Escrito primicia para FA-RE-MI
por:Luciano Pablo Grasso
Félix de Azara nació cerca de Zaragoza en 1746, y siguió la carrera militar realizando estudios superiores de matemáticas y se graduó de ingeniero ¿Cómo surgió como eminente naturalista? Ocurrió por azar, ya que fue enviado, en 1781 cuando tenía treinta y cinco años, al Río de la Plata en la difícil misión de determinar los límites de las posesiones españolas en litigio con Portugal. Pero ¿qué pasó? La partida de ajedrez política y diplomática que le plantearon los portugueses a los españoles motivó que Azara no pudiera realizar de inmediato las tareas encomendadas. Y, en los dilatados lapsos de paralización de las mismas, para no aburrirse, fue surgiendo el apasionado observador de las costumbres, el territorio y, sobre todo, el naturalista.
Cuando Azara llegó a Buenos Aires, estuvo poco tiempo en la ciudad, y fue enviado hacia Asunción, aprovechando el viaje para hacer el relevamiento del trayecto. Así en los primeros apuntes aparece el autodidacta con ansias de saber, y comienza a revelarse su voluntad de describir la región en todos sus aspectos: histórico, poblacional, geográfico, vegetal y animal.
El futuro naturalista, en Asunción, pasó a veces hasta un año sin tener noticias de los escurridizos portugueses, tiempo que aprovechó para recorrer el río Pilcomayo realizando observaciones del mismo que todavía hoy son útiles. Y estando en la laguna Yvera o agua brillante, tomó apuntes sobre los pájaros y otros animales, y observaba, en su cuaderno, que no vio el agua que ocultaba el estero con sus juncos y malezas, pero notó que “nosotros no hemos bebido otra agua, y es muy buena”.
Nuestro incipiente naturalista partiendo de la ciudad de Asunción realizó excursiones por las zonas cercanas, entre ellas al Chaco. De este modo recorrió casi todos los pueblos amerindios, los cuales luego describirá en su “Viajes por la América Meridional”. Hubo un período de inactividad durante su estadía asuncena que duró tres años, y aprovechó ese largo lapso de tiempo para ordenar sus apuntes sobre las tribus y las descripciones sobre plantas y animales, y los rescribió de manera sistemática adecuándolos a su manera concienzuda y ordenada de ser, preludiando al científico.
El geógrafo hacia 1793, a pedido del cabildo de Asunción, realizó el mapa del Paraguay y Misiones, otro sobre el curso del río Paraguay, y los acompañó con una descripción histórica, política y geográfica. De estos mapas nos dijo: “Son los mejores que hasta hoy se han visto de provincia americana”, aunque pidió disculpas por haber tenido sólo dos meses para escribir y ordenar las ideas, estando escaso de libros.
Azara fue trasladado a Buenos Aires, en 1796, recorriendo luego la frontera sur, y más tarde realizó, con éxito, el asentamiento de pobladores en la frontera entre Uruguay y el Brasil.
Félix de Azara regresó a España en 1801, y falleció allí en 1821. Su obra más importante “Viajes por la América Meridional” apareció por primera vez en francés, París 1809. Y luego le siguió “Descripción e historia del Paraguay y Río de la Plata” editada por su sobrino en Madrid hacia 1847. Otras obras suyas, de notable interés para las ciencias naturales sudamericanas, son: “Apuntamientos para la historia natural de los pájaros del Paraguay y del Río de la Plata” escrito en 1805, y “Apuntamientos para la historia de los cuadrúpedos del Paraguay y del Río de la Plata”, aparecido en España hacia 1802. Recordemos también que nos dejó, en la obra mencionada en último lugar, apuntes sobre el oso hormiguero, animal típicamente sudamericano.
Las naciones indígenas
Don Félix de Azara se nos muestra como un hombre comprensivo de los pueblos amerindios- actitud poco frecuente en los españoles- porque tuvo respeto hacia las costumbres de aquéllos. Y este aspecto de su tarea ha sido poco destacado, debido a que lo consideraron sólo un geógrafo y naturalista.
El estudioso, refiriéndose al idioma guaraní, comentaba que si uno supiera que es el mismo para todas las ramas de de esta nación, comprendería que “hablándolo se podría entonces viajar por todo el Brasil, entrar en Paraguay y descender hasta Buenos Aires, y subir al Perú hasta el cantón de los chiriguanos. También el español nota que, aunque los jesuitas imprimieron una gramática del guaraní, “es muy difícil de aprender y hace falta más de un año para conseguirlo”. Por nuestra parte, agregamos que el guaraní, en esa época, estaba mucho más extendido que hoy, porque se hablaba hasta el Tigre y San Fernando a las puertas de la ciudad de Buenos Aires.
Los contactos de Azara con las comunidades amerindias no fueron esporádicos, porque cuenta que vivió largo tiempo entre esas naciones. También critica a los españoles y misioneros porque hablaban de indios antropófagos: “Se equivocan por completo –replica- ninguno de éstos come carne humana”. Y, respetuoso, determina como nación “a toda reunión de indios que se consideran a sí mismos como nación”, Además recordemos que el aragonés dedicó su atención en “Viajes por la América Meridional” a los guaraníes: chanás, tupis charúas y otras parcialidades. Además de pilagás, tobas, abipones y muchos más.
Quienes quieran conocer el pasado cultural, geográfico y natural del Paraguay y el Río de la Plata deberán dirigirse a la obra de Azara. Allí encontrarán estudios sobre los pobladores y las comunidades amerindias, la descripción de plantas y animales, especialmente pájaros y cuadrúpedos, teniendo en cuenta su interacción y equilibrio con su medio ambiente. Además notemos que nos dejó excelentes dibujos de la fauna, y confeccionó los primeros mapas regionales según los criterios modernos. Por lo tanto, el legado de don Félix de Azara, constituye un aporte al patrimonio cultural y científico de los sudamericanos.
Abril de 2007.