –aún no superado- que haya escrito tanto en la lengua vernácula. Lo que ocurre con el guaraní es que muchos somos los que hablamos pero muy pocos los que sabemos escribirlo. Es que esta lengua, aún en proceso de difusión, no ha podido sacudirse de su viejo molde oral.

Con Colmán ocurrió lo que muchos de nuestros conciudadanos, que para vivir les resultaban insuficientes sus ingresos como poeta. De allí que en gran parte de su vida se haya refugiado en la administración pública. Poseedor de una mediana cultura pudo desempeñarse en la Judicatura de San Bernardino y de Caballero. Más tarde fue secretario de la Corte Suprema de Justicia y juez en lo Criminal. Llegó a ser conocido internacionalmente y fue miembro de número de varias instituciones culturales lingüisticas extranjeras.

Por su gran trabajo cultural, el Gobierno Nacional le condecoró con la Orden Nacional del Mérito. Ya viejecito y retirado tuvo la enorme satisfacción de que la Asociación de Poetas, Escritores y Artistas Guaraníes organizara una caravana hasta su pueblo para rendirle un homenaje modesto pero cordial y emotivo, en el cual, por espacio de más de 10 horas, le brindaron su mejor repertorio.

En 1906 contrajo matrimonio con Victoria Mersán; y por segunda vez, en 1937, con Venancia González Contreras. De ambos matrimonios trajo al mundo cinco hijos. Falleció en 1954.

Al decir del Dr. Roberto A. Romero, citado por Luis G. Benítez 85, ”Este Ocara Poty, además de ser el primero en su género editado  en el Paraguay, guardaba el ramillete de flores silvestres del alma aborigen de nuestro pueblo, y lo consagró como el más grande poeta de su idioma…”. Rosicrán proviene de un seudónimo que resulta del apócope invertido de sus dos nombres de pila: “narciso+r”.

82 HOY

83 L.G. Benítez: Breve Historia de Grandes Hombres. Comuneros. 1986

84 HOY. 20/IX/87

85. L.G. Benítez: Breve Historia de Grandes Hombres. Comuneros. 1985

(x) Del libro: Los 100 Paraguayos Notables del Siglo XX, por Dr. Rafael Masi Pallarés; diciembre 2001 (Asunción, Paraguay



José Luis Appleyard (x)

por: Bernardo Neri Farina

Fue uno de los grandes poetas paraguayos del siglo XX. Miembro de la Generación de los 50, junto a José María Gómez Sanjurjo, Ricardo Mazó, Rodrigo Díaz Pérez y Ramiro Domínguez, y discípulo del padre César Alonso de las Heras –formador de insignes referentes literarios en nuestro país-, José-Luis Apppleyard desarrolló una poesía densa, rica, estéticamente impecable, y a la vez clara, diáfana, sencilla a los oídos y a los sentimientos. Fue también periodista y autor de reportajes y columnas inolvidables en diversos periódicos de nuestro país.

Agustín María José-Luis Appleyard nació en Asunción el 5 de mayo de 1927. Sus primeros estudios los hizo en la Escuela Normal de Profesores No. 1 Presidente Franco, que quedaba a poca distancia de su casa. Recordaba José-Luis en un artículo escrito para el diario HOY (16-V-78), que encontró su vocación de escritor frecuentando la sección Lecturas sugestivas de los libros de texto de Manuel Riquelme, usados en los últimos tres grados de la primaria (los libros de lectura de los tres primeros grados eran, en esos años de la década del ´30, de Ramón I. Cardozo).

Su vocación se hizo más fuerte cuando pasó al Colegio San José, donde formó parte de la Academia Literaria, dirigida por el padre César Alonso de las Heras. José-Luis culminó el bachillerato en Buenos Aires, en el colegio San Marón.

Optó luego por la carrera de Derecho y se hizo abogado por la Universidad Nacional de Asunción. En la Facultad fue uno de los fundadores y presidente de la Academia Universitaria. Tras egresar, ejerció muy poco la profesión judicial, pues prefirió la de periodista que le permitía hacer con más holgura lo que realmente quería: poesía, fuera en verso o en prosa.

En La Tribuna, diario dirigido por Arturo Schaerer, fue encargado del Suplemento Cultural. En la década de los años 60 formó parte de un grupo de periodistas que desarrolló la que tal vez fue la mejor serie de entrevistas realizadas en el periodismo nacional. Se titulaba Yo y La Tribuna. De esa serie quedan muestras de eruditas, profundas y esclarecedoras conversaciones con extraordinarias personalidades, como por ejemplo León Cadogan o el capitán José A. Bozzano. Asimismo, en otra sección del citado periódico, fueron muy celebrados los Monólogos de José-Luis Appleyard, verdaderas recreaciones del sentimiento popular con un lenguaje “callejero”, un “castellano paraguayo” que era una delicia para muchos lectores.

En 1978, Appleyard tuvo un breve paso por el diario HOY, como redactor de notas especiales en el suplemento dominical. Con posterioridad, trabajó en el diario Última Hora hasta sus últimos años de vida.

Publicó sus primeros poemas en 1953, en el volumen Poesía, en forma conjunta con miembros de la Academia Universitaria (R. Domínguez, Mazó, Gómez Sanjurjo, R. Díaz Pérez). Son sus escritos de la adolescencia, parte de ellos hecha en Buenos Aires y parte en Asunción. Su primer libro como autor exclusivo fue Entonces era siempre (1963). Le siguieron El sauce permanece y tres motivos (1965) y Asi es mi Nochebuena (1978).

Al hacer una análisis de su poesía, el poeta y crítico Roque Vallejos señala  que ”el virtuosismo del verso es algo paradigmático en la obra de Appleyard“. Agrega además que el tema central  de “la rica poesía de Appleyard, en sus innúmeras modulaciones, es el tiempo. Él es un exiliado de su tiempo”.

Sin rehuir jamás el tiempo que le tocaba vivir, José-Luis se refugiaba permanentemente en la nostalgia. Su niñez era una imagen recurrente: “Rememorar ese tiempo que paradojalmente más se me acerca en la medida  que me alejo de él…”. Y en esa constante retrospectiva de su vida, el recuerdo de las Navidades, con sus cigarras puntuales, y la Semana Santa se vuelve conmovedor.

Otros libros de poemas suyos son Tomado de la mano (1981), El labio y la palabra (1982) y Solamente los años (1983). Escribió además una obra teatral, Aquel 1811 (1961) (ganador del Premio Municipal de Teatro). Escribió una novela, Imágenes sin tierra (1965) y sus series de monólogos: Los monólogos (1971) y La voz que nos hablamos (1983). Una de sus últimas obras contiene un conjunto de relatos breves, Desde el tiempo en que vivo (1993), Cenizas de la vida, mereció el Premio Nacional de Literatura el mismo año en que se publicó: 1997.

Appleyard fue miembro de número y sceretario de la Academia Paraguaya de la Lengua Española y presidente del PEN Club  del Paraguay.

Fue buque insignia de una bohemia asuncena que está en fuga. En su mesa exclusiva en el bar San Roque, rodeado de amigos a quienes prohibía hablar de literatura, se erigía en figura principal que manejaba los silencios y los énfasis en la conversación.

José-Luis Appleyard, el más trascendente poeta de la Generación del 50, falleció en Asunción en febrero de 1998.-

(x) Del libro: Los 100 Paraguayos Notables del Siglo XX, por Dr. Rafael Masi Pallarés; diciembre 2001 (Asunción, Paraguay).

Medicina natural (x)

Los Guarani que habitaron y aún habitan nuestro territorio no dejaron grandes e impresionantes construcciones como los incas, los mayas o los aztecas. Si bien no dejaron para la posteridad objetos visibles que permitan admirar su sabiduría puesta en práctica, ellos legaron al presente otro tipo de conocimiento tan grande y tan digno de admiración como los que dejaron los de otras culturas.

Esta herencia es el conocimiento de las propiedades de las plantas medicinales. “En bosques y campos hallaron los elementos de su rico arsenal terapéutico. Su profunda observación de la naturaleza los llevó al concepto del género, de botánica (y en zoología) y a la sorprendente exactitud y precisión científica que, más tarde, la ciencia confirmó. En los diccionarios y vocabularios científicos se registran más de 1.100 géneros botánicos guaraníes y más de 40 familias botánicas”, sostiene el Dr. Dionisio González Torres en su libro Catálogo de plantas medicinales usadas en Paraguay.

Agrega: “En cuanto a propiedades terapéuticas, tuvieron un vasto conocimiento y de ello hicieron grande aplicación. Distinguían los pohã ro´ÿsã o refrescantes que empleaban como tales y como diuréticos en las fiebres, dispepsias; los pohã raku o remedios calientes, como el jaguarundi, la borraja, etc., que empleaban en los catarros, las bronquitis y enfermedades debidas a enfriamiento; los pohã pochy o remedios bravos o peligrosos (tal como distinguían alimentos pesados y leves, o calientes y fríos, los que se pueden y los que no deben mezclarse) que se usaban con cuidado y bien dosados; y también depurativos, vomitivos, astringentes, diuréticos, febrífugos, bálsamos y resinas, vulnerarios, carminativos, expectorantes, repelentes, antídotos, etc. etc.”.

Hablamos de este tema aquí por considerar que si bien en la medicina popular hay mucho de espiritual, de creencias y de fe, existen también elementos materiales, soportes visibles, que hacen que su inclusión en este lugar sea pertinente.

La menncionada sabiduría guarani –que tiene que ser milenaria- pasó a la cultura mestiza y en particular a la campesina que hasta ahora la conserva, aunque –hay que reconocer- va perdiendo terreno aceleradamente. Los jóvenes tanto del área rural como de la urbana saben muy poco acerca de esta gran riqueza de la medicina popular de nuestro país.

El vocabulario de nuestro pueblo denomina médico/a a la persona que es depositaria de los conocimientos de la medicina popular o pohã ñana. No tienen títulos académicos, pero saben qué remedios naturales recetar a quienes llegan hasta ellos a plantear sus enfermedades. Para la curación, por lo general, se valen no sólo de las hierbas y plantas medicinales, sino también del poder de la religión. Son como shamanes –sacerdotes- de la medicina: conocen cómo aliviar o curar el cuerpo y también el alma. Si recurren a las oraciones es porque subyace tanto la mentalidad del médico como del paciente la idea de que las enfermedades provienen  del ingreso de espíritus malignos al cuerpo de una persona. La cura, en gran medida, entonces, consiste en recuperar la salud del espíritu. Lo mágico juega un papel relevante. Se ingresa aquí a un fascinante universo, donde se mezclan lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, lo visible y lo invisible, e incluso lo angelical y lo demoníaco.

No son solamente los médicos o médicas chae (empíricos, de práctica) los depositarios de estos conocimientos antiquísimos. La mujeres y, sobre todo, las madres son las que manejan esta sabiduría. Eso se explica por el tipo de relación que se establece dentro del hogar.

Los elementos de la naturaleza, del entorno, son los utilizados como remedio. Las hierbas, los arbustos y los árboles junto a los diversos animales y materias provenientes del mundo mineral circundante son los que proporcionan lo necesario para la curación

(x) Del libro: Lo mejor del Folklore Paraguayo. Selección e introdución: Mario Rubén Álvarez. De la colección : Hacia un país de lectores, de la Editorial El Lector (Agosto 2002; Asunción, Paraguay), 25 de mayo y Antequera; telf. 00-595-21-491966. www.ellector.com.py E-Mail: ellector@telesurf.com.py  



RECUERDOS GRATOS...


Una flor paraguaya (x)

Hay nombres y personas cuya memoria, por algún motivo importante, con el transcurso de los años se vuelve patrimonio de toda la sociedad.
Uno de esos nombres es el de una mujer que cautivó a sus contemporáneos por su excepcional belleza y donaire.
Ella se llamó Anselmita, fallecida hace treinta años.

El verano pasó y con él una serie de festividades que, de tan frecuentes, se fueron vulgarizando a tal punto que hoy por hoy, hasta perdieron la magia y la expectativa que las rodeaban. Hablamos de los concursos en los que se exalta la belleza femenina.
Hay concursos para todos los gustos: aquí y allá se escuchan promociones de concursos para elegir misses por doquier: miss Paraguay (una para cada concurso internacional, al final resulta que varias son las misses nacionales al mismo tiempo), miss verano, miss cuerpo, miss fitness, miss playa, miss fotogénica, miss amistad, miss turismo, miss remera mojada, miss tanga, y toda una serie larga de etcéteras.
Pero los inicios fueron, en su momento, acontecimientos de los que participaba y acudía, lo más granado de la sociedad paraguaya, en especial la asunceña.
Estos concursos comenzaron en nuestro país en 1915, cuando don Arsenio López Decoud, conocido publicista y político, organizó el primero de ellos, con el propósito de elegir a la niña más bella
del país.
La elección no pudo ser mejor: la corona de reina de belleza recayó en la grácil figura de la hija menor de una conocida matrona, doña Anselma Denis viuda de Heyn.

Augusto Guillermo Heyn Hamann, abuelo de Anselmita.

El concurso fue organizado por la más prestigiosa entidad social de entonces, el Unión Club, del que don Arsenio era presidente. La elegida, por unanimidad del público, fue María Anselma Clotilde Heyn Denis, más conocida como Anselmita , nombre con que entró a la historia.
Dentro de algún tiempo, se cumplirán treinta años de su fallecimiento.
El acto de elección se realizó una noche primaveral de 1915, en el Teatro Nacional (actual Teatro Municipal "Ignacio A. Pane") y, como ya dijimos, salió electa por unánime decisión del público presente, aquella joven de espigada figura, alta, de ojos pardos, pelo castaño claro y hermoso rostro. Tenía 19 años.
En aquella memorable ocasión, entre los asistentes se encontraban numerosos intelectuales, siendo uno de ellos Manuel Ortiz Guerrero, quien le dedicó un poema que tituló Ofrendaria:
Cuenta la leyenda, que en pago por tan lírica ofrenda, la dama le había enviado un billete de dinero, que le fue devuelto por el bardo, con otro poema titulado Endoso Lírico.
Unos años después, para despecho de muchos pretendientes, en 1920, Anselmita se casó con Benjamín Mujía, hijo de un diplomático boliviano, llamado Ricardo Mujía (aquel del protocolo Ayala-Mujía, de 1913). Algún tiempo después, su matrimonio naufragó, pero dio sus frutos: un hijo, llamado Hugo Mujía Heyn, como su abuelo materno.
Hablando de abuelos, el primer Heyn llegado al Paraguay fue don Víctor Hugo Heyn, brasileño, descendiente de un matrimonio germano-holandés formado por Augusto Guillermo Heyn Hamann y Bárbara Tembrinken, inmigrados al Brasil y establecidos en Río de Janeiro.

Bárbara Tembrinken, abuela de Anselmita.

Según datos tomados de una obra de Carlos Heyn Schupp SDB, don Víctor Hugo Heyn vino al Paraguay durante los últimos meses de la guerra contra la Triple Alianza, desempeñándose en la Intendencia del ejército brasileño de ocupación.
En algún momento de su estadía en Asunción (el ejército brasileño estuvo en el país hasta 1876), los caminos del oficial brasileño se cruzaron con los de una joven, casi niña, llamada Anselma Denis Espínola, sobreviviente de la terrible guerra que soportó el país durante un lustro, en la que su familia sufrió los horrores que acompañaron a tan trágicos momentos y que costaron la muerte de su padre, en la batalla de Tuyutí y los tormentos infligidos a su madre, precio que tuvo que pagar por la estrecha amistad que tenía su familia con Benigno López, hermano del mariscal.
Poco tiempo después se casaron y tuvieron numerosa descendencia.
Por medio de sus funciones en la Intendencia del ejército invasor, don Víctor Hugo Heyn pudo conocer a un proveedor
del ejército aliado, don Tomás Laranjeira, surgiendo entre ambos una sólida amistad, y cuando el señor Laranjeira comenzó sus actividades yerbateras en el norte del país, Víctor Hugo Heyn fue uno de sus principales colaboradores y hombre de confianza.
Su conexión en el negocio yerbatero le llevó a ser en su época uno de los comerciantes más prósperos
del país. Vestigios de su holgada situación económica se tradujeron en grandes propiedades, como la estancia Arrecife , en el norte, cerca del río Apa; propiedades en la zona de Campo Grande, Brasil, mansiones en Concepción y en la capital del país, como pueden verse todavía, formando parte del paisaje ciudadano: en Palma y Montevideo, la casa céntrica, o la de suburbios, como la quinta Heyn, en Perú y Mariscal López y la mansión de la avenida Venezuela. Don Víctor Hugo Heyn falleció en Buenos Aires en 1908, mientras que su viuda, doña Anselma Denis, murió en 1936.

Pese a los años, Anselmita seguía manteniendo la belleza que la hizo famosa

Otra hermana de Anselmita fue María Deidamia, también destacada por su belleza, que según algunos hasta superaba a la de Anselmita . En mayo de 1911 se casó con Juan Patri, hijo del acaudalado italiano Luiggi Patri, cuya mansión hoy ocupa la Dirección General de Correos.
Poco después de la boda, la pareja se radicó en Francia, hasta donde, en ocasiones, se trasladaban la señora viuda de Heyn y sus hijos, entre ellos, Anselmita, frecuentando otras ciudades europeas y conociendo a gente importante de los más exclusivos círculos sociales y la nobleza europea.
La belleza de Deidamia cautivó a más de un artista de la época, siendo retratada por pintores
como Dagandra, Cotton, Boldini, Sergent y Pablo Picasso. Años después, el matrimonio Patri-Heyn también sucumbió. Deidamia, junto con su hija del mismo nombre, se radicó en Buenos Aires. La fortuna de los Patri-Heyn se disipó, viviendo Deidamia difíciles momentos económicos, a tal punto que tuvo que vender sus pertenencias más queridas para vivir. Cuentan que, en una ocasión, se vio obligada a vender un valioso juego de cubiertos de plata, pero que le fue devuelta por el comprador, un marajá indio, quien comprendió que a la dueña le habrá sido muy amargo deshacerse de tan valiosas piezas. Deidamia falleció en 1955. Su ex marido, en 1972.

Don Víctor Hugo Heyn, padre de Anselmita.

Hermanas de Anselmita y Deidamia fueron Leopoldina Bárbara, casada con el diplomático brasileño Brazilio Itiberé da Cunha, quien también era un consumado compositor, pianista y mecenas; Ercilia Silvana y Adela Visitación. Una lista de sus hermanos varones muestra a Augusto Rodolfo, Braulio, Raúl Mario, Alfredo Guillermo, Arturo Leopoldo, Raúl Mario (bautizado con el mismo nombre del primero, quien falleció infante) y Hugo Alfredo.
Este año se cumplirán, pues, los treinta años de la desaparición de una de las mujeres paraguayas cuya belleza la convirtió en todo un mito, y que le valió hace 88 años, ser elegida la primera reina de belleza que tuvo nuestro país.

Dos poemas

Célebres como su destinataria, son dos poemas escritos por Manuel Ortiz Guerrero, el poeta de trágica vida, dedicadas a Anselmita Heyn. La una la escribió al día siguiente de la función en la que salió electa reina de belleza. La otra, poco después, tal vez como respuesta a la intención de la dama de retribuir con dinero el homenaje del poeta.

Doña Anselma Denis, madre de Anselmita.

OFRENDARIA
(En el teatro)

A Anselmita

Perdona, señora: la culpa no tiene
la alondra que canta, la tiene la aurora:
tú tienes la culpa: a este que viene
trayéndote estrofas, perdona, señora.
Ya antes te he visto tras sueño lejano
y anoche en el teatro con fe y devoción
tomaba, señora, con mi propia mano,
para que no caiga de mí, el corazón.
Ilusoria y blanca
del auto bajaste
talmente fingías una joven diosa...
Crujió mi rodilla de ansias de doblarse:
era que pasabas, astral, luminosa.

Con aire de cisne que boga en un lago
pasaste gallarda, princesa u ondina,
tus ojos tenían visiones de mago
bajo tu sedosa pestaña divina.

¿Juntó Geometría, la nieve y el lirio,
para hacerte el cuerpo, y un poco de aurora?
Serpentino de perfume asirio,
¡Bendito mil veces! Perdona, señora.

Ya daban las doce, yo creí temprano,
tú nada sabías de mi devoción:
tomaba, señora, con mi propia mano,
para que no caiga de mí, el corazón.


ENDOSO LÍRICO

Al dorso de un billete de $50 con el que una dama quiso hacer "la paga"

No todo en este mundo es mercancía,
ni tampoco el dinero es el blasón
mejor pulido por cortesía
para la ufanía de la corrección.

Sobre la torre de mi bizarría
sin mancha flota el lírico pendón:
como ebrio de azul, hago poesía,
pero honrado es mi pan,
como varón.

Devuélvole el billete a Ud. precioso
con mi firma insolvente por endoso:
sométalo a la ley de conversión,

que, a pesar de juzgárseme indigente,
yo llevo un Potosí de oro viviente
que pesa
como un mundo: el corazón.

Luis Verón

 
(x) Del diario ABC COLOR (Revista), 23 de marzo de 2003 (Asunción, Paraguay).






DON ROQUE GAONA MUÑOZ, RECUERDA LA PERSONALIDAD DE SU PADRE

Don Roque Gaona, genio y figura (x)


escritor y hombre público, hombre de letras y de principios, poeta en su juventud, ensayista y crítico en su madurez, luchador por la libertad, Roque Gaona nació en Asunción, el 15 de agosto de 1896. Cursó sus estudios en el Colegio Nacional y en la Facultad de Derecho.

En sus años mozos fue colaborador de la Revista Estudiantil. Más tarde director de  El Diario . Le tocó desempeñarse como jefe de redacción de  El Orden y  El País . Fue redactor de  El Liberal y director fundador de  La Época .
En Buenos Aires, dirigió  La Tribuna Febrerista , y en Posadas se desempeñó como redactor de  Paraguay Libre . Tuvo a su cargo el diario  Formosa , en la ciudad del mismo nombre. Fundó y llevó la dirección del popular y famoso  El Pueblo , uno de los bastiones en la lucha por la libertad durante los años de la dictadura, no muy lejanos aun.

Como puede apreciarse, Roque Gaona volcó al periodismo los frutos de su vena de escritor, y cuando no actuó en el campo político, lo hizo en el intelectual y literario.
Fue uno de los fundadores del Pen Club del Paraguay, miembro de número de la Academia Paraguaya de la Lengua Paraguaya, de la Academia de la Lengua Guaraní, de la Academia de Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia de Nueva York. Ejerció con rigor y certera intuición la crítica literaria.

Su visión del fenómeno literario fue reconocido por sus pares en el campo de las letras. A lo largo de una dilatada y fecunda vida, Roque Gaona sirvió a su país como diputado, fiscal del crimen y diplomático en Chile, Bolivia y Argentina.

Fue fundador del Partido Revolucionario Febrerista y presidente del mismo en dos ocasiones. En los años de la guerra del Chaco fue auditor de guerra en el tercer cuerpo de ejército con el grado de Teniente Primero. Como suele suceder con hombres de su temple, Roque Gaona “ganó” también la prisión y los destierros. Se puede decir que le movía un socialismo democrático profundamente humanista, y, en cierto sentido, que fue un precursor del pensamiento político socialista del Paraguay.

Casado con una Doña María Casta Muñoz de Gaona, boliviana, quien lo acompañó en los avatares de su convulsionado mundo político, tuvieron siete hijos, quienes a su vez le dieron 22 nietos y 35 biznietos.

Falleció en Asunción el 16 de julio de 1989.

PREMIOS “ROQUE GAONA”

1995: Carlos Villagra Marsal
“El júbilo difícil” ( poesía )
1996: Luis Hernáez
“Donde ladrón no llega” ( novela )
y William Baecker ( poesía )
1997: Jacobo Rauskin
“Adiós a la cigarra” ( poesía )
1998: -
1999: Félix Álvarez
“Mburuvicha” (novela en español pero con título en guaraní)
2000: Maybell Lebrón
“Pancha” (novela histórica)
2001: Augusto Casola
“Segundo Horror”.


CONVERSACIÓN CON ROQUE GAONA MUÑOZ

“Agradezco a la Sociedad de Escritores del Paraguay por haber aceptado poner el nombre de mi padre al premio que actualmente, y desde hace unos años hemos puesto mi señora, mis hijos y yo, como estímulo a la trascendente tarea que silenciosamente realizan los escritores en nuestro medio”, dice don Roque Gaona Muñoz, durante la entrevista.


- Su lado humano es realmente extraordinario, porque no cocemos de otro hombre de empresas que destine un monto de dinero, anualmente, para alentar a los escritores.


- Yo lo hago rindiéndole un homenaje a mi padre, quien anhelaba que este pueblo saliera de su incultura. Es una modesta colaboración para elevar la cultura de nuestro país. Y creo que mi padre por ahí, por la cultura, vislumbraba la salida. Ahora estoy enfrascado en el proyecto de edificar una escuela que va a llevar el nombre de mi madre. Fue una gran compañera de mi padre. Ella se quedaba aguantándonos a nosotros; mi padre tenía que volver otra vez. Durante la revolución del 47 se asiló en la embajada brasileña. De ahí pasó a Brasil y fue a parar a Concepción. Después vino para Villa Hayes, pero con ciertas dificultades. Vendió su revólver para costear algunos gastos. Con Isaac Kostianovsky eran muy amigos. Crearon un diario en Formosa para sobrevivir. En el 36 fue embajador en Chile. Justamente fue allí donde yo fui bautizado.

PREMIO “ROQUE GAONA”

- Le había comentado a usted, en alguna oportunidad, que hay empresarios que no están en condiciones de ayudar a la cultura, pero están los otros, que pueden, y no lo hacen. Finalmente no se los puede culpar, pues toman decisiones suyas, aunque egoístas. Usted en cambio hace honor al nombre de hombre de negocios.


- Yo creo que los empresarios podrían ayudar. Algunos están enloquecidos por el lucro personal. Finalmente yo me siento exitoso. Mi empresa va muy bien.

- Esta empresa es el resultado del trabajo... Seguramente su padre era muy trabajador también. ¿Verdad?


- Se pasaba el día leyendo y escribiendo. Leía un libro; volvía a releerlo. Hacía correcciones al margen. Por ejemplo. “Esto es cierto”, “Aquí miente Juan E. O' Leary”. Sus escritos eran políticos. Fue poeta, pero nunca quiso admitirlo. Creo que en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua figura como poeta. “¡Pero yo no soy poeta!”, gritaba y se ponía nervioso. Mi hermana tiene unos lindos versos de él. A mi hija Gaby, cuando nació, le hizo un verso.


- Entonces fue un poeta. Que haya sido malo o bueno es otra historia.


- Era muy amigo de Hérib Campos Cervera. Lo visitó cuando ya estaba postrado, en la cama. “Pobre, le tocó la bolilla negra”, decía amargamente. Yo soy un enamorado de la poesía de Hérib Campos Cervera. Su poesía era vanguardista. En fin.


- A usted también le gusta leer. Fíjese que lo que le mata a nuestro pueblo es la ignorancia. Los dos ministerios más importantes del estado son el ministerio de Salud y de Educación.


- Y justamente se les va arrebatando el rubro cada año.


- Pero hay que seguir luchando.


- Esa es la opción que queda.

(x) Del diario ABC COLOR (Suplemento Cultural), 17 de noviembre de 2002 (Asunción, Paraguay)

Memoria

El Club Olimpia, sus figuras y anécdotas

Un pionero de 100 años (2)

Mucha historia se encuentra acumulada en un club como el Olimpia. Su presencia en

nuestra sociedad sobrepasa lo meramente deportivo para proyectarse en lo social y en lo cultural

por: Sergio Cáceres Mercado

(Publicista –x-)

Sergio@uhora.com.py

El acta fundacional reza inicialmente: “En la ciudad de Asunción, capital de la República del Paraguay, a los veinticinco días del mes de Julio de 1902, reunidos los señores al margen anotados y siendo las 4 y 30 p.m., resuelven fundar un club para la práctica de football”. Con palabras tan formales nacía el club Olimpia, una institución que a lo largo de estos cien años rompería con dicha formalidad y haría nacer todo tipo de pasiones en sus hinchas. Un club pionero en el fútbol paraguayo, que tenía a un pionero por antonomasia entre sus fundadores.

Paats y un back derecho

William Paats, el “gringo holandés“, fue el introductor del fútbol en nuestro país. Se cuenta que llegó en calidad de inmigrante en 1888. En una de sus valijas traía un preciado tesoro al que llamaba ball. Los curiosos asuncenos de fin de siglo se reunían a ver cómo el extranjero hacía botar la pelota con sus pies para luego explicar de qué se trataba el juego. No tardó en conseguir adeptos con los cuales organizaría los primeros partidos so´o  que se han visto por estas tierras. En la Plaza de Arma (frente al Cabildo) se realizaron varios encuentros oficiales. En uno de ellos se produce una anécdota recogida por el periódico El Golero: “Este fue designado por Paats para actuar como back derecho. Jamás había tocado la pelota. Nunca formó parte de nuestro juego. En una de esas, alguien hace un pase largo al wing, pero la pelota vino derecho hacia Flores. William Paats le grita desde el medio de la cancha: “Flores, ataje esa pelota!”. Entonces Flores levanta el ala del poncho sobre el hombro, saca el facón y recibe la pelota con un feroz puñalada. De todos los lados partió un grito de horror: Era  la única pelota que teníamos”.

Pero sigamos con el acta: “Para el nombre propone el señor Sila Godoi el de Paraguay y, en nombre de mister Paats, el de Sparta y Olimpia, siendo aceptado este ultimo. Queda el nombre así de Football Club Olimpia”. De este modo, Paats no solo traería el deporte y la idea de fundar el club, sino también el nombre. Será igualmente mentor de clubes como el Sajonia y el Mbiguá.

Los dirigentes

Otros nombres ilustres pasarán por la institución. El mencionado Sila Godoi fue presidente de 1902 a 1904, luego de Ramón Bareiro. Hijo del intelectual Juansilvano Godoi, su breve presidencia se debió a su muerte en el campo de batalla de Potrero Oculto, durante la revuelta de 1904.

Con el pasar  de las décadas, el club fue consolidando su presencia en la sociedad paraguaya. Además de Oscar S. Netto y Lydio Quevedo, uno de los presidentes más importantes del club en la década del 50 fue Manuel Ferreira, cuyo nombre lleva el estadio actual en Para 1. Pascual Scavone (1966) y Manuel Battilana Peña (1970) son dos expresidentes que aún viven.

Un récord musical

Nuestro colega Pedrito García cree que Olimpia es el club con más temas musicales en el mundo. Grandes creadores de la música paraguaya le han dedicado composiciones. Además del maestro Herminio Giménez, cerrista, también hay polcas con  el título de Olimpia, creadas por Eladio Martínez y Mauricio Cardozo Ocampo. Sin embargo, la música más antigua es un tango compuesto en 1930 por el argentino Bolla. En la letra menciona a jugadores como Vargas Peña, que fue el autor del primer gol paraguayo en un mundial (Uruguay 1930). Pero no podemos dejar de mencionar  la canción más conocida de todas: Expreso decano, de Cayo Frutos Pane. En ella se menciona al hincha de Olimpia como “olimpeño”, que recién en esta época se reemplaza por ”olimpista”. ”Olimpero” al parecer es exclusividad de las barras bravas.

Artistas en el estadio

Grandes artistas actuaron en las instalaciones del club. En 1981, Julio Iglesias y Pedro Vargas dieron un memorable concierto a dúo. En 1989, Joan Manuel Serrat nos visitaba por primera vez y sus fanáticos fueron a verlo cantar en el bosque de Para 1. También el popular show del mexicano Raúl Velasco, Siempre en domingo, se realizó en el Olimpia.

Asimismo, la inauguración de muchos torneos estudiantiles tuvo el Decano como sede.

Olimpia comparte con personalidades como Agustín Pío Barrios, Luis Alberto del Paraná, Augusto Roa Bastos, Josefina Plá, Víctor Manuel Pecci, José Asunción Flores y José Luis Chilavert la trascendencia internacional. Sus grandes logros a nivel deportivo y a nivel social lo han convertido en una entidad de destacado relieve en nuestro país.

(1) A la memoria de Marcial Cáceres (x) y Celia Almada de Mercado, abuelos olimpistas.

Fuente: Olimpia, 90 años (1902-92)

(2) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal), 27-28 de julio de 2002 (Asunción, Paraguay).